Revolución de Mayo: qué fue, antecedentes, causas, consecuencias
¿Qué fue la Revolución de Mayo?
La Revolución de Mayo fue la serie de eventos históricos que acontecieron entre el 18 y el 25 de mayo de 1810 en la ciudad de Buenos Aires. En esos momentos, la localidad era la capital del virreinato del Río de la Plata, una entidad territorial que pertenecía al Imperio español.
En 1808, España había sido invadida por las tropas francesas comandadas por Napoleón Bonaparte. El emperador había obligado a los reyes españoles a abdicar y había colocado en el trono a su hermano José. Esto desató una serie de acontecimientos en todas las colonias españolas en América que llevarían a la independencia de las mismas.
En Buenos Aires, además, los criollos habían creado un sentimiento de unidad tras su resistencia ante las invasiones inglesas. Ese grupo social se sentía discriminado por las leyes que les impedían acceder a los puestos de poder en favor de los nacidos en la península, a pesar del creciente poderío económico que estaban consiguiendo.
Esos factores, unidos a otras circunstancias internas, motivaron la insurrección en Buenos Aires. El día 25 de mayo, estos eventos concluyeron en la destitución del virrey y su sustitución por la Primera Junta de Gobierno. Aunque no hubo una declaración de independencia formal, este organismo se considera como un antecedente claro de la posterior independencia de Argentina.
Antecedentes
Tras lograr rechazar las invasiones inglesas, los criollos desarrollaron un nuevo sentimiento de unidad.
Por otra parte, España había sido invadida por los franceses en 1808, lo que provocó que no pudiera atender sus colonias americanas. En ellas, la intención de buscar un mayor autogobierno comenzó a extenderse.
Invasión napoleónica
Después de invadir España, Napoleón Bonaparte obligó a abdicar al rey Fernando VII para colocar a su hermano, José Bonaparte, en el trono.
En la península, los que resistían a los franceses crearon 18 juntas en nombre de la soberanía del rey. Aunque intentaban recuperar el territorio, la falta de un mando central provocó que fueran cayendo una a una.
La última de ellas, la Junta Central de Sevilla, también terminó por ser derrotada por los franceses. La noticia de su caída fue el antecedente inmediato de la revolución que se desarrolló en Buenos Aires.
Situación en el virreinato
Después de derrotar a los ingleses, el pueblo de Buenos Aires rechazó que el virrey Rafael de Sobremonte recuperara el cargo, ya que había huido de la ciudad en pleno ataque. En su lugar fue nombrado Santiago de Liniers, héroe de la resistencia.
La gestión de Liniers, sin embargo, recibió pronto fuertes críticas, sobre todo por parte del gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío. Este señaló que el origen francés del virrey lo incapacitaba para ocupar el cargo en un momento en el que España y Francia estaban en guerra.
Aunque no pudo derrocar a Liniers, Elio formó una Junta de Gobierno independiente de Buenos Aires.
Asonada de Álzaga
En enero de 1809, el alcalde de Buenos Aires, el comerciante español Martín de Álzaga, encabezó una revuelta para destituir a Liniers. El primer día de ese mes, Álzaga formó en un Cabildo abierto una Junta de Gobierno presidida por el mismo. Esta asonada contó con el apoyo de parte del pueblo y de las milicias españolas.
Cornelio Saavedra, al mando de las milicias criollas, rodeó la plaza e hizo huir a los sublevados. Tras esto, el poder militar quedó en manos de los criollos que habían defendido a Liniers.
Nombramiento del virrey Cisneros
La Junta Suprema Central en España intentó poner punto final a las disputas en el virreinato del Río de la Plata. Para ello, ordenaron la destitución de Liniers y nombraron como nuevo virrey a Baltasar Hidalgo de Cisneros. Sus instrucciones fueron muy claras: detener a los partidarios de Liniers y a los criollos que, en secreto, buscaban la independencia.
Javier de Elío aceptó al nuevo virrey como autoridad y procedió a disolver la Junta de Montevideo. Por su parte, Cisneros reorganizó las milicias españolas que habían sido disueltas tras su participación en la asonada de Álzaga.
El nombramiento del nuevo virrey contó con el rechazo de algunos jefes militares criollos, como Saavedra, Castelli o Belgrano. No obstante, Liniers se mantuvo leal a los españoles.
Agitación revolucionaria en el Alto Perú
Los movimientos de descontentos no se limitaban a Buenos Aires. En el interior del virreinato, sobre todo en el Alto Perú, también se sucedieron algunas rebeliones.
Así, una revolución acaecida el 25 de mayo de 1809 terminó con la destitución del presidente de la Real Audiencia de Charcas o Chuquisaca, Ramón García de León y Pizarro. Este había sido acusado de apoyar a los portugueses.
El 16 de julio, una rebelión en La Paz obligó a que el gobernador intendente y el obispo de la ciudad abandonaran sus puestos. El poder fue asumido por el Cabildo, primero, y por la Junta Tuitiva de los Derechos del Pueblo, después.
Mientras que la primera de estas revoluciones no cambió la fidelidad al rey, la segunda llevó a una declaración de independencia.
Los españoles reaccionaron pronto a ambas rebeliones. Sus tropas aplastaron al movimiento independentista de La Paz, mientras que Cisneros envió tropas para sofocar la Revolución de Chuquisaca.
Reformas económicas y medidas políticas de Cisneros
Cisneros instauró en noviembre de 1809 el libre comercio con el resto de las potencias europeas, pero ante la presión de los comerciantes que practicaban el contrabando procedió a anular la orden. La reacción negativa de Gran Bretaña y de los sectores ganaderos provocó que Cisneros decretara una prórroga al libre comercio hasta el 19 de mayo de 1810.
Por otra parte, Cisneros fundó en noviembre de 1809 el Juzgado de Vigilancia Política con el propósito de perseguir a los afrancesados y los independentistas.
Causas de la Revolución de Mayo
Con la llegada al trono español de la Casa Borbón, en el siglo XVIII, se realizaron una serie de cambios legislativos que afectaron a la relación de la metrópolis con sus colonias americanas. Las denominadas Reformas borbónicas supusieron, entre otras cosas, que los territorios americanos fueran más dependientes políticamente de la Corona española.
Entre las reformas promulgadas se encontraba la creación, en 1776, del virreinato del Río de la Plata, con Buenos Aires como capital.
Por otra parte, la invasión francesa de España colocó a las autoridades del virreinato en una situación complicada. La abdicación del rey español provocó un vacío de legitimidad que impulsó los deseos emancipadores de los criollos.
Monopolio comercial de España
Todo el comercio exterior que se realizara desde el virreinato tenía que ser a través de España, ya que cualquier actividad comercial con otros países estaba prohibida.
Esto era muy perjudicial para Buenos Aires, puesto que España limitó la llegada de barcos mercantes a la ciudad. La consecuencia fue un gran aumento del contrabando, que era tolerado por la mayoría de las autoridades locales.
Esta reglamentación provocó la aparición en el virreinato de dos grupos de presión: uno, compuesto sobre todo por criollos, favorable al libre comercio con otras potencias y otro formado por los comerciantes autorizados por la Corona española, partidarios del monopolio comercial de España.
Discriminación política
Los puestos de poder político, religioso y económico estaban reservados casi en exclusiva para los peninsulares y era la Corona la que decidía quién iba a ocuparlos. Los criollos, con un creciente poderío económico, se sentían discriminados por esta situación.
Crecimiento de Buenos Aires
La victoria sobre las tropas inglesas provocó que Buenos Aires se fortaleciera políticamente. Además, el hecho de haberse defendido sin ayudas de la metrópolis hizo que crecieran los partidarios de más autogobierno, sobre todo entre los criollos.
Durante las invasiones inglesas se fundaron las milicias criollas, fundamentales en la Revolución de mayo. Una de ellas, liderada por Cornelio Saavedra, era el Regimiento de Patricios.
Causas externas
El contexto de la época también jugó un papel importante en la Revolución de mayo. Así, la independencia de los Estados Unidos, en 1776, fue una gran influencia para los criollos que defendían la emancipación de sus territorios.
Más adelante, la Revolución francesa sirvió como amplificador de las ideas ilustradas, también presentes en la Declaración de Independencia estadounidense. Los conceptos de igualdad y libertad se convirtieron en ejes centrales de los movimientos independentistas latinoamericanos, al igual que la primacía de la razón y la defensa del liberalismo frente al absolutismo.
Las autoridades coloniales trataron de evitar que esas ideas llegaran al virreinato, pero sin éxito. Aunque prohibieron muchos libros, estos se difundían de manera clandestina.
Desarrollo
Aunque había ocurrido el 13 de enero, el ritmo de las comunicaciones en la época provocó que la noticia sobre la caída de la Junta Central de Sevilla no llegara a Buenos Aires hasta el 14 de mayo.
Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien había reemplazado a Santiago de Liniers como virrey en febrero de 1809, intentó ocultar lo ocurrido para pensar una respuesta, ya que podía poner en entredicho la legitimidad del rey Fernando VII nombrado por la Junta caída. Sin embargo, la noticia se propagó rápidamente por la ciudad.
Entre los que siguieron con detenimiento el desarrollo de los acontecimientos en España se encontraban Manuel Belgrano, Juan José Castelli y Cornelio Saavedra, jefe este último del regimiento de Patricios que había desaconsejado tomar medidas contra Cisneros.
Sin embargo, cuando Saavedra se enteró de la caída de la Junta llegó a la conclusión de que el momento de actuar había llegado. Los partidarios de Castelli optaban por la realización de un Cabildo abierto, mientras los militares criollos preferían usar la fuerza para deponer al virrey.
Viernes 18 de mayo
Cuando Cisneros comprendió que toda la ciudad conocía lo ocurrido con la Junta de Sevilla, decidió realizar un anuncio en el que afirmaba que estaba gobernando en nombre del rey Fernando VII. Este intento de calmar la situación no tuvo éxito.
Mientras, los líderes del grupo revolucionario principal mantenían frecuentes reuniones para decidir qué rumbo tomar. La noche del 18 de mayo se celebró uno de esos encuentros, con la presencia de Cornelio Saavedra. Los presentes decidieron pedir al virrey que convocara un cabildo abierto para decidir cómo debía actuar el virreinato.
Sábado 19 de mayo
A la mañana siguiente, los revolucionarios se reunieron con el alcalde ordinario Juan José de Lezica y con el procurador, Julián de Leyva. En ambos casos trataban de obtener su apoyo para obligar a Cisneros a convocar un Cabildo abierto. En la segunda reunión, afirmaron que en caso de no conseguirlo “lo haría por sí solo el pueblo o moriría en el intento”.
Por su parte, Saavedra advirtió al alcalde que “si para el lunes 21 no se convoca al pueblo, no me queda más remedio que ponerme a la cabeza y … ¡qué sé yo lo que vendrá!”.
Finalmente, los revolucionarios decidieron que Saavedra, que había ganado un gran prestigio gracias a su actuación durante las invasiones inglesas, fuera quien comunicara al virrey que debía convocar el Cabildo abierto y someterse a la decisión de los ciudadanos.
Domingo 20 de mayo
El virrey recibió primero la petición por parte de Lezica y, tras comprobar que Leyva era partidario de la convocatoria del Cabildo abierto, contactó con los jefes militares para que acudieran al fuerte esa tarde.
Antes de que los militares llegaran, los batallones de urbanos se acuartelaron y recibieron municiones. Por la tarde, Cisneros recibió a los militares y les comunicó que no pensaba que los revolucionarios pudieran hacer caer al virreinato.
Aunque algún jefe militar, como Martín Rodríguez, se mostró contrario a la opinión de Cisneros, el virrey solicitó su apoyo para resistir ante los revolucionarios. Saavedra, presente en la reunión como jefe de los Patricios, le respondió que “nosotros estamos dispuestos a sostener lo que resuelva el Cabildo abierto, y por eso lo pedimos”.
Lunes 21 de mayo
El día 21, sobre las tres de la tarde, el Cabildo se reunió para una sesión rutinaria. Enseguida aparecieron unos 600 hombres armados en la Plaza de la Victoria y exigieron la convocatoria de un Cabildo abierto y la destitución de Cisneros.
El grupo, que se autodenominó como Legión Infernal, llevaba un retrato de Fernando VII y una cinta blanca que simbolizaba la unión entre España y los criollos. Leyva intentó calmar la situación prometiendo la celebración de ese Cabildo. Sin embargo, solo la intervención de Saavedra logró que la plaza se despejara.
Finalmente, ese mismo día 21 se convocó el Cabildo abierto. A su celebración fueron invitados 450 vecinos y autoridades de la ciudad, pero el encargado de imprimir las invitaciones, partidario de los revolucionarios, imprimió más y las repartió entre los criollos.
Martes 22 de mayo
En el Cabildo abierto participaron finalmente unas 250 personas. La plaza fue tomada de nuevo por la Legión Infernal con el propósito de controlar el acceso y que los criollos fueran mayoritarios en la reunión.
El Cabildo abierto se prolongó durante todo el día y el contenido se centró en la legitimidad del gobierno y del propio virrey. Los revolucionarios afirmaban que desaparecido el monarca, el poder debía volver al pueblo.
Los partidarios del virrey defendían que la situación no debía cambiar, mientras que los contrarios sostenían que era necesario crear una Junta de Gobierno que ocupara el poder.
Entre los primeros destacó el obispo Benito Lué y Riega, que afirmó que ningún americano gobernaría esas tierras mientras hubiera un solo español en el continente.
Por su parte, Castelli defendió que el pueblo debía decidir su destino hasta que Fernando VII recuperase el trono.
Por la tarde se realizó una votación en la que venció la opción de que Cisneros debía abandonar el mando.
Miércoles 23 de mayo
Los resultados del Cabildo abierto fueron anunciados por toda la ciudad: la creación de una Junta y la convocatoria a diputados de provincias.
La mañana del 23, el Cabildo emitió un documento que retiraba el mando al Virrey y asumiendo la autoridad hasta la creación de la Junta.
Jueves 24 de mayo
Leyva propuso al Cabildo conformar la Junta en la mañana del día 24, aunque más adelante debían llegar los diputados del resto del virreinato.
Cisneros fue nombrado presidente, con dos criollos, Saavedra y Castelli, y dos españoles a su lado. El nombramiento de los dos criollos fue un intento de evitar que la revuelta se extendiera.
La noticia sobre la composición de la Junta fue recibida con enfado por el pueblo y las milicias. De nuevo, una multitud invadió la plaza, ya que rechazaba que Cisneros se mantuviera en el poder, aunque fuera en un cargo diferente al de virrey.
Ante esto, los revolucionarios volvieron a reunirse. En un contexto de tensión, decidieron pedir al Cabildo que cambiara la composición de la Junta y que Cisneros no fuera miembro.
Esa noche, Castelli y Saavedra visitaron a Cisneros para informarle de la agitación popular y el ambiente de rebelión militar. Tras exigir su renuncia, lograron que prometiera dimitir verbalmente. Tras eso, se convocó de nuevo al pueblo.
Viernes 25 de mayo
La plaza de la Victoria, actual plaza de Mayo, se llenó de milicianos en la mañana del día 25. Sus intenciones eran lograr la renuncia definitiva de Cisneros y cambiar la composición de la Junta de Gobierno. Ante el retraso de la resolución, los presentes empezaron a gritar “¡El pueblo quiere saber de qué se trata!”
La tensión llegó a tal punto que la multitud entró en la sala capitular para exigir que se aprobaran sus peticiones.
Cisneros no tuvo más remedio que presentar su renuncia. Después, se volvieron a elegir los miembros de la Primera Junta, con Cornelio Saavedra como presidente. Siete de los elegidos eran criollos, mientras que los peninsulares solo ocuparon dos puestos.
Saavedra salió al balcón y se dirigió a los que aún estaban allí reunidos. Después, se trasladó al Fuerte. Cisneros envió a un emisario a Córdoba para que informara a Santiago de Liniers sobre lo ocurrido y solicitar acciones militares contra la nueva Junta.
Proclama del 26 de mayo
El día 26 de mayo, la Junta Provisional Gubernativa de la capital del Río de la Plata, nombre completo del organismo, aprobó una proclama dirigida a los habitantes de la ciudad y a los de las provincias. En ella anunciaba su constitución como la nueva autoridad.
Consecuencias de la revolución
La Revolución de Mayo está considerada como el inicio de los acontecimientos que desembocarían en la declaración de independencia de Argentina, que tuvo lugar el 9 de julio de 1816 en el Congreso de Tucumán.
Los hechos acaecidos durante esa semana de mayo tuvieron otras consecuencias inmediatas, como la desaparición del virreinato del Río de la Plata y la introducción del concepto de soberanía.
Destitución de Baltasar Hidalgo Cisneros
Los revolucionarios bonaerenses obtuvieron su primera victoria con la destitución del virrey Cisneros. En su lugar se formó la Primera Junta de Gobierno.
Acontecimientos posteriores
El Consejo de Regencia, la Real Audiencia y la población peninsular de Buenos Aires desconfiaron desde el principio de la declaración de lealtad de los revolucionarios a Fernando VII. Por ese motivo, rechazaron la situación creada tras la formación de la Primera Junta.
La Real Audiencia se negó a tomar juramento a los componentes de la Primera Junta, a los que trataron con desprecio. El 15 de junio, los miembros de la Real Audiencia procedieron a jurar fidelidad, en secreto, al Consejo de Regencia, y mandaron misivas a las ciudades del interior del virreinato para que no obedecieran al nuevo gobierno.
La Junta convocó entonces a los miembros de la Audiencia, al virrey depuesto y al obispo Lué y Riega con la excusa de que peligraban sus vidas. Cuando estuvieron todos juntos, los embarcaron en un barco británico y los enviaron a las islas Canarias.
Una vez libres de sus rivales, la Junta nombró una nueva Audiencia formada íntegramente por criollos partidarios de la revolución.
Por otra parte, las ciudades de la actual Argentina, con la excepción de Córdoba, apoyaron a la Junta de Gobierno. Otras zonas, como el Alto Perú, prefirió no pronunciarse, mientras que en la Banda Oriental había muchos partidarios realistas.
El primer intento de derrotar la revolución partió de Córdoba, liderado por Santiago de Liniers, pero sus tropas fueron derrotadas por las fuerzas patriotas comandadas por Ocampo.
La Junta envió después expediciones militares a varias ciudades del interior para pedir su apoyo. Más adelante, diputados de esas ciudades se incorporaron al órgano de gobierno.
Disolución del territorio del Virreinato de Río de la Plata
La Revolución de mayo significó la disgregación del virreinato del Río de la Plata. Sus territorios comenzaron a distanciarse entre sí, hasta que, con el tiempo, se dividirían en varios países independientes: Argentina, Paraguay, Perú y Uruguay.
Soberanía
El triunfo de la revolución supuso la introducción en el actual territorio argentino del concepto de soberanía. Desde ese momento, los gobernantes serían elegidos por el pueblo soberano y no impuestos por la Corona u otros organismos.
Referencias
- Dirección General de Escuelas del Gobierno de Mendoza. La Revolución de Mayo de 1810. Obtenido de mendoza.edu.ar
- Cannataro, Micaela. Revolución de Mayo: causas, consecuencias y quién formó la Primera Junta. Obtenido de argentina.as.com
- Pignatelli, Adrían. Qué pasó el 25 de Mayo de 1810: la semana que vivimos en peligro. Obtenido de infobae.com
- Rei, Mary Robert. The Background of the Revolution of May 25, 1810 at the Port of Buenos Aires. Recuperado de core.ac.uk
- Minster, Christopher. The May Revolution in Argentina. Obtenido de thoughtco.com
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- New York Latin Culture Magazine. May Revolution of Buenos Aires. Obtenido de newyorklatinculture.com