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Las 35 mejores frases de Treintona, soltera y fantástica


Te dejo las mejores frases de Treintona, soltera y fantástica, película mexicana protagonizada por Bárbara Mori y dirigida por Chava Cartas, estrenada en 2016. Aunque la crítica no dio muy buena opinión, fue la tercera película mexicana más vista del año; tuvo un coste de 26 millones de pesos y recudó 136 millones.

Como se puede intuir por su título, la película trata sobre una mujer treintañera y soltera, Inés, quien quiere llevar una vida moderna e independiente, pero que tiene que hacer frente a los estereotipos y a las críticas sociales.

-Ni me veo de treinta y cinco, ni soy el tipo de mujer que necesita un hombre al lado para que la defina y la valide ante el mundo. –Inés.

-Como si no fuera suficiente con todo lo que tenemos que aprender en la vida, encima hay que enfrentar el terrible problema de desaprender lo que ya sabíamos y no nos sirve, de borrar los archivos previos que ya se han quedado obsoletos. –Inés.

-He vivido lo mío, me he comprometido lo mío, y aun así, estoy aquí de vuelta, en la casilla de salida y dispuesta a intentarlo de nuevo. –Inés.

-El tiempo no existe, solo existe lo que está pasando ahora. –Inés.

-Solamente era cosa, pensaba, de avanzar un poco y avisarle que su espera había terminado y que sus ruegos y buenas acciones, después de todo, sí habían tenido recompensa; por fin, yo había llegado a su vida. –Inés.

-Tal vez puedas pasar por alto su firme convicción de que las playeras de superhéroes son el súmmum de la elegancia. –Inés.

-Sin darme cuenta ni a qué horas ni cómo, me brotó en el alma una especie de gemela maligna que se dio a la tarea de masacrar a mi parte más rescatable. –Inés.

-Para todo fin práctico, me convertí en una llenadeodio hecha y derecha. –Inés.

-A pesar de que en general estoy convencida de que lo estoy haciendo todo súper bien, y estoy tomando las decisiones correctas, resulta que de pronto me invade la angustia, dudo de mi propio juicio y me empiezo a cuestionar todas y cada una de mis decisiones. –Inés.

-Quieres un compañero, un cómplice y un escucha, no para que te resuelva la vida, ni tú a él la suya, sino para que entre los dos vayan resolviendo las propias y construyendo al mismo tiempo un proyecto común. –Inés.

-En lugar de transmitir que lo mío son los riesgos y no me importa desafiar de vez en cuando las convenciones, lo único que logré combinando ese saco y esa bolsa fue parecer el hermano daltónico del payaso Rabanito. –Inés.

-Si el pez supiera lo bien que se siente llegar por las noches a casa, abrazar a la bicicleta y contarle lo hermoso y lo difícil del día, tal vez se daría cuenta de que su vida, con todo y que se divierte de lo lindo en su pecera, está un tanto vacía. –Inés.

-Con prestar un mínimo de atención, es posible adivinar desde los intercambios más tempranos a qué obedece la soltería de la persona que tenemos enfrente, y lo que nos queda es decidir si podemos o no solventar o negociar esos motivos. –Inés.

-Encontrarnos a nosotras mismas como mujer es un privilegio de sensatez. –Inés.

-Ya para cuando me di cuenta y pude empezar a cambiar unas cosas, me había convertido en eso que juré solemnemente que jamás iba a ser: una mujer cuya vida estaba atravesada por la necesidad apremiante de conseguirse un hombre. –Inés.

-A estas alturas de tu vida, sólo tú puedes responder con alguna eficacia si quieres un novio o no, y si sí, para qué. – Inés.

-Parte del gran trabajo de hacerse mayor consiste en reconocer que cargamos enseñanzas y discursos que no son nuestros, y que absorbimos sin cuestionarlos, ponerlos a examen y quedarnos con los que nos sirven, independientemente del qué dirán. –Inés.

-Queremos que entiendan qué queremos, cuando nosotras mismas ni siquiera lo tenemos muy claro.-Inés.

-Ya después, con un poco de distancia, perspectiva y bastante análisis, me di cuenta que había muchas cosas que me había inventado y que la cosa no estaba tan grave, pero en ese momento (…) pensaba me mi familia me veía como un caso perdido. –Inés.

-Si me descuidaba tantito, el mundo entero empezaba a colocarme el horrendo apelativo de “señora”, y ni modo que les saliera con la aclaración, (…), de se-ño-ri-ta, me hace usté’ el favor. –Inés.

-Las mujeres debían ser inteligentes, sensatas, prácticas, compasivas, aunque sin dejarse llevar demasiado por sensiblerías, y, por supuesto, debían estudiar y trabajar. –Inés.

-Yo, a quien me lo pregunte, le digo que soy feliz. –Inés.

– A los treinta, en cambio, te sorprendes usando las frases de tu mamá que juraste no repetir nunca. –Inés.

-¿Qué es lo que nosotros queremos de nuestra vida? Más allá de lo que esperan los demás… ¡A  los treinta y tantos ya no hay que quedarse con las ganas de hacer nada! –Inés.*

-Las decisiones correctas no se toman ni borrachas ni en una boda. –Inés.*

-Mi historia no es ese tipo de historia. Mi historia no termina en boda. –Inés.*

-Esto se acabó. Voy a comenzar de nuevo. –Inés.*

– Vivir sin compromisos y sin ataduras tiene su magia. –Inés.*

-Libertad es atreverse. Es vivir sin miedo. –Inés.*

-Ni señora, ni señorita. Soy una mezcla de lo que he vivido por el mundo, de las personas que he conocido, de lo bueno y lo malo que he vivido. Cada quien tenemos una historia que nos define. No existe un hombre para lo que somos. Solo somos, y eso me parece perfecto. –Inés.*

-Solo existe lo que está pasando ahorita. El momento presente. Le damos mucha importancia a nuestras deudas con el pasado o el futuro. Solo existe esto. Este cuadro exacto de la cinta, no el final de la película. Siempre estamos a la mitad. –Inés.*

-Es que ya tengo treinta y tantos. ¿Y si esta era mi última oportunidad? –Inés.*

-Es que yo no tengo que estar con nadie. ¿Quién me convenció de lo contrario? ¿Con qué argumento? –Inés.*

-No me digas eso, y menos en este momento que creí que sabía lo que quería. –Inés.*

-Lo que realmente me importa es que te extraño. –Inés.*