Filosofía

Solipsismo: historia, características y representantes


El solipsismo es una forma de pensamiento o corriente filosófica cuyo precepto principal consiste en que la única certeza que tiene el hombre es la existencia de su propia mente; es decir, que todo aquello que le rodea, como lo es su realidad inmediata, se encuentra sujeto a dudas.

Esto quiere decir que para los filósofos y pensadores solipsistas solo es posible asegurar la existencia del “yo”, por lo que la existencia de los otros —aquellos que acompañan a ese yo en el transcurso de su vida— no puede comprobarse; en consecuencia, se debe dudar de la presencia real de todos los demás.

solipsismo

En términos más sencillos, para el solipsismo la realidad que rodea al “yo” no puede existir por sí sola, sino que dicha realidad se trata más bien de otros estados mentales que se desprenden de ese “yo”. Entonces, todo aquello que el “yo” puede percibir no es sino un desprendimiento de sí mismo; esto incluye a las demás personas o entidades alrededor.

Para efectos prácticos, se pueden distinguir dos tipos de solipsismo: en el primer caso se trata de uno que manifiesta una tesis metafísica, que apoya la premisa de que solo existe el “yo” y las representaciones de este; la existencia de todo lo demás está sujeta a dudas.

En el segundo caso, los expertos hablan de un solipsismo gnoseológico —es decir, aquel que estudia la naturaleza y los orígenes del conocimiento—, que consiste en el hecho de que no es posible demostrar o conocer que, aparte de “mí mismo”, existen otros “yoes” (término empleado por Peter Hutchinson).

Algunos filósofos han querido refutar los preceptos de esta corriente filosófica argumentando que se trata de un egoísmo exacerbado, ya que en todo caso habría que admitir que “otros egos existen”, o que al menos “yo tengo que reconocer la existencia de otros egos”.

Para el filósofo y pensador Husserl, el solipsismo es posible en la medida en la que un sujeto no puede afirmar la existencia de aquello que lo rodea. Entonces, el universo queda reducido a uno mismo y lo que me rodea forma parte de una ficción subjetiva. En consecuencia, “solo de mí mismo puedo tener un conocimiento certero”.

Índice del artículo

Historia

Etimología y relación con los sofistas

La palabra “solipsismo” viene de la frase latina Ego solus ipse, cuya traducción más fiel quiere decir “solo yo existo”. Según algunos expertos es posible que la historia del solipsismo se remonte a los orígenes del ser humano, pues es probable que esta idea surcara por la mentalidad de los hombres desde el comienzo de su capacidad autoreflexiva.

A su vez, se cree que el solipsismo es una variante de los preceptos sofistas, pero llevados al extremo de su esencia filosófica.

Algunos consideran que las ideas platónicas salvaron a Occidente del solipsismo, porque Platón argumentó que la existencia del “yo” se encontraba intrínsecamente vinculada con la existencia del otro; para este filósofo, quien tenga la capacidad de razonar está consciente de la presencia real de su prójimo.

Aparición en los libros

En cuanto al primer uso del término, se considera que este fue empleado por primera vez en un texto llamado Monarchia solipsorum escrito por Clemente Scotti. Esta obra, publicada en 1645, consistía en un ensayo breve que atacaba algunas ideas epistemológicas de la Compañía de Jesús.

En la famosa obra La vida es sueño, del escritor Calderón de la Barça, se puede percibir cierta idea solipsista en el monólogo del protagonista Segismundo, quien afirma que no puede confiar en nada de lo que percibe debido a que todo le parece una ilusión.

Algunas filosofías orientales también se acercan levemente a esta postura, como por ejemplo el  budismo. No obstante, es necesario que el interesado sea precavido al momento de realizar esta comparación, ya que para el conocimiento oriental la presencia del “yo” más bien estorba, por lo que debe ser erradicada.

Características

Postura radical

Una de las principales características del solipsismo consiste en su carácter fuertemente radical, puesto que esta teoría gnoseológica no admite más realidad que la del sujeto que la crea o que la percibe; lo único que puede corroborarse es la existencia de la consciencia del individuo.

Estrecha relación con el idealismo y el realismo

Otra de las características del solipsismo se encuentra en la relación que mantiene esta postura epistemológica con otras corrientes del pensamiento humano, como lo son el idealismo y el realismo.

El solipsismo está vinculado con el idealismo ya que en este último se hace hincapié en la prioridad que tiene “la idea” como modo de aproximarse o de conocer al mundo; esta idea parte necesariamente del sujeto y a partir de este es que se puede deducir la realidad de aquellas cosas “existentes”.

Importancia del sujeto y del “yo” por encima de todo lo demás

Para las corrientes solipsistas, una cosa puede “ser” solo en la medida en la que el “yo” la esté percibiendo. En otras palabras, la cosa solo puede existir mediante el sujeto; sin él, ningún otro elemento podría “ser”.  Al no ser percibidas por el humano, las cosas se desaparecen.

Esto propicia la conclusión de que no es posible conocer la esencia de nada, pues todo lo conocido es tan solo una idea percibida por el “yo”. Se trata de una corriente radical dado que lleva al extremo el subjetivismo al afirmar que lo único existente es la consciencia propia, es decir, el solus ipse (“yo solo”).

Negación del otro

Como corriente filosófica y metafísica, el solipsismo ha sido fuertemente criticado por muchos estudiosos. Esto se debe a que esta forma de pensamiento posee muchas contradicciones dentro de sus premisas; además, su radicalismo en cuanto a la figura del otro resulta molesto ante cualquier postura humanista.

Se puede establecer que dentro de la doctrina solipsista existe un choque de libertades y de voluntades al momento de querer reducir —o negar— la facticidad del otro a las meras deducciones intelectivas.

Por esta razón, uno de los argumentos para desautorizar cualquier precepto solipsista se encuentra en el lenguaje: la lengua es la prueba ferviente de que existen tanto el “yo” como el “otro”, dado que el lenguaje es un hecho cultural que busca establecer comunicaciones con las otras entidades.

Sin embargo, los filósofos solipsistas se defienden de este argumento mediante la afirmación de que el “yo” tiene la capacidad de crear a otros semejantes junto con otros lenguajes debido al aburrimiento; de este modo, el “yo” puede construir culturas, idiomas y comunicaciones, entre otros elementos.

Representantes

George Berkeley

Según los conocedores del tema, uno de los principales representantes del solipsismo fue George Berkeley, quien inspiró sus teorías en algunas ideas de la filosofía inglesa y de autores como Bacon, Locke, Newton, Descartes y Malebranche.

Se considera que los postulados de Berkeley son el resultado de una combinación entre el pensamiento empirista radical y la metafísica platónica, por lo que utilizó los argumentos empiristas para defender sus doctrinas metafísicas.

Sin embargo, en sus últimos años Berkeley se dejó consumir en su totalidad por las ideas platónicas, dejando de lado el empirismo.

La doctrina de este filósofo se fundamenta en la idea principal del rechazo a la existencia objetiva de la realidad tanto inmediata como material, pues esta se encuentra supeditada a la percepción del hombre; en consecuencia, la mente es el único lugar en donde se encuentra la verdadera existencia de las cosas.

Dos dificultades elementales

Esta afirmación del filósofo tuvo que enfrentarse a dos diatribas principales: la duración de las cosas y el concepto de unidad. En el primer caso el filósofo tuvo que admitir que, al parar de percibir o al momento de percibir una cosa, el sujeto —el “yo”— crea, destruye y vuelve a fabricar al objeto nuevamente.

Por ejemplo, al mirar un árbol, si el observador cierra los ojos y los vuelve a abrir, ha tenido que destruir dicho árbol para así poder crearlo de nuevo.

En el segundo caso el cuestionamiento surge a partir de la identidad del objeto percibido. Es decir, para mantener la coherencia en el discurso, Berkeley tuvo que defender la idea de que al abrir y cerrar los ojos varias veces no se está observando al mismo árbol, sino que se trata de muchos árboles que se han construido y destruido de manera continua.

Christine Ladd-Franklin

Esta filósofa aseguraba que el solipsismo era completamente irrefutable ya que, según la autora, todos los seres humanos nos encontramos a merced del “predicamento egocéntrico”.

Esto lo defendió mediante la idea de que todo el conocimiento que el ser humano aprehende llega a él gracias a los sentidos, a nuestro cerebro y a la forma en la que este procesa la información.

Por lo tanto, el hombre se encuentra mediatizado y limitado por su forma de aprehender el conocimiento exterior: la única certeza es la propia percepción, lo demás no puede ni conocerse ni asegurarse, ya que nos resulta imposible acceder a ello.

Según Martín Gardner, esta forma de pensamiento solipsista se asemeja a la creencia de que el “yo” actúa como una especie de Dios, debido a que tiene la capacidad de crear absolutamente todo lo que le rodea, tanto lo bueno como lo malo, tanto el dolor como la alegría; todo esto está guiado por el afán de conocer y de entretenerse a uno mismo.

Referencias

  1. Cazasola, W. (s.f.) “El problema del solipsismo: algunos apuntes desde la fenomenología”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Círculo de Cartago: circulodecartago.org
  2. Kazimierczak, M. (2005) “El concepto del solipsismo en la escritura postmoderna de Borges”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Dialnet: dialnet.com
  3. Petrillo, N. (2006) “Consideraciones en torno a la reducción solipsista”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Dialnet: dialnet.com
  4. Sada, B. (2007) “La tentación del solipsismo epistemológico”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Cuadrante, revista estudiantil de filosofía: issuu.com
  5. Wittgenstein, L. (1974) “Philosophical investigations”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Squarespace: squarespace.com
  6. Agudo, P. “En torno al solipsismo”. Recuperado el 18 de marzo de 2019 de Culturamas: culturamas.es