Genética forense: historia, objeto de estudio, metodología
La genética forense es una especialidad que utiliza técnicas y conocimientos de la genética y la medicina para resolver problemas judiciales. En la actualidad su principal función es la identificación de personas en base al análisis de ADN, una molécula que almacena toda la información genética de un individuo con la peculiaridad de que es única y diferente para cada ser humano.
La genética forense se aplica por ejemplo para realizar pruebas de paternidad y, en criminalística, para determinar autores de delitos o identificar cadáveres en base a fluidos biológicos o restos anatómicos.
Dentro de los primeros se analizan muestras de sangre, semen, orina, saliva, mocos o lágrimas. En tanto, para examinar restos anatómicos se precisa de piezas dentales, piel, pelos, huesos u órganos.
Por otro lado, una actividad cada vez más importante dentro de esta disciplina son las bases de datos de ADN. En ellas se carga la información genética de delincuentes, personas desaparecidas y restos humanos no identificados, que luego son utilizadas y cotejadas para resolver distintos crímenes.
Otro aspecto relevante de la genética forense es la estandarización de sistemas de control de calidad de los laboratorios encargados de analizar las muestras, para evitar errores y contaminaciones.
Índice del artículo
Historia de la genética forense
La historia de la genética forense comenzó a principios del siglo XX cuando el biólogo austríaco Karl Landsteiner consiguió identificar los cuatro grandes grupos sanguíneos (A, B, AB y 0, conocido como sistema AB0) y demostró que las transfusiones dentro de ellos eran seguras.
Luego notó que ciertas características sanguíneas se heredaban y, a partir de 1912, esto comenzó a utilizarse para confirmar la paternidad en los casos en que había dudas. Al mismo tiempo, este análisis también se empezó a usar para examinar manchas de sangre en escenas de crímenes.
El grupo sanguíneo es una clasificación realizada sobre la base de las características presentes en la superficie de los glóbulos rojos y el suero de la sangre. Las dos categorías más importantes son los antígenos (el sistema AB0) y el factor Rh
En un principio, las investigaciones criminalísticas se centraban en el estudio de antígenos eritrocitarios (sistemas AB0 y MN, factor Rh), MN), proteínas séricas, enzimas eritrocitarias y el sistema del antígeno leucocitario humano (HLA).
Con estos marcadores se podía incriminar o liberar a una persona, por tener una combinación genética igual o no la encontrada en el lugar de un crimen.
Sin embargo esta técnica tenía muchas limitaciones a la hora de analizar muestras pequeñas o degradadas, pelos o manchas de esperma, por lo que no podía ser utilizada en la mayoría de los casos.
La huella genética de ADN
Todo cambió cuando, en 1984, el genetista británico Alec Jeffreys descubrió las técnicas de la huella genética y del perfil de ADN, lo que revolucionaron la medicina forense.
Este método se utilizó por primera vez en un litigio sobre inmigración ilegal y permitió comprobar los antecedentes británicos de un niño cuya familia era originaria de Ghana y evitar así su expulsión del país.
Luego, al año siguiente, se empleó para identificar a un violador y asesino de adolescentes, a partir de las muestras de semen obtenidas de los cadáveres de dos chicas.
Otro caso famoso donde esta técnica fue empleada fue para confirmar la identidad del médico nazi Josef Mengele, fallecido en 1979, al comparar el ADN obtenido de un fémur de su cadáver con el de su viuda y su hijo.
Objeto de estudio
El principal objeto de estudio de la medicina forense son los genes. Estos conforman una cadena de ácido desoxirribonucleico (ADN) que almacena la información genética y las transmite de padres a hijos.
Gran parte del ADN es similar en todas las personas. Sin embargo, existen regiones heredadas que varían de unas a otras. De esta manera, analizando determinados fragmentos, es posible generar un perfil genético de cada individuo, que es característico y único.
Estas variaciones se conocen como “polimorfismos”. En la actualidad, la mayoría de los perfiles genéticos se realizan mediante el estudio simultáneo de entre 10 y 17 regiones cortas de ADN, conocidas como Short Tandem Repeats (SHTs).
Las mismas son analizadas en laboratorios y comparadas con muestras de casos de investigación biológica de paternidad y pericias de criminalística. Además, también se emplean para identificar cadáveres y restos óseos.
Metodología
En criminalística, por lo general las manchas, fluidos y restos biológicos son recogidos en la escena del crimen y de allí se envían al laboratorio.
Con ellos, los médicos forenses obtienen un perfil genético y lo comparan con las muestras de los sospechosos, obtenidas mediante una toma bucal con un hisopo o una extracción de sangre.
También pueden cargar la información en una base de datos, para ver si hay alguna coincidencia con el ADN de delincuentes o personas desaparecidas o con muestras halladas en otras escenas de crímenes.
Los avances dentro de la genética forense y su grado de especificación son cada vez mayores, permitiendo detectar cantidades cada vez más pequeñas de ADN.
En el futuro se prevé que, a partir de él, será posible predecir las características físicas de una persona y saber por ejemplo cuál es su color de piel, de pelo y de ojos, y otros rasgos faciales, lo que resultará muy útil durante una investigación policial.
Dificultades de esta metodología
Las principales dificultades que ofrece esta metodología son la contaminación y la valoración de las pruebas. Para solucionar la primera se crearon estándares de calidad para asegurar su control, tanto a la hora de tomar las muestras como durante su manejo en el laboratorio, pero los errores siempre son posibles.
En cuanto a la valoración de las pruebas, es importante tener en cuenta que la detección de ADN en un lugar donde se cometió un ilícito no determina la culpabilidad de una persona, por lo que es fundamental analizar el contexto.
Por ejemplo, si un individuo le da la mano a otro, deja su huella genética en él. Y si luego este se encuentra en una escena de crimen, el ADN de la persona que nunca ha estado allí también puede ser hallado.
De esta manera, la genética forense puede marcar con suma precisión de quién proviene una determinada muestra. Pero no cómo la mismo llegó al lugar.
Esto debe ser analizado minuciosamente por los tribunales encargados de impartir justicia, junto con otras pruebas que definan la culpabilidad o no de un sospechoso.
Referencias
- Euroforgen (Red Europea de Excelencia de Genética Forense) y Sense about Sience (2017). Interpretando la genética forense. Disponible en: senseaboutscience.org.
- Crespillo Márquez, Manuel y Barrio Caballero, Pedro. Genética forense. Del laboratorio a los tribunales. Ediciones Díaz de Santos. España.
- International Society for Forensic Genetics. Disponible en: isfg.org
- Carracedo Álvarez, Ángel. Genética Forense. Enciclopedia de Bioderecho y Bioética. Disponible en: enciclopedia-bioderecho.com
- Interpol. ADN. Disponible en: interpol.int
- Genética forense, Wikipedia. Disponible en: wikipedia.org