Chovinismo: características, causas, consecuencias y ejemplos
El chovinismo o chauvinismo es un pensamiento carente de racionalidad que, mediante la exacerbación emocional, busca crear un fanatismo nacionalista, ilógico y egocéntrico sobre aquellos elementos característicos de un país o región.
Es una forma de manipulación en masa que persigue la creación de una identidad colectiva en la que el nacionalismo extremo impere y mueva cada fibra de los individuos, a un punto máximo de aflorar egoísmos mal llamados patriotas, que pueden ser defendidos hasta con sangre si es necesario.
Se trata de un término acuñado a raíz de la leyenda de aquel soldado heroico francés llamado Nicolás Chauvin, que batalló bajo las órdenes de Napoleón defendiendo a su nación con orgullo, valentía y pasión, aún a costa de su propia vida.
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– La característica principal del chovinismo es la intención permanente de demostrar que la nación propia es la mejor. Esta noción perdura y prevalece por encima de todas las cosas, haciendo irrelevante todo lo demás.
– Enaltece permanentemente la cultura propia, denigrando a las demás y menospreciando a otros países y razas.
– Se produce un apego patológico emocional en todos los ámbitos propios de lo nacional, tanto en lo territorial como en los diversos elementos idiosincráticos de la cultura.
– Busca siempre favorecer a sus iguales, sin importar si son buenos, malos o están del lado constructivo de las circunstancias.
– El chovinista defenderá instintiva y frenéticamente el entorno en donde vive por ser el lugar que le brinda seguridad, sin darle importancia a las condiciones en las que se encuentre.
– Suele también culpar a otros países u otras regiones, gobiernos y pueblos de las carencias e imposibilidades de generar el desarrollo interno, además de expresar manías persecutorias externas.
Alrededor del año 1780 fue la época en la que nació en Rockefort Nicolas Chouvin, quien años más tarde se unió al ejército de Napoleón, distinguiéndose por sus servicios y por su extrema fidelidad, devoción y lealtad a su gobierno.
Cuenta la leyenda que este soldado sufrió heridas, mutilaciones y desfiguraciones que lo llevaron a luchar hasta la muerte en el nombre de su país y en el nombre de Napoleón.
Esta exacerbada admiración y patriotismo, sirvió de inspiración para escribir muchas obras en las que se originó y empleó la palabra chauvinismo.
El chovinismo nació como una existencia romántica de la idiosincrasia de cada etnia, raza, pueblo, región o nación, cuyo carácter único e independiente debió ser asumido por sus individuos con un espíritu indomable, capaces de estar al servicio de sus ideales por encima de toda razón.
También se ha establecido que la causa principal del chovinismo se ha originado a partir de argumentos falsos que han servido históricamente para persuadir a la población, produciendo sentimientos exacerbados ya sean de tipo egocéntricos o de victimización.
Luego de la Segunda Guerra Mundial, el chovinismo quedó reducido a prácticas políticas moralmente reprochables. Actualmente estas prácticas han seguido produciéndose en países con regímenes predominantemente totalitarios, económicamente deprimidos y subdesarrollados.
El chovinisimo puede generar conductas irracionales que deriven en actitudes extremas y radicales, como la exclusión social e individual según la raza (discriminación racial), xenofobia y otros resentimientos que se evidencian en el rechazo a los demás, quienes son vistos como una amenaza a su nación.
Estas expresiones segregacionistas han producido a lo largo de la historia guerras civiles, ataques terroristas, persecuciones, torturas y hasta el aniquilamiento sistemático de personas dentro de un mismo territorio o país.
Suele producir un aislamiento nacional disfrazado de soberanía, que facilita la sumisión y la opresión por parte del mandatario. Además, puede provocar también pugnas y resentimientos internos entre los sectores distantes y contrarios al chovinismo, catalogados convenientemente como apátridas.
Si bien es cierto que tanto el chovinismo como el patriotismo inspiran sacrificio por la patria, este elemento es expresado de forma diferente en cada uno.
El patriotismo profesa un sacrificio en pro de todos y no de sacar provecho personal, menospreciando la vida social tal como sucede en el chovinismo o el ultranacionalismo.
El patriota no ve traidores y enemigos, no se victimiza ante las debilidades de su pueblo sino que las asume como batallas que se deben superar en el ámbito interno. El patriotismo no profesa amar a la patria aceptando y defendiendo lo que está mal, sino promoviendo el esfuerzo por perfeccionar lo susceptible a mejorar.
El patriota siente un justo orgullo patriótico; el chovinista siempre exhibe un nacionalismo soberbio.
El patriotismo asume su soberanía como la libertad y la independencia en todas sus formas, a partir de la madurez de sus capacidades y potencialidades como nación. El chovinismo ignora la injusticia, la corrupción y la discriminación, que son los principales enemigos de esa falsa soberanía que proclaman de forma engañosa.
El chovinismo puede verse como parte de una ideología ultranacionalista que nada tiene que ver con la justicia social, ni con el equilibrio, la moral o la paz, porque se fundamenta en sentimientos bajos de menosprecio a los demás. Su ceguera se evidencia en la incapacidad total de mejorar como sociedad y como nación.
El patriotismo persigue un amor más justo por la patria, la integridad, la dignidad humana, la conciencia, el amor y el respeto por los hermanos vecinos y por la igualdad de los derechos para todos, incluso más allá de las fronteras.
Entre los ejemplos claros de chovinismo podemos ubicar las afirmaciones de muchos gobernantes referidas a los Estados Unidos como el mejor país de mundo y sus constantes acciones militares, que definen como acciones de defensa ante agresiones de otros países.
Otro ejemplo de la historia contemporánea fue el chovinismo empleado por Adolfo Hitler en Alemania, quien argumentaba que la raza aria debía ser la única existente en el país y, justificando su ultranacionalismo, asesinó alrededor de 6 millones de judíos.
Más recientemente, una especie de retorno a estas prácticas patrioteras y chovinistas se enmarca en algunos países latinoamericanos como Bolivia, Nicaragua, México y Venezuela.
En estos casos se emplean discursos cargados de soberbia y se evidencia una ausencia de gobiernos íntegros. Hay profundas injusticias sociales, y se expresa menosprecio y odio hacia otras naciones que nada tienen que ver con el empobrecimiento económico y cultural del país en cuestión.
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