Distocia: tipos y sus características
Se entiende por distocia a toda aquella condición que impide que el trabajo de parto evolucione de manera natural hasta su culminación. Las distocias pueden ser de origen materno o de origen final, aunque en última instancia todas comparten un denominador común: la imposibilidad del desarrollo de un trabajo de parto normal, lo cual hace indispensable una intervención obstétrica para poder ayudar al nacimiento.
En algunos casos las distocias se resuelven mediante los procedimientos conocidos como instrumentación obstétrica o, lo que es lo mismo, parto asistido por fórceps; cuando esto no es posible debido a la situación clínica se debe optar por el nacimiento mediante cesárea.
En el pasado las distocias eran una de las principales causas de muerte materno-fetal. Por fortuna, en la actualidad debido al desarrollo de modernas técnicas obstétricas, las distocias ya no están asociadas a elevadas tasas de mortalidad, aunque sí representan una causa importante de morbilidad materno-fetal.
Índice del artículo
- 1 Características del parto normal
- 2 Tipos de distocias
- 3 Tratamiento de las distocias
- 4 Referencias
Características del parto normal
Para poder comprender por qué ocurre una distocia es necesario tener claros algunos conceptos del parto normal, de otra forma resultaría imposible comprender qué ocurre para que un parto sea catalogado como distócico.
En primer lugar es necesario saber que la pelvis ósea femenina (el esqueleto pélvico) tiene unos diámetros transversales y anteroposteriores mínimos conocidos como los estrechos del canal del parto. Estas medias se determinan mediante la pelvimetría haciendo posible conocer con anticipación si es factible que el feto pase por el canal del parto.
En condiciones normales estos diámetros deben coincidir con las dimensiones de la cabeza del feto (la parte más voluminosa del cuerpo), de manera que durante el nacimiento la cabeza pueda pasar a través de los estrechos sin problemas.
Cuando los diámetros de los estrechos pélvicos es menor de lo normal, el feto tiene un tamaño mayor al promedio o una posición anormal, se compromete la relación entre los diámetros de la madre y los del feto, imposibilitando así que este avance a través del canal del parto.
Por otra parte, para que un bebé pueda nacer es necesario que la madre presente contracciones uterinas. Estas contracciones conocidas técnicamente como “dinámica uterina” deben tener una intensidad, duración y frecuencia determinadas según cada fase del trabajo de parto; cuando esto no ocurre el trabajo de parto no progresa adecuadamente.
Tipos de distocias
Las distocias son una amplia gama de condiciones que impiden que el parto progrese de manera natural; las mismas pueden ser tanto anatómicas como funcionales y depender bien sea de la madre o del feto.
-Distocias anatómicas
Las distocias anatómicas son aquellas condiciones en las cuales los diámetros de la pelvis materna y la cabeza del feto (en algunos casos también los hombros) no se corresponden.
Por lo general esto se debe a una pelvis pequeña o a un feto grande. En cualquiera de los dos casos los estrechos del canal del parto no pueden ser superados de manera natural por el bebé durante el nacimiento.
Las distocias anatómicas pueden ser de origen materno o de origen fetal.
Distocias de origen materno
– Diámetros de la pelvis ósea menores a lo normal.
– Alteraciones a nivel de las partes blandas del canal del parto (dilatación insuficiente del cérvix uterino, cicatrices que comprometen la distensibilidad de la pared vaginal).
Distocias de origen fetal
– Feto muy grande (feto macrosómico).
– Hidrocefalia (la cabeza es mayor al tamaño normal).
– Presentación anormal (posición inadecuada durante el parto la cual implica que los diámetros del feto superen los diámetros pélvicos).
-Distocias funcionales
Las distocias funcionales son aquellas que se presentan cuando todos los elementos anatómicos son adecuados, pero el parto no progresa de manera adecuada.
Las distocias funcionales están asociadas con el componente materno y tienen que ver con las características de la contracción uterina.
Para que un trabajo de parto culmine con éxito las contracciones uterinas deben tener un ritmo, intensidad y duración determinados en cada etapa del parto. Conforme este progresa todos los elementos (ritmo, intensidad y duración) incrementan su intensidad hasta alcanzar el culmen durante la última etapa del parto (período expulsivo).
Cuando esto no ocurre, las contracciones no son efectivas y el parto no progresa; eso significa que a pesar de presentarse contracciones uterinas, estas no son efectivas para hacer progresar al feto a través del canal del parto.
Según la alteración de la dinámica uterina que se presente, las distocias funcionales pueden clasificarse en:
– Alteración de la frecuencia de las contracciones.
– Modificación de la duración de las contracciones.
– Alteración del tono basal de la contracción uterina.
Cada uno de estos cambios puede ser primario (la frecuencia, tono o duración nunca fueron adecuados desde el inicio del trabajo de parto) o secundarios (al principio la frecuencia, tono y duración eran adecuados pero conforme avanzó el trabajo de parto cambiaron a un patrón anormal e ineficiente).
A continuación se presentan las principales características de las distocias funcionales según su tipo:
Alteración de la frecuencia de las contracciones
Por lo general, en el trabajo de parto normal deben presentarse entre 3 y 5 contracciones por cada 10 minutos de trabajo de parto. Al principio el número de contracciones es bajo y conforme avanza el trabajo de parto se hacen más frecuentes, hasta alcanzar en el período expulsivo una frecuencia de una contracción por minuto.
Se habla de oligosistolia cuando el útero se contrae menos de 2 veces por cada 10 minutos, siendo esta frecuencia insuficiente para inducir el borramiento del cuello uterino y el descenso del feto a través de los diferentes planos del canal de parto.
Por otra parte, se dice que la madre presenta polisistolia cuando hay más de 5 contracciones por cada 10 minutos. En este caso las contracciones tan frecuentes terminan por agotar el miometrio (tejido muscular del útero), disminuyendo la efectividad de las contracciones (disminución secundaria del tono y la duración), lo cual redunda en un trabajo de parto inefectivo.
Modificación de la duración de las contracciones
Las contracciones normales duran en promedio 30 segundos.
Cuando las contracciones uterinas duran menos de 30 segundos y no superan los 30 mmHg en su pico máximo, se dice que la paciente presenta hiposistolia; por su parte cuando las contracciones duran más de 60 segundos con un pico de contracción que supera los 50 mmHg se habla de hipersistolia.
En el primer caso las contracciones son muy breves y con una intensidad muy baja como para impulsar al feto a través del canal del parto, mientras que en el segundo las contracciones muy frecuentes e intensas terminan por generar agotamiento de la energía del miometrio haciendo que este no sea efectivo y por tanto el trabajo de parto no avanza adecuadamente.
Alteración del tono basal de la contracción uterina
Durante el trabajo de parto el útero presenta un estado de contracción continuo dividido en dos fases; una pasiva en la cual tiene un tono basal sostenido, y otra activa en la que se alcanza el pico máximo de contracción.
El objetivo de la contracción activa es impulsar el feto a través del canal del parto mientras el tono basal da oportunidad al miometrio para recuperarse pero sin que el feto se devuelva; es decir, el tono basal de la contracción es el responsable de mantener todo en su lugar.
Cuando el tono basal de la contracción uterina es menor de 8 mmHg se habla de hipotonía uterina. En este caso la contracción hace que el feto descienda, pero debido a un tono basal insuficiente el bebé “se devuelve” cuando cesa el pico y por tanto no avanza a través del canal de parto.
Por otra parte, cuando el tono basal de la contracción supera los 12 mmHg se dice que la paciente presenta hipertonía. En primera instancia esto podría no parecer un inconveniente, dado que el tono alto ayudaría a mantener el feto en su posición e incluso podría hacerlo descender un poco más.
Sin embargo, un tono muy elevado evita que el miometrio se recupere adecuadamente entre contracción y contracción, por tanto el pico de cada contracción será menos intenso y por tanto insuficiente para hacer progresar al feto a través del canal.
Es evidente que la separación de los componentes de la dinámica uterina resulta artificial y su utilidad es solo académica, dado que en realidad se tratan de componentes concatenados e interdependientes donde el fallo de uno por lo general estará asociado a una modificación de los demás.
Por ejemplo, una paciente puede presentar hiperdinamia uterina cuando se combinan hipersistolia y polisitolia.
Tratamiento de las distocias
El tratamiento de las distocias va a depender en gran medida del momento en que se presentan, del tipo de distocia y los recursos disponibles.
Por lo general las distocias anatómicas diagnosticadas con antelación se planifican para un nacimiento por cesárea, sin embargo en casos donde el trabajo de parto inicia y en algún punto hay una desproporción inesperada se puede optar bien sea por cesárea (el feto no ha progresado más allá del segundo plano del canal del parto) o fórceps (distocias que se presentan en las últimas etapas del parto).
Por su parte, las distocias funcionales pueden tratarse con algunos medicamentos que inducen y sincronizan las contracciones uterinas. Uno de los medicamentos más utilizados con este fin es la oxitocina, la cual se puede usar bien sea para inducir el parto o para corregir sobre la marcha una distocia funcional.
Ahora bien, en casos de sufrimiento fetal, hemorragia o cualquier indicio de complicación mayor del parto, se deben obviar las medidas farmacológicas y optar por una cesárea de emergenci, ya que por lo general este tipo de distocia no progresa espontáneamente hasta un plano donde pueda resolverse el parto con instrumentación obstétrica (fórceps).
Referencias
- Neilson, J. P., Lavender, T., Quenby, S., & Wray, S. (2003). Obstructed labour: reducing maternal death and disability during pregnancy. British medical bulletin, 67(1), 191-204.
- Lawson, J. B. (1967). Obstructed labour.
- Dolea, C., & AbouZahr, C. (2003). Global burden of obstructed labour in the year 2000. World Health Organization, 1-17.
- Fasubaa, O. B., Ezechi, O. C., Orji, E. O., Ogunniyi, S. O., Akindele, S. T., Loto, O. M., & Okogbo, F. O. (2002). Delivery of the impacted head of the fetus at caesarean section after prolonged obstructed labour: a randomised comparative study of two methods. Journal of obstetrics and Gynaecology, 22(4), 375-378.
- Chhabra, Deepa Gandhi, Meenakshi Jaiswal, S. (2000). Obstructed labour-a preventable entity. Journal of Obstetrics and Gynaecology, 20(2), 151-153.
- Cedergren, M. I. (2009). Non-elective caesarean delivery due to ineffective uterine contractility or due to obstructed labour in relation to maternal body mass index. European Journal of Obstetrics & Gynecology and Reproductive Biology, 145(2), 163-166.
- Kwast, B. E. (1992). Obstructed labour: its contribution to maternal mortality. Midwifery, 8(1), 3-7.