Historia

Totalitarismo: orígenes, características, causas y consecuencias


El totalitarismo es un grupo de ideologías, movimientos y regímenes políticos basados en que el Estado ejerce el poder total, eliminando divisiones y restricciones. En consecuencia, la libertad de los ciudadanos resulta erradicada casi por completo, pues los regímenes totalitarios eliminan las elecciones libres y censuran la libertad de pensamiento.

Los totalitarismos se distinguen de los regímenes autocráticos en que son dirigidos o practicados por un solo partido político que se comporta como “partido único”. Este anula las demás manifestaciones ideológicas y se funden con otras instituciones del Estado, por lo que constituyen una hegemonía radical.

totalitarismo

Dentro del totalitarismo se suele exaltar la figura de un personaje político principal, cuyo poder es ilimitado y se extiende por todos los ámbitos económicos, políticos y sociales.

En cuanto a la autoridad, esta se ejerce mediante un fuerte sistema jerárquico que es impulsado por un movimiento de masas en el que se desea encuadrar a toda una sociedad. Se busca crear una “sociedad perfecta” o una “persona nueva”, basándose en las ideologías y valores que plantee el partido único.

Para desarrollar esta idea los regímenes totalitarios emplean el uso excesivo de la propaganda junto con diferentes mecanismos y herramientas de control social, como la represión o la policía secreta.

Según estos factores, el totalitarismo no es solo una forma de gobierno sino que se trata más bien de una organización de personas que ejercen el poder de manera antidemocrática. En términos generales, esta organización se caracteriza por la ausencia de reconocimiento de los derechos humanos y de la libertad del individuo.

Además, el totalitarismo no solo niega los derechos individuales y la libertad sino que también desconoce la dignidad del ser humano, denigrándolo o reduciendo su existencia a las masas o las clases sociales. El totalitarismo solo reconoce al hombre en su carácter colectivo, enajenado y manipulable; de ahí su relación con el concepto de “masas sociales”.

El totalitarismo considera al Estado como un fin en sí mismo, por lo que lo maximiza de manera radical y suprime los intereses del ciudadano. Benito Mussolini, representante emblemático de esta ideología, dijo una frase que lo explica muy bien: “todo en y para el Estado”.

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Orígenes

Relaciones del término con el fascismo italiano

Para poder establecer el origen de la noción de totalitarismo es necesario hacer referencia al nacimiento del fascismo italiano, movimiento estrechamente vinculado al totalitarismo.

De hecho, antes de que apareciera la definición de “totalitarismo” surgió el adjetivo “totalitario”, y se cree que los primeros en emplearlo fueron los adversarios de Mussolini durante los años veinte.

Con el uso de este término los opositores buscaban estigmatizar al régimen opresor del dictador italiano. Sin embargo, Mussolini usó la situación a su favor: él mismo empleó el término pero con connotaciones positivas para así provocar a sus oponentes.

El ideólogo principal del dictador, conocido como Giovanni Gentile, realizó un texto que fue muy citado por Mussolini en el que estableció que para el fascismo nada espiritual o humano existe fuera del Estado; por consiguiente, el fascismo es completamente totalitario.

Del adjetivo al sustantivo

Posteriormente, el término volvió a ser utilizado por un grupo de intelectuales alemanes que repudiaban las ideologías de Hitler; entre ellos destacaron Franz Neumann y Herbert Marcuse.

No obstante, la primera vez que se utilizó la palabra “totalitarismo” como sustantivo fue en 1941. Luego el término se expandió de Alemania e Italia a Francia y Estados Unidos, donde se encontraba gran parte de los adversarios exiliados por el régimen nazi.

De forma paralela, el término también empezó a circular entre las líneas opositoras al partido de Josef Stalin, especialmente en boca de pensadores como Boris Souvarine y Victor Serge.

Entrada al mundo académico

Las palabras “totalitario” y “totalitarismo” surgieron de los enfrentamientos políticos, pero pronto dieron un salto rápido al mundo académico debido a que muchos de los adversarios de los regímenes eran intelectuales.

Este factor influyó en la producción de una serie de libros en los que se habla sobre el totalitarismo, como por ejemplo Humanismo integral, publicado por Jacques Maritain en 1936.

También encontramos el texto La novedad del totalitarismo en la historia de Occidente (1940), escrito por Carlton Joseph Hayes. De igual forma, uno de los autores más famosos que criticó de manera contundente al totalitarismo de Stalin fue George Orwell, cuyos trabajos más emblemáticos fueron Rebelión en la Granja (1945) y 1984 (1949).

Durante la Guerra Fría surgió la primera teoría científica acerca del totalitarismo. Esta se puede encontrar en el texto Los orígenes del totalitarismo (1951) escrito por la filósofa política Hannah Arendt. Esta pensadora fue la primera en unir al estalinismo y al nazismo bajo un solo concepto: el de totalitarismo.

Además, en dicho texto Arendt establece que el totalitarismo se puede definir como la “supresión radical por parte del Estado de la política”, entendiendo a esta última como una actividad a través de la que los ciudadanos son libres para participar en las decisiones de poder.

Con la erradicación de la política, el Estado instaura un deprecio total hacia los individuos y los convierte en artefactos prescindibles.

Características según enfoques académicos

Como ideología radical, el totalitarismo cuenta con una serie de características que lo definen. Sin embargo, estas pueden variar dependiendo del enfoque filosófico o de los diferentes autores que hablen sobre los regímenes totalitarios.

A continuación, se presentan las características del totalitarismo dividas por los distintos enfoques académicos:

La escuela de Frankfurt

Una de las opiniones más antiguas sobre el totalitarismo se fundamentó en la escuela de Frankfurt, donde se estableció que los regímenes totalitarios se caracterizaban por su capacidad de manipulación y de persuasión a través de una serie de procesos de transferencia epistemológica.

Para filósofos como Theodor Adorno y Max Horkheimer, el fascismo y el nazismo constituyen una serie de fenómenos sociopolíticos que se caracterizan por unir al poder y a la conciencia, fusionándolos en una especie de sincronía.

Para la escuela de Frankfurt el totalitarismo se alimenta de los prejuicios irracionales que se encuentran latentes en el sustrato más profundo de las masas. En consecuencia, estos regímenes se alimentan de las carencias intelectuales de las masas consideradas no pensantes.

Es importante agregar que para Theodor Adorno el totalitarismo se fundamenta en una mistificación del pensamiento, en la que la razón pierde su capacidad de comprender y percibir al otro y lo considera como un enemigo.

Por ejemplo, la irracionalización colectiva consecuencia de la sociedad de masas se nutre de miedos irracionales como la xenofobia o la misoginia.

La escritora y filósofa Hannah Arendt

Esta autora es la escritora más conocida con relación a manejo de información sobre el totalitarismo, por lo que sus preceptos y características son empleados y reconocidos en el ámbito mundial.

En sus obras Arendt establece que un factor que caracteriza al totalitarismo es su necesidad de un “nacionalismo tribal” que responde a una necesidad primitiva e irracional de proteger lo autóctono, lo patriótico y “lo puro”.

Por ejemplo, en el Partido Nazi se puede hallar este “nacionalismo tribal” en la necesidad de preservar la “raza aria”, desprestigiando a los demás seres humanos que no encajen con estas particularidades raciales.

El abuso del material propagandístico

Para Arendt, el totalitarismo utiliza la propaganda excesiva para expresar sus ideologías radicales a través de un lenguaje lógico que esconde un lenguaje mitológico o profético.

Es decir, crea toda una fantasmática propagandística con la finalidad de construir un imaginario colectivo que resulte seductor para el público, especialmente para la masa considerada no pensante.

Por ejemplo, en el caso del Partido Nazi, la propaganda se enfocaba en destacar una supuesta conspiración judía que requería de la defensa del pueblo alemán “autóctono”.

El sociólogo y politólogo Raymond Aron

Para Aron, el totalitarismo se caracteriza por la creación de una ideología cuya aplicación tiene como objetivo dominar totalmente a la sociedad.

En su texto Democracia y totalitarismo (1965) definió cinco factores que determinan a los regímenes totalitarios:

– La creación de un partido único que posee el monopolio de todas las actividades políticas.

– Este partido se encuentra armado y resguardado por una ideología que le permite absorber toda autoridad.

– El Estado crea un monopolio en torno a los medios de comunicación y de persuasión con la finalidad de censurar y manipular toda información.

– La economía es controlada en su totalidad por el Estado, por lo que se busca erradicar a la empresa privada.

– Toda actividad resulta politizada; por ejemplo, las artes se colocan al servicio de la ideología. Si ocurre alguna falla en el sistema, esto es considerado como un atentado en contra de la ideología y del partido.

Causas

Según Hannah Arendt, existen varias causas o factores que pueden fomentar el surgimiento de un régimen totalitario.

Por ejemplo, esta autora explica que un grupo de individuos o una persona se convierten en un blanco fácil del pensamiento totalitario cuando las creencias propias se aceptan como verdades absolutas, abandonando la capacidad de tolerancia con aquello que discierne de su opinión.

Los regímenes de este tipo se nutren de esta falta de tolerancia, ya que fundamentan sus bases políticas en una narrativa constituida por un “ustedes contra nosotros”. Luego de que ocurrió esta intolerancia con respecto al otro, el régimen solo debe aislar a la masa de los demás pensamientos, truncando el acceso a las distintas formas de pensar.

Otra de las causas del surgimiento del totalitarismo se encuentra en el hecho de que los seres humanos, debido a su instinto primitivo, necesitan discernir entre “los buenos y los malos”.

Esta necesidad binaria se puede corroborar, por ejemplo, en el éxito de las telenovelas o de las películas de superhéroes, en las que el bien y el mal se enfrentan constantemente sin posturas intermedias.

En conclusión, la causa principal del auge de los regímenes totalitarios consiste en una intolerancia radical que se alimenta de impulsos binarios primitivos y colectivos.

Gobiernos totalitarios principales

A lo largo de la historia de la humanidad han existido varios gobiernos o regímenes de carácter totalitarista. 

Este tipo de ideología se fortaleció especialmente en el Viejo Continente durante las guerras mundiales, lo que trajo como consecuencia un fuerte desengaño junto con la muerte de muchos inocentes y un centenar de problemas sociales y psicológicos.

Uno de los principales gobiernos totalitarios fue el de Benito Mussolini en Italia, quien inauguró el modelo e introdujo el término. En la misma línea le siguió Adolf Hitler, quien llevó por bandera el totalitarismo y el fascismo en Alemania. 

Reseñable es también el gobierno de Francisco Franco en España, cuyo mandato fue uno de los más largos en la historia de los dictadores, o el totalitarismo ejercido por Lenin y Stalin en Rusia, de cuyos horrores todavía quedan reminiscencias.

En cuanto al totalitarismo desarrollado en Oriente, cabe agregar a Mao Zedong, a quien se le atribuyen el mayor número de muertes en toda la historia de la humanidad a causa de una ideología.

Consecuencias

Las consecuencias de los regímenes totalitarios son muy variadas y abarcan desde aspectos individuales como colectivos, en todos los casos de gran trascendencia. A continuación se enumeran las repercusiones más relevantes:

– Durante el transcurso de los gobiernos totalitarios, las guerras y los enfrentamientos civiles se vuelven constantes. Esto trae como consecuencia una notable pérdida de vidas humanas y un deterioro de la economía y de los servicios públicos y sociales.

– El totalitarismo fragmenta de forma contundente las relaciones del país que experimenta dicho régimen con las demás naciones del mundo.

– En los países donde predomina el totalitarismo se eliminan los derechos individuales junto con las garantías y las libertades humanas. En consecuencia, los regímenes totalitarios traen consigo una cantidad abrumadora de pérdidas humanas. Por ejemplo, durante el gobierno de Stalin se estima que fallecieron cerca de 60 millones de personas.

– Otra consecuencia es la instauración de la violencia y las torturas propiciadas por falsas acusaciones constituidas por opiniones que difieren de los ideales promovidos por el estado totalitario.

– La censura completa de los medios de comunicación y de otras fuentes informativas trae como consecuencia un incremento de la intolerancia, la ignorancia y la desinformación. Una vez finalizado el régimen totalitario, este tipo de control cultural deja una herida profunda en la estructura social del país donde ocurrió el totalitarismo.

Referencias

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