Francisco de Quevedo: Biografía y Obras
Francisco de Quevedo fue uno de los hombres de letras más representativos del barroco español. Fue poseedor de un ingenio y un humor negro sin igual, mezcla que le ayudaría a esparcir su fama por todo el reino. Sus dotes de escritor satírico también le llevaron a ganar la amistad de grandes letrados de la época, así como la enemistad de otros tantos.
La vida lo recibió con una discapacidad en las piernas, grandemente deformes, además de una notable miopía. Su condición sirvió de mofa para muchos, lo cual lo hizo esconderse en las bibliotecas y pasar una infancia solitaria. A pesar de su sufrimiento, algunos estudiosos aseveran que fue gracias a eso que logró su sapiencia, pues se refugió en la lectura.
Provino de una familia de baja hidalguía sirvientes del rey, situación que facilitó su acercamiento a los eruditos y a estudios de un nivel respetado. Se destacó en muchos géneros literarios, siendo la poesía uno de sus fuertes. Sus obras hoy son motivo de múltiples estudios y representan un enorme tesoro para la literatura latina y mundial.
Índice del artículo
Biografía
Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos —como fue bautizado por sus padres, aunque luego se le conocería mejor como Francisco de Quevedo— nació en 1580, el 14 de septiembre en la ciudad de Madrid. Fue un escritor de renombre perteneciente al conocido Siglo de Oro español.
Familia
Francisco fue el tercero de cinco hermanos, fruto del amor de un matrimonio aristócrata cortesano que provenía de la aldea de Vejorís. Su padre fue Pedro Gómez de Quevedo, un montañés bajo las órdenes de la princesa María —quien fuera esposa del emperador Maximiliano II e hija de Carlos V—, a quien servía como secretario.
La madre del escritor fue Ana de Santibáñez, perteneciente a la corte de damas al servicio de la reina y de la infanta Isabel Clara Eugenia. Desde muy temprana edad, con apenas 6 años, Francisco perdió a su padre, por lo que le fue asignado como tutor Agustín de Villanueva, quien fuera su pariente lejano.
Luego de la pérdida de su padre, y llevado también por la deformidad de sus piernas y lo cruento del trato de los niños, pasó su infancia refugiado en el palacio. Allí aprendió desde muy temprano los pormenores de la vida cortesana, fue en ese lugar donde su madre se percató de su peculiar y avanzada inteligencia.
Estudios
Para aprovechar sus dotes, y a sabiendas de lo cruenta de la vida para aquellos que no son iguales al resto, sus familiares lo recluyeron en el Colegio Imperial de la Compañía de Jesús, que actualmente es el Instituto de San Isidro de Madrid. Allí aprendió latín y griego y reforzó las otras lenguas romances, además de su pasión por las letras.
Con 11 años volvió a sentir el dolor que provoca la muerte de un ser querido al morir su hermano Pedro, en 1591. En el 1596 se inscribió en la Universidad de Alcalá, donde estudió Teología; allí también estudió y reforzó sus conocimientos sobre lenguas antiguas y modernas.
En Alcalá se mantuvo hasta el 1600, pero luego, en 1601, se trasladó a Valladolid donde prosiguió sus estudios de teología; el traslado se debió a que la corte de la reina se había desplazado hasta allí. Estuvo tentado a ordenarse como sacerdote, pero desistió.
Primeros poemas satíricos
Por esos años empezaron a circular en Valladolid lo que se consideran son los primeros poemas satíricos de Quevedo. Estos escritos estaban firmados bajo el pseudónimo de Miguel de Musa, y con estos el madrileño parodió la vida y obra del poeta Luis de Góngora.
Desde ese entonces se habló de una enemistad entre ambos escritores. Luis de Góngora consideró que el joven escritor quería ganar fama a costa de su trayectoria, así que le atacó como mejor lo sabe hacer un poeta: con versos denigrantes. Quevedo respondió y se ensancharon las diferencias hasta la muerte.
Labor en Valladolid
Quevedo, gracias a su verbigracia, logró calar rápidamente en el palacio. La duquesa de Lerma, encantada por sus dotes, le dio empleo.
Las letras del poeta madrileño empezaron a hacer lo suyo y su fama empezó a crecer en la ciudad. Su inteligencia fue punto común de conversas, así como su férrea crítica a Góngora.
Retorno a Madrid
En 1606 regresó a Madrid. En esos momentos se disparó su pluma y empezó a escribir como nunca antes. Fue allí donde escribió sus célebres y censurados Sueños, con un contenido tan fuera de tono que solo pudieron ser publicados 21 años después.
Sueños no fue la única obra de Quevedo en sufrir de censura, fue algo muy común en su carrera. Sin embargo, muchas copias hechas a mano recorrieron las calles.
En un principio el autor se sintió engrandecido y le convino a su fama la masificación de su obra, pero luego debió tomar medidas porque estaba perdiendo dinero al no recibir el crédito económico correspondiente por estas.
En Madrid permaneció hasta 1611. Realizó también un gran número de sátiras breves en prosa, además de obras de gran envergadura como Lágrimas de Jeremías castellanas. Aportó también una tesis donde abogaba por las áreas pertinentes al humanismo en España, llamada España defendida.
En esos años empezó a surgir en él una fuerte atracción a la demagogia aplicada a la política, razón por la cual hizo también un escrito al respecto; su obra Discurso de las privanzas es muestra clara de ello. El amor no le fue ajeno, de hecho, fue motivo oportuno en muchas de sus líricas.
Gracias al alcance obtenido, a su inteligencia y excelente dominio de la lengua castellana, ganó la amistad de Félix Lope de Vega y Miguel de Cervantes. Con ellos perteneció a la Cofradía de Esclavos del Santísimo Sacramento. En varias de sus obras, los tres escritores se elogiaron entre sí.
Una muerte con pasaje a Italia
En el 1611 Quevedo fue testigo de la vejación a una mujer. En la Semana Santa de ese año, Francisco se hallaba en los oficios respectivos.
El poeta presenció cómo un caballero abofeteó a una dama. Sin pensarlo, el escritor se envalentonó y retó a duelo al hombre. El caballero aceptó y el poeta acabó matándolo de una estocada en las afueras del edificio.
Debido a este crimen, el sátiro madrileño debió huir a Sicilia para salvaguardar su vida. Sin embargo, esa acción en defensa de la mujer le coronó de honra, caballerosidad y gallardía. En 1613 el virrey de Nápoles lo solicitó y le ofreció protección.
Agradecido y seducido por sus intereses políticos, Quevedo viajó adonde el virrey, que para ese entonces era el duque de Osuna. El duque, a sabiendas de su excelente dominio del lenguaje, le encomendó llevar a cabo unas muy arriesgadas misiones diplomáticas que tenían por fin salvaguardar el virreinato que se encontraba en riesgo.
Durante 7 años, como agradecimiento y luego por el enorme nexo de amistad que se generó entre ambos, Quevedo sirvió a Osuna en infinidad de labores. El poeta fue secretario y confidente del virrey, asistiéndolo y aconsejándolo de una manera tan virtuosa que logró estabilizar la situación de inestabilidad del virreinato.
Llegada al poder de Felipe IV
En 1621 subió al trono Felipe IV, quien fue rey de España desde 1621 hasta 1655. Conjuntamente con Felipe ascendió el conde-duque de Olivares, y en conjunto mandaron encarcelar a Osuna. A raíz de esto, Quevedo cayó en desgracia y fue desterrado a la Torre.
Osuna no soportó el encierro y murió tras las rejas, Quevedo se encargó de honrarlo y exaltarlo con unos merecidos sonetos. Toda la adversidad que rodeó a Quevedo en esos años sirvió para forjar más su carácter. El escritor tocó fondo, y de ese hundimiento afloraron victoriosas sus letras.
Luego de la muerte de Osuna, Quevedo trató en más de una oportunidad de agradar al duque de Olivares. Le escribió una muy adulante carta privada desde su destierro, donde solicitaba su libertad que, por sus atinadas palabras, le fue cedida. En agradecimiento le envió después su Política de Dios y gobierno de Cristo.
También escribió luego su reconocida Epístola satírica. En 1626 acompañó al rey de Aragón y en 1627 escribió su comedia Como ha de ser el privado, una pieza con corte netamente adulador. Gracias a estas piezas, escritas con toda intensión, logró tener buena amistad con el conde-duque, que terminó por protegerlo.
Destierro por un santo
A pesar de haber logrado estabilizarse nuevamente gracias a los oficios del conde-duque Olivares, Quevedo no pudo quedarse tranquilo. En ese momento Santa Teresa era elegida patrona de España, Quevedo se opuso y abogó por Santiago Apóstol. Olivares le advirtió que no se metiera, pero el poeta se manifestó.
Su pronunciamiento le costó el destierro en el 1628. Quevedo fue enviado esa vez al convento de San Marcos de León en calidad de exiliado. Sin embargo, a pesar de su terquedad, no pasó mucho antes de que requirieran nuevamente de sus servicios en la corte del rey.
En 1632, por la notoriedad alcanzada, se le asignó el cargo de poeta secretario del rey. El escritor lo aceptó como oficio exclusivo, negándose a ejercer otra labor que no fuese esa.
Matrimonio, trampa y muerte
En 1634 Quevedo conoció, por medio de la esposa de Olivares, a Esperanza Mendoza, una viuda. Los duques le convencieron de cortejarla y se casaron; sin embargo, muy poco tiempo después el poeta le abandonó.
Entre 1635 y 1639 se presentó una serie de eventos de corrupción alrededor del conde-duque Olivares. Estos eventos hicieron que el hidalgo dudara de su círculo más cercano, incluyendo, por supuesto, al poeta satírico.
En el año de 1639 Quevedo fue sorprendido en su lecho, ni tiempo le dio de acomodarse. Fue apresado por la guardia real y llevado al convento de San Marcos, donde purgó una condena de 4 años. Se le acusó de conspiración, conjuntamente con agentes de Francia.
La estadía en la cárcel desmoronó el semblante de Quevedo, acabándolo por completo. Al salir no era ni la sombra de lo que había sido anteriormente. Su humor y su pluma parecían desvanecidos.
Al salir libre en 1643, se fue hacia su señorío en La Torre. Luego se instaló en la zona de Villanueva de los Infantes, lugar en el que falleció luego, el 8 de septiembre de 1645.
Aquella mente brillante se vio apagada de la nada y llevada a desgracia en sus últimos años. Murió sin nada de la gloria de antaño; sin embargo, sus obras aún hoy persisten cómo claro ejemplo del ingenio y la perseverancia.
Obras
La obra de Francisco de Quevedo es sumamente amplia. No se limita simplemente al plano literario; Quevedo fue un gran pensador cuyas obras abarcaron la filosofía, la política, la crítica y la ascética, además de dedicarse a la traducción.
A continuación se muestra un pequeño compendio del total de sus obras:
Poesía
Quevedo es poseedor de una amplísima obra poética, contentiva de unos 875 poemas. En esta manejó la mayoría de subgéneros poéticos de su época: poesía amorosa, moral, inmoral, fúnebre, descriptiva, heroica y religiosa.
En vida se publicó Primera parte de las flores de poetas ilustres de España, en 1605. Póstumamente apareció la mayor cantidad de sus poemas en dos libros: El Parnaso español, en 1648; y Las Tres Musas Últimas Castellanas, en 1670.
Prosa
Obras satírico-morales
– Historia de la vida del Buscón llamado don Pablos; ejemplo de vagamundos y espejo de tacaños, en 1626.
– Sueños y discursos, en 1627: El sueño del juicio final, El alguacil endemoniado, El sueño del infierno y El mundo por de dentro.
Obras festivas
– Cartas del caballero de la Tenaza, de 1625.
– Gracias y desgracias del ojo del culo, en 1631.
– Libro de todas las cosas y otras muchas más, en 1631.
Teatro
– El caballero de la Tenaza (1625).
– El marido pantasma (1626).
– Los refranes del viejo celoso (1626). .
Obra no literaria
Obras políticas
– España defendida, y los tiempos de ahora, de las calumnias de los noveleros y sediciosos, en 1916.
– Grandes anales de quince días, en 1621.
– Mundo caduco y desvaríos de la edad, en 1621.
– Política de Dios, gobierno de Cristo, en 1626.
– Memorial por el patronato de Santiago, en 1627.
– Lince de Italia y zahorí español, en 1628.
– El chitón de Tarabillas, en 1630.
– Execración contra los judíos, en 1633.
– Carta al serenísimo, muy alto y muy poderoso Luis XIII, rey cristianísimo de Francia, en 1635.
– Breve compendio de los servicios de Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma, en 1636.
– La rebelión de Barcelona ni es por el güevo ni es por el fuero, en 1641.
Obras ascéticas
– Vida de Santo Tomás de Villanueva, en 1620.
– Providencia de Dios, en 1641.
– Vida de San Pablo, en 1644.
– La constancia y paciencia del santo Job, en 1713.
Obras filosóficas
– Doctrina moral del conocimiento propio, y del desengaño de las cosas ajenas, en 1630.
– La cuna y la sepultura para el conocimiento propio y desengaño de las cosas ajenas, en 1634.
– Epicteto y Phocílides en español con consonantes, con el Origen de los estoicos y su defensa contra Plutarco, y la Defensa de Epicuro contra la común opinión, en 1635.
– Las cuatro pestes del mundo y los cuatro fantasmas de la vida, en 1651.
Crítica literaria
– La aguja de navegar cultos con la receta para hacer soledades en un día, en 1631.
– La culta latiniparla, en 1624.
– La perinola, en 1633.
– Cuento de cuentos, en 1626.
Epistolario
Contiene todas sus cartas. Lo editó Luis Astrana Marín en 1946.
Traducciones
– El Rómulo, en 1632.
– De los remedios de cualquier fortuna, en 1638.
Referencias
- Arellano, I. y Zafra, R. (2007). Francisco de Quevedo. España: Cervantes virtual. Recuperado de: cervantesvirtual.com
- Fernández López, J. (S. f.). Francisco de Quevedo y Villegas (1580-1645). (n/a): Hispanoteca. Recuperado de: hispanoteca.eu
- Francisco de Quevedo. (S. f.). (n/a): Biografías y vidas. Recuperado de: biografiasyvidas.com
- Francisco de Quevedo y Villegas. (S. f.). España: UAH. Recuperado de: uah.es
- Biografía de Quevedo. (S. f.). España: Francisco de Quevedo. Recuperado de: franciscodequevedo.org