Conceptos y definiciones

Paralogismo: características, tipos, ejemplo


Un paralogismo es el nombre que recibe una explicación que no es verdadera. Se usa especialmente en la retórica, que tiene que ver con el análisis que se hace de la manera de hablar de las personas. También los filósofos utilizan mucho este término para ahondar sobre los pensamientos, área que tiene que ver con la lógica de las cosas.

A la hora de estudiar el discurso, los paralogismos forman parte del grupo de los silogismos, que son las ideas que se forman gracias a la unión de dos planteamientos que llevan a una conclusión. Está conclusión, en el caso de un paralogismo, es la que presenta problemas y por ende se considera como una falacia.

Retrato de Kant, uno de los principales exponente del paralogismo. Fuente: nach Veit Hans Schnorr [Public domain], vía Wikimedia Commons.

Uno de los autores más importantes en tratar el tema de los paralogismos fue el filósofo alemán Immanuel Kant (1724-1804). Hizo referencia a este tipo de argumentos en su obra Crítica de la razón.

Actualmente, muchas veces no se utiliza el término paralogismo sino que simplemente se habla de falacia. Está área de la retórica y de la filosofía también fue abordada por Aristóteles.

Hoy en día son recursos que se encuentran muy presentes en diferentes ramas. La publicidad utiliza mucho este método para persuadir a su audiencia, al igual que los diferentes actores políticos.

Índice del artículo

Historia

El término paralogismo nace del griego y se da gracias a la unión de los conceptos ‘para’, que quiere decir más allá, y de ‘logos’, que se refiere a la razón. Esto quiere decir que un paralogismo significa que lo que se expone es algo que lleva la contraria a las normas ya marcadas. En resumen es una conclusión a la que se llega, pero que no es la verdadera.

A finales del siglo XX, alrededor de los años 80, tuvo un auge el estudio de los paralogismos. El francés Jean-François Lyotard hizo posible que se dejara a un lado la teoría de este recurso y se pasó entonces a la parte práctica de su estudio y utilización.

Hoy en día no es un concepto muy utilizado ni conocido. Los filósofos o estudiosos a nivel de lingüística suelen usar mucho más el término falacia para referirse a los paralogismos.

En este sentido, es fundamental poder determinar la intención que tiene el emisor del mensaje para poder establecer cuál es su propósito a la hora de plantear un argumento. Si busca engañar a su receptor entonces se estaría hablando del tipo de falacia que tiene que ver con los sofismas.

Ya queda claro entonces que en la actualidad los paralogismos tienen la misma estructura de los silogismos, se les considera falacias y muchos autores también los definen como sofismas. La razón es que aunque pueden parecer explicaciones verdaderas, lo cierto es que carecen de sentido.

Autores y estudiosos del paralogismo

Immanuel Kant

La idea, los conceptos y todo el estudio sobre los paralogismos apunta casi en su totalidad a las obras de Immanuel Kant y al abordaje que hizo sobre el recurso filosófico y retórico. En su obra Dialéctica trascendental hay una parte en la que habló sobre la razón y fue allí donde trató de definir por lo menos dos tipos de paralogismos.

Kant llegó a establecer que existían paralogismos formales y otro tipo que se refería a los trascendentales.

Vaz Ferreira

Latinoamérica también contó con autores que ahondaron en el estudio de los paralogismos. Carlos Vaz Ferreira (1872-1958), filósofo de origen uruguayo, fue uno de los personajes más importantes en este aspecto.

Habló del recurso del paralogismo en la retórica como un fase de cierto caos, compuesta por fallos a nivel mental y de conocimiento en vez de errores a nivel de discurso como asumen otros autores.

Características

Para empezar, hay que tener cuidado a la hora de confundir un paralogismo con un sofisma. Aunque muchos autores a veces los comparan y se refieren a ellos como si fueran lo mismo, tienen algunas diferencias (obviamente también similitudes).

Para empezar, son planteamientos que no se pueden considerar como verdaderos; lo que quiere decir que la conclusión a la que se llega después de planteadas las premisas es falaz. Ambos tienen la misma estructura y, en este sentido, son iguales a los silogismos o a los entimemas, que son planteamientos que omiten una premisa pues puede ser inferida.

Ahora, la gran diferencia se encuentra en la intención que tiene el emisor del mensaje cuando formula su argumento. Los paralogismos no tienen la intención de engañar al receptor del mensaje planteando una idea que no es cierta. El error ocurre por culpa de un mal análisis o una reflexión incorrecta. Contrario a lo que sucede con los sofismas.

Luego, existen diferencias según el tipo de paralogismo que ocurra. Algunos dependen de la forma en la que se plantee el argumento, mientras que otros paralogismos se centran en el contenido erróneo que se plantea.

Los paralogismos están conformados por dos planteamientos (uno principal y otro secundario) que permiten que se llegue a una conclusión.

Tipos de paralogismos

Clasificar los paralogismos depende mucho de los autores. En este sentido hay tres tipos en los que coinciden la mayoría de los estudiosos, aunque normalmente se refieren a ellos como falacias. 

Para empezar están los paralogismos formales que tienen que ver con el proceso de análisis o reflexión del emisor del mensaje.

Luego, están aquellos que no se consideran formales y que a su vez se dividen en otros dos tipo: ambiguos y de atinencia.

Sobre el primero habló mucho Aristóteles en sus trabajos. Tiene que ver con los problemas con el uso del lenguaje o las diferencias en los idiomas. Pueden suceder los paralogismos porque se confunden términos o por los diferentes significados que pueden adoptar.

Por atinencia tiene que ver mucho con la estructura de este tipo de falacia. Para empezar, si los paralogismos tienen dos premisas, la mayor y la menor, cuando se da una falacia por atinencia es porque no existe una relación correcta entre las dos premisas que se utilizan. Por ende, la conclusión a la que se llega al final no tiene sentido o lógica de la cual sustentarse.

Son muchos los paralogismos que se pueden dar de esta forma. Puede ocurrir cuando se trata de refutar una idea y en vez de hacerlo con argumentos válidos lo que se hace es atacar al otro participante. Aunque los ataques a veces pueden ser contra algunos de los interlocutores o contra el contexto en el que están.

También puede ocurrir cuando se quiere imponer un argumento a la fuerza. Al final autores como el filósofo estadounidense Irving Marmer Copi, en su obra Introducción a la lógica, habló de este tipo de falacia de atinencia, en la que los paralogismos pueden ocurrir por 18 razones diferentes.

Ejemplo

­- Cuando me fui a vivir a Argentina dejé de tomar café y empecé a tomar mate. No te imaginas cómo mejoró mi alergia al polvo.

En este caso, para empezar hay que determinar la intención del emisor del mensaje. Si construyó el argumento para engañar al receptor de alguna forma, entonces debe considerarse como un sofisma, pero si no tuvo intención alguna de engañar entonces si es un paralogismo.

Además, es un argumento falaz porque la cura de las alergias al polvo no depende de ninguna forma de las bebidas que se toman. En este ejemplo se estableció un proceso de causa y efecto que no es real.

Referencia

  1. Hasker, W. (2015). Emergent Self. Cornell University Press.
  2. Palmquist, S. (2010). Cultivating personhood. Berlin: De Gruyter.
  3. Peczenik, A., Lindahl, L. and Roermund, B. (1984). Theory of legal science. Dordrecht, Holanda: D. Reidel.
  4. Sallis, J. (2005). The gathering of reason. Albany: State University of New York Press.
  5. Schreiber, S. (2003). Aristotle on false reasoning. Albany: State University of New York Press.