Cultura general

¿Qué era el Yachaywasi de los Incas?


El yachaywasi (“Yacha Huaci”, en lengua aborigen) de los incas era el nombre que se le daba a un espacio que funcionaba como casa de enseñanza y en ella vivían los sabios y maestros de aquella república.

Estos eran llamados amauta y haráuec, palabras que significan filósofo y poeta respectivamente, perfiles muy estimados y respetados por los incas y todo su imperio.

La aparición del yachaywasi como parte del estudio sobre la cultura inca se popularizó a través de los trabajos histórico-literarios de Garcilaso de la Vega, específicamente en su trabajo titulado Comentarios reales de los incas.

Según Garcilaso de la Vega, las casas de enseñanza fueron fundadas por el rey Inca Roca, cuyo nombre significa príncipe prudente y maduro.

Inca Roca fue el primero en ser llamado gobernador supremo y sexto soberano del Cracazgo del Cuzco, primer Inca de la dinastía Hanan Cuzco y quien llegó al poder a través de un golpe de Estado a Cápac Yupanqui.

Características del yachaywasi de los Incas

La educación era dirigida por el Estado Inca y dentro del Tahuantinsuyo, como llamaban a su región, coexistieron los yachayhuasi y acllahuasi como institutos de formación para hombres y mujeres, respectivamente.

La educación era un aspecto esencial para que el aparato organizativo, de planificación y orden de su estructura gubernamental funcionara de manera productiva.

El yachaywasi también era llamado “casa del saber” y fungió como escuela para los jóvenes de clase alta, integrantes de las familias reales.

De ese centro de enseñanza egresarían los más preparados para convertirse en la clase dirigente.

La educación incaica estuvo destinada, principalmente, a la preparación de la elite inca: sólo eso ayudaría a cumplir los fines del poderoso Imperio inca, los cuales, primariamente, se referían a la planificación, la organización y la dirección política y territorial.

Formación dentro del Yachaywasi

La educación de los hombres tenía una duración de cuatro años y, básicamente, el pensum se dividía en cuatro materias principales: lengua, religión, aprendizaje de los quipus y, quizás una de las más representativas, historia del Tawantinsuyu vinculada al arte militar.

Los amautas, equivalentes a filósofos, maestros o sabios en lengua quechua, se encargaban de la rigurosa preparación para el desempeño de los cargos más elevados y las comprometedoras responsabilidades futuras.

Los jóvenes empezaban sus estudios a los 13 años y terminaban a los 19, aproximadamente.

Para completar su estricta preparación, como es de costumbre en las civilizaciones indias, se realizaba una ceremonia especial de graduación que se desarrollaba en un lugar llamado “huarachico” o “huara-chicuy”, a la cual asistían los más altos funcionarios que gobernaban el Estado Inca.

En dicho protocolo de graduación se ejecutaban pruebas de difícil desempeño atlético en las que los jóvenes graduandos y victoriosos hacían una demostración de hombría, masculinidad y virilidad, lo que los hacía poseedores de la “huara” o la “truza”, un emblema que daba a entender sabiduría y madurez.

Áreas de estudio dentro del yachaywasi

El estudio y las prácticas de la lengua no se circunscribían a la gramática, también se ocupaba de las artes: poesía, teatro y, muy probablemente, la música.

Por otro lado, la enseñanza de los quipus que, en lenguaje quechua, significa nudo o ligadura, tenía que ver con el ejercicio de los números a través de cuerdas de lana de diversos colores.

Ésta última herramienta fue bastante utilizada por contadores que administraban el Imperio inca.

Otros investigadores de la cultura Inca dicen que pudo haber sido usado como un sistema gráfico de escritura. Su invención se le atribuye a las civilizaciones andinas en general.

Las enseñanzas o creencias religiosas rondaban en los parámetros de una cosmovisión o filosofía cosmogónica.

La población del tahuantinsuyo, como se le denominaba al territorio del Imperio inca, no tenía un concepto indeterminado de Dios y tampoco se tenía una creencia absoluta por un solo ente.

No existía una palabra que definiera a Dios. Los Incas eran politeístas y sus dioses o divinidades tenían carácter local, imagen y sentidos específicos.

La fe en el tahuantinsuyo o tawantinsuyu, representaba las partes de la vida de un inca: sus tradiciones, su trabajo, sus alabanzas, sus fiestas, sus ceremonias, sus creencias religiosas, su vida en comunidad, etc.

Como parte de su filosofía y religiosidad, para definir a la fuerza vital que poseía o animaba todas las cosas que existían en la tierra, los incas usaron el vocablo “camaquen”.

Según la fe del tahuantinsuyo, los seres vivos, también los muertos, tenían “camaquen”, incluso algunas formas de la naturaleza como piedras, cerros, lagunas y hasta objetos inanimados con los que tenían vínculos sagrados lo poseían también.

En las prácticas católicas, un cuerpo muerto ya no tiene alma, pero en la fe del tahiantinsuyo, los muertos eran tan respetados como los vivos.

El politeísmo y el “camaquen” no fueron bien procesados por los colonizadores españoles, quienes con sus creencias católicas confundieron el vocablo inca con la definición de “alma”, cosas que, si bien se asemejan, no se refieren a lo mismo.

Después de la colonización europea, los sacerdotes católicos hermanaron, a manera de adaptación, a Wiracocha como “el dios creador”, concepto que intentó anular la tradición politeísta y parte de la cosmovisión andina.

Yachaywasi en el resto de la sociedad Inca

El resto del pueblo, el hombre común o, en lengua quechua, los “hatunrunas”, en su mayoría indios muy humildes, quedaban descartados para recibir tan distinguida educación: los yachaywasi representaban la máxima entidad educadora de la nobleza masculina.

Aunque se seguía pensando en que ser parte de una de estas casas de estudio era un privilegio, en cambio, el acllahuasi, era la casa de enseñanza de las mujeres escogidas para recibir preparación cultural.

No era necesario que fueran parte de la realeza, sólo tenían que ser vírgenes, jóvenes, hermosas y aceptar vivir encerradas en la Casa de las Acllas.

La educación del resto de las familias incaicas consistía en el refuerzo de los conocimientos prácticos, la cual empezaba por el hogar, la comunidad e iba dirigida a las actividades vinculadas con el sustento diario como la agricultura y la construcción.

Referencias

  1. Ballesteros Gaibrois, M., & Bravo Guerreira, M. (1985). Cultura y religión de la América prehispánica. Madrid: Editorial Católica.
  2. Rostworowski, M. (2015). Historia del Tahuantinsuyo. Lima: Instituto de Estudios Peruanos.
  3. Vega, I. G. (1608). Comentarios reales de los Incas. Lisboa.
  4. Vega, I. G., Rodríguez Rea, M., & Silva-Santisteban, R. (2009). Comentarios Reales de los Incas. Lima: Universidad Ricardo Palma.