Integración familiar: qué es, características, causas, importancia
¿Qué es la integración familiar?
La integración familiar es la adopción de una serie de medidas que permitan que tanto el padre como la madre compartan una gran cantidad de tiempo con sus hijos. Sería el fenómeno opuesto a la desintegración familiar, que se produce cuando existe un divorcio o separación que impide a los niños ver a una de sus figuras de referencia.
A lo largo de la historia, la familia ha sido considerada como la base de todas las sociedades. Por ello, muchas personas creen que es fundamental estudiar la mejor manera de conservar esta estructura. En la época actual, en la que cada vez hay más problemas en este ámbito, estudiar cómo promover la integración familiar es especialmente importante.
Para conseguirlo, debe trabajarse sobre diferentes ámbitos: el mantenimiento de una buena relación de pareja, la compatibilización de la vida laboral y familiar, y la adecuada atención a los niños son tres de los más estudiados, pero existen muchos otros.
Características de la integración familiar
A continuación veremos algunos de los elementos fundamentales necesarios para que se produzca la integración familiar.
Implicación de los padres en la vida del niño
La característica más importante de una familia integrada es que los adultos están involucrados de verdad en los problemas del hijo.
En el caso de una familia monoparental, como en aquellas formadas por madres solteras, el único progenitor disponible sería el encargado de cuidar al niño; pero en familias con dos figuras de referencia, ambos tienen que preocuparse por él. Sin embargo, cada vez es más raro que ambos padres estén 100 % involucrados en el bienestar de los niños.
Debido a problemas como una carga laboral excesiva, estrés, trastornos psicológicos, mala relación de pareja o simplemente una falta de comprensión entre el hijo y uno de los progenitores, muchas son las familias consideradas como desintegradas.
Para fomentar esta característica, los dos padres deben darle mucha prioridad al bienestar del niño. Entre otras cosas, es necesario que le hagan sentirse seguro en su relación con ellos; así, cuando el pequeño sienta algún tipo de preocupación, tiene que saber que puede apoyarse en sus padres para solucionarlo.
Realización de actividades conjuntas
La segunda característica de las familias integradas es que, en estas, padres e hijos comparten bastante tiempo realizando actividades interesantes y estimulantes. De esta manera, los pequeños se sienten acompañados y pueden ir experimentando el mundo a través de su relación con sus mayores.
Lo importante no es concretamente qué actividades se realicen; por el contrario, lo fundamental es que el tiempo que se pase con los niños sea de buena calidad. Esta característica puede llegar a ser muy complicada si se tiene una excesiva carga laboral. Sin embargo, con un poco de planificación, es posible conseguirlo.
Transmisión de valores
Uno de los deberes de los padres para con sus hijos es el de transmitirle a estos una serie de valores y actitudes frente a la vida que les vayan a ayudar en su desarrollo.
A menudo, esto no se hace de forma explícita; por el contrario, ocurre de manera natural a medida que se comparte tiempo de buena calidad con ellos.
Sin embargo, esta transmisión de valores es fundamental para el bienestar futuro de los hijos. Numerosos estudios muestran que actitudes como la asertividad, la resiliencia o la proactividad pueden transmitirse de generación en generación, si se lleva a cabo una educación adecuada en el hogar.
Buena relación de los padres
Este cuarto punto no tiene que ver directamente con la relación entre padres e hijos, pero sí que influye de manera indirecta en el bienestar de estos últimos. Para conseguir que los niños crezcan en un ambiente integrado, los dos adultos deben gozar de buena relación y colaborar activamente en la crianza de los hijos.
Cuando una pareja tiene muchos problemas, los niños lo detectan y, debido a que aún no comprenden cómo funciona el mundo, tienden a atribuirse la culpa. Esto afectará a su desarrollo, pudiendo causarles graves problemas de autoestima a lo largo de toda su vida.
Por lo tanto, incluso en el caso de que se produzca una separación o un divorcio, es fundamental intentar que este se dé en términos amistosos. Solo de esta manera se puede conseguir una adecuada integración familiar.
Causas de la integración familiar
La integración familiar ha sido uno de los temas más recurrentes a lo largo de la historia en prácticamente todas las culturas del mundo. Aunque no se le ha llamado siempre con ese nombre, priorizar el bienestar y la unión de las familias siempre ha sido fundamental para la salud de una nación.
Así, por ejemplo, en tiempos antiguos las religiones y la cultura se encargaban de fomentar una unión duradera entre los padres para asegurar que los niños formaran parte de una familia integrada. Esto se lograba, por ejemplo, con la imposibilidad de divorciarse y con el rechazo social para todas aquellas parejas que se separaran.
Por suerte, hoy en día hemos evolucionado más allá de esas prácticas. Sin embargo, conseguir que existan familias integradas sigue siendo fundamental para la sociedad.
Por ello es necesario que realicemos un esfuerzo consciente por proporcionarle a nuestros hijos un entorno seguro y adecuado para que se desarrollen correctamente.
Importancia
Que los niños formen parte de un ambiente en el que esté presente la integración familiar es fundamental para su desarrollo. Multitud de estudios confirman que vivir en un entorno seguro y que les dé apoyo les ayudará a tener mejor autoestima y confianza en sí mismos de adultos.
Por otra parte, esto puede provocar todo tipo de beneficios una vez que los niños crezcan. Entre otras cosas, una buena relación familiar es predictora de mejor salud física y mental, mayores oportunidades laborales y más éxito en las propias relaciones de pareja.
Por lo tanto, y debido a los cambios sociales llevados a cabo en las últimas décadas, hoy en día es fundamental estudiar nuevas maneras en las que fomentar la integración familiar.
Distintas disciplinas como la sociología o la psicología social se encargan precisamente de esto, pero aún queda mucho trabajo por hacer en este sentido.