Historia

Tratado de Sèvres: antecedentes, causas y consecuencias


¿Qué es el Tratado de Sèvres?

El Tratado de Sèvres fue un acuerdo firmado al finalizar la Primera Guerra Mundial por los países aliados vencedores y el Imperio otomano, el 10 de agosto de 1920. El mismo recibió su nombre por la ciudad francesa en la cual se reunieron y buscaba la repartición del Imperio otomano entre los países ganadores. Sin embargo, a pesar de haberse firmado no llegó a ratificarse entre las partes signatarias.

Durante la Primera Guerra Mundial existió un frente de combate abierto donde Europa termina y Asia comienza. Fue una feroz disputa entre las potencias aliadas europeas y el tambaleante Imperio otomano, compartiendo bando con el Imperio austro-húngaro y el Imperio alemán.

El Imperio otomano era una parte fundamental, aunque no apreciada, de la historia de la Europa cristiana, el Medio Oriente y el norte de África. En estas regiones los turcos otomanos ejercieron una amplia fuerza militar e influencia social.

Desde la caída de Bizancio y la toma de Constantinopla, hecho ocurrido en 1453, los otomanos formaron parte constante de la historia geopolítica de Asia y Europa.

Sin embargo, ya desde principios del siglo XX este imperio —en su mayoría formado por lo que actualmente es Turquía, parte de la península de los Balcanes, el Medio Oriente y el norte de África— daba claras señales de resquebrajamiento.

Este destino no pudo evitarse, a pesar de que este Imperio sobrevivió a los durísimos años de la primera gran guerra del siglo pasado.

Causas del Tratado de Sèvres

Ya para mediados de la Primera Guerra Mundial las fuerzas del Imperio otomano se encontraban disminuidas. Las malas decisiones administrativas del gobierno otomano, la derrota de sus aliados y la falta de apoyo a sus tropas mermaron aún más al Estado imperial.

Esto dio impulso a las potencias europeas para terminar de decretar su desintegración a través del Tratado de Sévres. Los otomanos tenían el deber de desligarse de territorios históricos como Armenia, Anatolia, Siria, Palestina, Yemen y parte de Arabia Saudí, además de comprometerse a dar por creado el Estado de Kurdistán, punto que jamás se cumplió.

La Primera Guerra Mundial fue claramente catastrófica para los turcos otomanos en cuanto al ámbito territorial y a pérdidas humanas. La desintegración fue veloz durante los últimos años del conflicto.

Objetivos del tratado

El Tratado de Sèvres tenía como objetivo repartir gran parte del imperio entre los vencedores europeos de la contienda. El sultán Mehmet VI, apoyado por los nobles de la nación, decidió firmarlo.

Parte del territorio otomano quedaba en manos de Francia, el Imperio británico y el entonces Reino de Italia, antiguo aliado de los otomanos.

Consecuencias

Los movimientos nacionalistas turcos no estaban de ninguna manera conformes con el acuerdo, a pesar de que al Imperio otomano se le permitía mantener la icónica ciudad de Constantinopla, actual Estambul, como parte de su territorio, pero bajo estado de ocupación militar por parte de las potencias vencedoras.

El Tratado de Sèvres nunca entró realmente en vigor, pues ninguna de las partes lo validó o intentó realmente llevarlo a cabo. Sin embargo, esto no evitó las revueltas y proclamas patrióticas en Turquía a causa del mismo.

Participación de Ataturk

Mustafá Kemal Ataturk, un excombatiente otomano en la Primera Guerra Mundial y líder nacionalista considerado el padre de la actual república turca, se alzó en armas en contra de los ocupantes de su nación y los seguidores del sultán.

Esto lo hizo lograr la simpatía y el apoyo de buena parte de la población turca. Debido a esto, se puso fin formalmente al Imperio otomano, proclamándose la moderna República de Turquía en su lugar.

Kurdistán

Por otra parte, el territorio de Anatolia no se perdió y el estado de Kurdistán no fue creado. Turquía pudo mantener sus fronteras marítimas en el Mediterráneo y en el Bósforo.

Tampoco se perdió la ciudad de Esmirna, que en esa época estaba bajo la jurisdicción de Grecia y próxima a convertirse oficialmente en territorio heleno.

De hecho, el conflicto con los kurdos perdura hasta la actualidad, pues estos continúan siendo un pueblo sin Estado propio, y a pesar de que le reclaman al gobierno de Turquía su propio territorio, este desestima o reprime las peticiones.

Armenia y Grecia

También hubo serios conflictos con Armenia y Grecia. El primero acababa de obtener su reconocimiento internacional como Estado, pero su sangrienta historia lo mantenía estrechamente relacionado con Turquía.

El pueblo armenio también acusa a los turcos de genocidio, debido a las cruentas vejaciones a las que se vio sometido en su momento.

Por su parte, los griegos ansiaban recuperar los territorios perdidos siglos atrás. Y, socialmente, el profundo resentimiento que sentían hacia el antiguo imperio al que solían pertenecer estaba muy vivo.

Hubo algunas situaciones que hicieron imposible la convivencia entre griegos y turcos, como la matanza de griegos en la región de Antolia, específicamente en la ciudad de Esmirna, a manos de miembros del partido de los Jóvenes Turcos, al cual estaba afiliado Kemal Ataturk.

Esto llevó al intercambio de población entre Turquía y Grecia en 1923, lo que significó el traslado de la gran mayoría de los griegos otomanos desde Turquía a Grecia, así como de los turcos étnicos que habitaban territorio griego hacia Turquía.

Tratado de Lausana

Esto ocurrió gracias al tratado de Lausana, firmado en Suiza tres años después del tratado de Sévres. A diferencia del anterior, este tratado sí tuvo reconocimiento y entró en vigor, estableciendo las fronteras de la Turquía moderna y disolviendo oficialmente al Imperio otomano.

Mustafá Kemal Ataturk —quien pese a su profundo nacionalismo era gran admirador de las culturas occidentales— había tomado las riendas del nuevo Estado y se dispuso a ponerlo a la par de las otras naciones de la región.

Durante su mandato intentó convertir a la naciente Turquía en un estado secular. Allí se usaba la escritura del alfabeto latino en lugar del árabe, todos debían tener un apellido y las mujeres accedían al reconocimiento de sus derechos.

Finalizó así la era de los sultanes, los visires y los pachás. Había terminado el imperio que vio nacer a Solimán el Magnífico, y que ocupó desde Yemen por el oriente hasta Argelia por el occidente, y desde Hungría por el norte hasta Somalia por el sur.

Referencias

  1. Arzoumanian, A. (2010). La geografía como depósito a los 95 años del genocidio armenio. Recuperado en: revistas.unc.edu.ar
  2. Duducu, J. (2018). Por qué el sultán Solimán era más magnífico de lo que habrías pensado y otras 3 cosas que quizás no sabías del Imperio Otomano. BBC Mundo. Recuperado en: bbc.com
  3. García, V. (2014). Desintegración del imperio otomano tras la derrota turca. ABC. Recuperado en: abc.es
  4. Palanca, J. (2017). El desmembramiento del imperio otomano. La Crisis de la Historia. Recuperado en: lacrisisdelahistoria.com
  5. Pellice, J. (2017).  Pretensiones kurdas de independencia: su impacto en la estabilización de Siria e Irak. Recuperado en: seguridadinternacional.es