Trastornos mentales/Psicopatología

Retraso mental leve y moderado


El retraso mental es un trastorno del desarrollo neurológico generalizada que se caracteriza por un deterioro significativo de funcionamiento intelectual y adaptativo. Se define por un puntaje de CI inferior a 70, además de déficit en dos o más conductas adaptativas que afectan a la vida cotidiana.

El retraso mental se subdivide en sindrómico, en el que hay déficits intelectuales asociados con otros signos y síntomas médicos, y el no sindrómica, en el que los déficits intelectuales aparecen sin otras anomalías. El síndrome de Down y el síndrome X frágil son ejemplos de discapacidades intelectuales sindrómicas.

Los términos discapacidad mental y retraso mental se inventaron a mediados del siglo XX para reemplazar el conjunto anterior de términos, que se consideraban ofensivos. El término discapacidad intelectual es ahora preferido por la mayoría de los defensores e investigadores.

Las personas con discapacidad intelectual pueden aprender nuevas habilidades, pero las lo hacen más lentamente. Para medir los comportamientos adaptativos de un niño, un especialista observará las habilidades del niño y las comparará con otros niños de la misma edad.

Las habilidades mentales generales que se examinan con el fin de diagnosticar el retraso mental incluyen: razonamiento, resolución de problemas, planificación, pensamiento abstracto, juicio, aprendizaje de la experiencia y comprensión. Estas habilidades se miden usando pruebas de inteligencia administradas individualmente que son dadas por un profesional capacitado.

Índice del artículo

Retraso mental según el DSM

El DSM-IV-TR, manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, habla de retraso mental y lo engloba dentro de los trastornos de inicio en la infancia, niñez o adolescencia.

La definición de esta condición del desarrollo es abordada por el DSM en función de una serie de criterios clínicos que deben estar presentes en una persona para que ésta pueda ser diagnosticada: capacidad intelectual significativamente inferior al promedio y déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual.

A. Capacidad intelectual significativamente inferior al promedio: un Coeficiente Intelectual (CI) aproximadamente de 70 o inferior en un test de CI administrado individualmente (en el de niños pequeños, un juicio clínico de capacidad intelectual significativamente inferior al promedio).

  • Retraso mental leve: CI entre 50-55 y aproximadamente 70.
  • Retraso mental moderado: CI entre 35-40 y 50-55.
  • Retraso mental grave: CI entre 20-25 y 35-40.
  • Retraso mental profundo: CI inferior a 20-25.
  • Retraso mental de gravedad no especificada: cuando existe clara presunción de retraso mental, pero la inteligencia del sujeto no puede ser evaluada
    mediante los test usuales.

B. Déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual (eficacia de la persona para satisfacer las exigencias planteadas para su edad y su grupo cultural), en por lo menos dos de las áreas siguientes: comunicación personal, vida doméstica, habilidades sociales/interpersonales, utilización de recursos comunitarios, autocontrol, habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud y seguridad.

C. El inicio es anterior a los 18 años.

Si estos tres criterios se cumplen en un niño o adolescente, éste podrá ser diagnosticado de trastorno del desarrollo intelectual (antiguamente, retraso mental).

Utilizo esta versión del DSM porque, aunque sea antigua, es la utilizada de forma mayoritaria debido a su pragmatismo y al descontento entre los profesionales de la versión quinta de dicho manual diagnóstico.

Causas del retraso mental

Hablo en plural porque son muy diversas las causas que pueden desencadenar en la alteración del desarrollo intelectual. Algunas de ellas son:

  • Anomalías genéticas: dentro de esta categoría se incluyen condiciones como el síndrome de Down o el síndrome del cromosoma X frágil.
  • Problemas durante el embarazo: hay factores durante el embarazo que pueden interferir con el desarrollo cerebral normal en la etapa fetal. Algunos de ellos son el consumo de drogas, la malnutrición y ciertas infecciones.
  • Problemas en el nacimiento: en ocasiones los bebés pueden hallarse deprivados de oxígeno en el momento del parto, dando lugar a lesiones cerebrales. Dentro de esta categoría también podríamos incluir los casos de desarrollo anómalo derivados de un nacimiento extremadamente prematuro.
  • Enfermedades posnatales: ciertas enfermedades producidas después del nacimiento también podrían desencadenar en un desarrollo cerebral anómalo. Entre ellas se encuentran la meningitis, el sarampión o la tos ferina.
  • Lesiones: lesiones cerebrales graves, malnutrición extrema, ausencia de oxígeno, exposición a sustancias tóxicas o maltrato son también posibles causas posnatales de un desarrollo intelectual anómalo.
  • Otras causas desconocidas: en dos tercios de los niños que presentan discapacidad intelectual se desconoce la causa desencadenante.

Estadísticas

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, 24700 personas están afectadas en España de deficiencia intelectual ligera (15000 varones y 9800 mujeres), 52800 de deficiencia intelectual moderada (34300 varones y 18400 mujeres) y 47000 de deficiencia intelectual profunda y severa (24100 varones y 23000 mujeres).

Si segmentamos estos datos en función de la edad, se observa que la gran mayoría de personas afectadas pertenece al grupo de 6 a 64 años (23300, 48700 y 418000 respectivamente), dato que informa de manera indirecta acerca de la esperanza de vida de estos colectivos.

¿Cómo se llega a un diagnóstico de retraso mental?

Son diversas las vías por las cuales un profesional de la salud podría sospechar o plantearse la presencia de un trastorno del desarrollo intelectual.

  1. Un ejemplo es si un bebe presenta anomalías físicas que sugieran una causa genética o metabólica. En este caso, se harán pruebas clínicas para confirmar o refutar el diagnóstico:
  • Análisis de sangre y orina.
  • IRM (imagen por resonancia magnética) para detectar anomalías estructurales en el cerebro.
  • EEG (electroencefalograma) para descartar anomalías funcionales en el cerebro que puedan estar relacionadas, por ejemplo, con crisis epilépticas).
  1. Otra vía de sospecha podrían ser anomalías en el desarrollo, como por ejemplo, adquisición tardía del habla.

En este caso el doctor se focalizará en descartar causas físicas que puedan explicar la anomalía como en el caso mencionado podría ser la sordera. Si además de las causas físicas, también se descartan posibles trastornos neurológicos, se pasará a comprobar si la persona cumple los criterios mencionados anteriormente para trastornos del desarrollo intelectual.

Para poder diagnosticar un trastorno del desarrollo intelectual, la evaluación de los criterios citados debe hacerse de forma global. Esto es, se incluirán entrevistas con los padres, observación de la conducta y adaptación, además de tests de inteligencia.

Si solo uno de los criterios o una de las vías de evaluación resulta positiva, se descartará el diagnóstico.

Si y solo si los tres criterios del DSM se corroboran a través de la triple evaluación, se procederá a establecer el diagnóstico de trastorno del desarrollo intelectual.

Es así como en la clínica se hace una fusión entre la precisión descriptiva de los criterios del DSM-IV y el enfoque globalizador del DSM-V en cuanto a la evaluación.

Signos y síntomas

Aunque hacer un listado de signos observables es, en este caso, excesivamente generalista, expondré algunos de los más frecuentes:

  • Aprendizajes tardíos en comparación con la mayoría de niños (gatear, caminar, sentarse, hablar).
  • Anomalías en el habla.
  • Problemas para recordar.
  • Dificultades en la comprensión del entorno social (normas sociales) y en la adaptación al mismo.
  • Anomalías o incapacidad para la resolución de problemas.
  • Dificultad en la comprensión y previsión de la consecuencia de los propios actos.

Por norma general, estos signos serán más notorios y fáciles de identificar en edades más tempranas si el trastorno del desarrollo intelectual es de mayor gravedad.

De todos modos, dado que existe una altísima variabilidad en el cuadro presentado por estos niños aunque la causa de su anomalía en el desarrollo sea la misma, no podemos hablar de signos comunes.

¿Es posible la prevención?

Si revisamos las causas posibles vemos que, en la mayoría de los casos, los trastornos del desarrollo intelectual, pueden ser objeto de prevención.

La causa de trastorno del desarrollo intelectual asociada a una mayor tasa de éxito en los programas de prevención es el síndrome alcohólico fetal, provocado por el consumo de alcohol por parte de la madre durante el período de embarazo. Actualmente se controla de forma continua los hábitos de consumo de las mujeres embarazadas.

Otras medidas de prevención altamente extendidas son el consumo de vitaminas durante el embarazo o la vacunación de la madre contra las enfermedades infecciosas altamente relacionadas con síndromes de desarrollo intelectual anómalo.

Aunque aún no está tan extendida como las anteriores herramientas de prevención, actualmente existen sofisticados análisis genéticos para determinar la probabilidad de aparición enfermedades hereditarias que cursan con discapacidad intelectual u otros trastornos.

De todos modos, muchas de las anomalías genéticas son debidas a mutaciones “de novo”: mutaciones que no son heredadas por ninguno de los padres sino que se producen en el momento de la concepción o en las diferentes etapas del desarrollo fetal (fallos en la replicación del ADN).

El enfoque de la “secuenciación masiva” es la herramienta por la que actualmente se apuesta científicamente para detectar a tiempo cualquier posible trastorno del espectro. Sin embargo, actualmente, sólo un 60% de los casos son identificables usando ésta sofisticada tecnología.

¿Por qué?

A pesar del entusiasmo inicial con los análisis genéticos, se ha visto que un mismo síndrome del desarrollo intelectual puede activarse a través de los mismos genes. Además, una misma modificación genética puede traducirse en diferentes síndromes o en distintos grados de afectación de un mismo síndrome.

Tratamiento

El tratamiento de aceptación para los trastornos del desarrollo intelectual es de enfoque multidisciplinar. ¿Y eso que es? Abordar la patología con intervenciones de diferentes profesionales sanitarios y sociales al mismo tiempo:

  • Educadores en necesidades especiales.
  • Terapeutas del lenguaje como por ejemplo logopedas.
  • Terapeutas conductuales como por ejemplo psicólogos
  • Terapeutas ocupacionales
  • Servicios comunitarios que proporcionen apoyo social y atención a las familias, al entorno cercano y a los miembros afectados.

¿Qué puedo hacer yo para ayudar?

  • Aprende todo lo que puedas acerca de la patología. Cuanto más sepas, más podrás ayudar a la persona y familia afectada.
  • Apoya la independencia del niño. Nunca limites su exploración y proporciónale ocasiones para experimentar con su entorno y vivir nuevas experiencias.
  • Sirve como guía para el niño, no como herramienta de control. En las ocasiones en que sea posible, por ejemplo si adquiere un nuevo aprendizaje, proporciónale retroalimentación positiva a sus actos.
  • Haz que el niño participe en actividades grupales. Esto le ayudará a desarrollar capacidades de adaptación al entorno social.
  • Comunícate con su entorno. Si te mantienes en contacto con las personas que se encargan de su tratamiento y evolución, podrás seguir su progreso y reforzar lo aprendido por el niño en otros contextos.
  • Relaciónate con otras personas en la misma situación. Otras familias que estén pasando por una situación parecida te servirán como apoyo fundamental y fuente de consejos inestimable.

El gran problema: actitudes hacia la discapacidad intelectual

Tal como se afirma en el estudio multinacional de actitudes hacia los individuos con discapacidad intelectual del 2003, el público en general no comprende las capacidades de las personas con deficiencias intelectuales.

La realidad observada refleja que las personas con problemas de salud mental son objeto de discriminación, incluso en los ámbitos de atención de salud, lo que repercute negativamente en su autoestima y grado de participación en la sociedad.

Varios estudios concluyen que la mejor manera de combatir la discriminación y los estigmas es a través del contacto personal directo y las campañas de difusión social.

El movimiento de educación inclusiva:

En el informe mundial sobre la discapacidad se afirma que los alumnos con deficiencias intelectuales graves a los que se impartió enseñanza en clases de educación general tuvieron mejores resultados sociales.

Si esto es así para los casos más graves, ¿por qué segregar hasta a los casos más leves?

El desarrollo intelectual no es sólo cuestión de cuánto sepas o cuántas cosas aprendas, también está relacionado con la inclusión social. Una de las mayores fuentes de aprendizaje y desarrollo es el grupo social. Lo que defiendo no es algo nuevo, ya lo dijo Bandura en el año 1977 (aprendizaje vicario).

Además, no es cuestión de que lo diga yo o de que sea defendido por los expertos en el área, lo que no debemos olvidar, es la opinión y palabra de los afectados:


“Soy un alumno, que como mis demás compañeros tengo dificultades para aprender y aprendo conforme al ritmo del grupo…entonces ¿ por qué me etiquetas 
como niño con discapacidad o especial?; ¿acaso mi dificultad de aprender está fuera de la normalidad?; ¿ y si es todo lo contrario, por qué tu ignorancia me sigue etiquetando?”-Yadiar Julián.

Referencias

  1. Alcón, J. (2011). Pensamiento libre para personas con discapacidad intelectual: programa pienso, luego soy uno más. Ediciones Pirámide, S.A.
  2. American Psychiatric Association. (2001). DSM-IV-TR: Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales. Texto Revisado. Elsevier Masson.
  3. CDC. Aprenda los signos. Reaccione pronto.
  4. Siperstein GN, Norins J, Corbin S, Shriver T. Multinational study of attitudes towards individuals with intellectual disabilities. Washington,
    Special Olympics Inc, 2003.