Cómo tomar decisiones personales importantes en 7 pasos
Aprender cómo tomar decisiones personales importantes es esencial para seguir el camino que mejores resultados produzca en tu vida. En este artículo te explicaremos cómo hacerlo con varios ejemplos. A partir de ahora comenzarás a superar tus momentos de indecisión y ser más decidido.
¿Te has parado alguna vez a pensar la influencia que han tenido ciertas decisiones en tu vida? En realidad, seas consciente de ello o no, hagas lo que hagas, cada día entras en un proceso de toma de decisiones.
Puede haber momentos en los que tengas que elegir una opción u otra y no volver atrás. Sin embargo, esos casos son excepciones y en la gran mayoría de las ocasiones se puede corregir y recapitular.
¿Cómo tomar buenas decisiones?
1. Piensa en lo que quieres. ¿Cuál es tu meta?
Vas a tomar muy malas decisiones si no sabes lo que quieres, es decir, cuál es tu objetivo. Y de hecho, es imposible que sepas qué decisiones tomar si no sabes a dónde quieres llegar.
Pregúntate:
- Qué metas quieres conseguir.
- Qué quieres cambiar.
- Cómo te quieres sentir.
Reflexionar es bueno porque te permite pensar sobre tu situación, sobre qué determina esa situación, sobre qué aspectos de la misma quieres cambiar y sobre a dónde quieres llegar o qué quieres tener.
2. Piensa en las consecuencias
A veces es necesario tomar un camino u otro en la vida.
Por ejemplo, yo tuve que decidir si quedarme en Chile a trabajar o volver a España. Finalmente volví a España, esa decisión me llevó a volver y cientos de decisiones más me han llevado a mi situación de hoy.
En su momento pensé en las consecuencias de quedarme en Chile y no lo hice.
Una técnica que aprendí en un proceso de coaching es la siguiente. Sirve para cuando tienes que decidir si elegir una opción u otra:
En la mitad de una hoja, haz un dibujo de ti mismo si hubieras tomado una elección. ¿Cómo serías y cómo te encontrarías? Por ejemplo, haber elegido un trabajo en tu país.
En la otra mitad, dibuja cómo estarías si hubieras tomado la otra elección. Por ejemplo, haberte ido al extranjero a trabajar.
3. Aumenta el pastel
En negociación se llama “aumentar el pastel” a aumentar el número de cosas que entran a formar parte de una negociación.
Por ejemplo, en lugar de negociar solo la venta de una casa por dinero, se podría negociar la venta de la casa más un terreno anexo por dinero. En este caso, el terreno anexo es “el aumento de pastel” y se estaría ofreciendo algo más que la casa.
Normalmente, en negociación ese “aumento del pastel” lo conforman objetos o servicios que suponen apenas pérdidas para quien los ofrece.
Ese “aumento de pastel” pueden ser objetos o servicios y en el caso de las decisiones sería ampliar el número de opciones que tienes.
¿Por qué te ibas a volver loco en tener que decidir entre un chico/a u otro cuando hay tantas personas que conocer?
Lo mismo con cualquier decisión que puedas tomar; no te limítes.
4. Elimina opciones y elige la mejor alternativa
Ahora que ya sabes qué quieres o cuál es tu meta, podrás eliminar las opciones que impiden llegar a ellas.
- Si lo que quieres es adelgazar, es evidente que la elección de ir a un bufett libre queda eliminada.
- Si quieres estudiar una carrera universitaria, todas las demás opciones -trabajar, estudiar una formación menor- quedan eliminadas.
- Si quieres estudiar una carrera de salud, todas las demás quedan fuera.
- Si tu meta es ser un gran profesional del sector de ingeniería, los libros o cursos que te ayudarán a aprender más quedarán limitados a ese rango.
Por otra parte, las decisiones que tomes también estarán basadas en las reglas que tengas.
Puedes tener la regla de no gastarte más de X dólares/euros en unos zapatos, o la de aceptar hasta cierto grado de calidad.
Las mejores alternativas serán las que se adaptan a tu meta (paso 1) y serán las que tendrás que escoger.
5. Toma decisiones en la misma dirección
No puedes saber a qué situación particular te va a llevar una decisión, pero tomar muchas decisiones en la misma dirección aumentarán mucho las probabilidades de que consigas el resultado que deseas.
Por ejemplo, tomar decisiones constantes en la dirección de “crecer como profesional” te llevará a decidir realizar cursos, leer libros, juntarte con buenos profesionales de tu sector, ir a conferencias…
Ejemplos:
-Quieres adelgazar y decides eliminar las comidas con mucha grasa de tu dieta. También has decidido hacer ejercicio y no tomar alcohol cuando sales. Asimismo, te estás leyendo libros que te enseñan qué alimentos son los más saludables.
-Intentar aprobar un examen una vez puede que no sea suficiente, ni siquiera dos. Quizás tengas que decidir presentarte 10 veces antes de aprobar. Esas 10 veces en que has decidido presentarte habrán determinado tu situación final: el haber pasado el examen.
-Abres un negocio y al año te va mal, pero decides perseverar. Al año y medio has mejorado muy poco pero sigues decidido. A los 2 años has mejorado algo más, muy poco y tomas decisiones que llevan a mejorar tu negocio. Finalmente, tu negocio crece y te da para vivir bien.
6. Decide por ti mismo
Esto no hay que dejarlo pasar por alto, y la verdad es que se deja pasar por alto a menudo.
Tu situación y lo que quieres es totalmente distinto a lo que quieren los demás. Sin embargo, puedes quedar influido por otras personas. Si no lo haces ya, es necesario que aprendas a valorarte.
Por ejemplo:
- Tu meta puede ser aprobar un examen que te va a permitir acceder a un puesto de trabajo. Tus amigos te animan a salir todos los fines de semanas, incluso varios días entre semana. En ese caso, si cedes, estarías quedando influido por los demás -los cuales tienen otras metas- y no estarías influido por tus metas.
- Puede que quieras adelgazar y tus amigos quieren ir a un bufett libre. Tú te apuntas y no cumples la dieta. En ese caso también hubieras quedado influido por los demás y no por tus metas.
¿Qué tiene valor para ti?
Puedes tener en cuenta la opinión de otras personas, aunque las decisiones las tienes que tomar basadas en lo que tú quieres.
7. Diferencia entre decisiones duras y determinantes
Las decisiones duras son las que son difíciles de tomar porque tienes que elegir entre dos opciones muy similares y en poco tiempo. Sin embargo, el resultado será muy parecido, no determinará apenas nada, una opción u otra no determinará grandes diferencias en los resultados.
Por ejemplo, estarás pensando sobre comprar un Opel o un Honda. Sin embargo, ¿va a suponer una gran diferencia en tu vida? Casi seguro que no.
Una decisión determinante sí es importante y, valga la redundancia, “determinante” porque supondrá que tengas unos resultados totalmente distintos si la tomas o no.
Por ejemplo, aceptar un trabajo en un país extranjero va a determinar que tengas que hacer nuevos amigos, que tengas que adaptarte, seguir una vida totalmente distinta, probablemente conocer alguien fuera y construir una familia.
En las decisiones determinantes necesitarás emplear más tiempo, reflexionar sobre tus metas, consecuencias y eliminar opciones. En definitiva, tendrás que hacer más lentamente y de forma concienzuda el proceso.