Escotofobia: qué es, síntomas, causas y tratamiento
¿Qué es la escotofobia?
La escotofobia es el miedo irracional y extremo a la oscuridad. Implica evitar situaciones y lugares en los que haya oscuridad, y experimentar ansiedad con solo pensar en ellas. Los espacios oscuros o sin luz constituyen situaciones que de por sí pueden crear un cierto nivel de alerta o activación en la persona.
Este hecho se puede contextualizar desde el propio desarrollo y evolución de la especie. Experimentar ansiedad no implica la presencia de una escotofobia o una fobia a la oscuridad.
Sentir nerviosismo o miedo en espacios oscuros puede resultar una manifestación normal y adaptativa del ser humano. Sin embargo, la escotofobia, conocida también como nictofobia (miedo a la noche), puede resultar muy perjudicial para la vida cotidiana de quien la sufre.
Condiciones de la escotofobia
Para definir la presencia de escotofobia evidentemente se debe presentar una reacción de miedo cuando la persona se expone a la oscuridad. No obstante, no todas las reacciones de miedo corresponden a la presencia de una fobia específica como esta.
Para poder hablar de escotofobia lo que se debe presentar es un miedo extremo a la oscuridad.
Diferencias de la escotofobia con miedos normales
Para poder diferenciar la presencia de escotofobia frente a la presencia de un simple miedo a la oscuridad se deben presentar las siguientes condiciones.
1. Miedo desproporcionado
En primer lugar, el miedo que produce la situación de oscuridad debe ser desproporcionado con respecto a las exigencias de la situación.
Esto puede hacer referencia a lo que se entiende como miedo extremo, pero sobre todo considera que la reacción no corresponde con la exigencia de una situación particularmente peligrosa o amenazante para el individuo.
De este modo, independientemente de la intensidad del miedo (extremo o no), para que este haga referencia a una escotofobia, debe presentarse en todas esas situaciones en las que esté presente la oscuridad, pero que no sean particularmente peligrosas o amenazantes.
2. El individuo no razona sus respuestas de ansiedad
El segundo aspecto principal que define la presencia de una escotofobia es que el miedo y la respuesta de ansiedad no pueden ser explicados o razonados por parte del individuo que la experimenta.
Esto quiere decir que la persona que tiene fobia a la oscuridad es consciente de que el miedo y la ansiedad que experimenta en este tipo de situaciones es excesiva e irracional, por lo que sabe que su respuesta de miedo no corresponde a una amenaza real.
Asimismo, el individuo no es capaz de controlar el miedo experimentado, ni siquiera en modular su intensidad, por lo que cuando se expone a situaciones de oscuridad, su miedo y su ansiedad se disparan de forma incontrolable.
Este hecho implica que la persona evite persistentemente la situación temida con el objetivo de evitar las sensaciones de miedo y ansiedad, así como el malestar que experimenta en esos momentos.
3. El miedo persiste
Finalmente, para poder hablar de escotofobia, es necesario que este patrón de respuesta de miedo ante la oscuridad persista a lo largo del tiempo.
Es decir, una persona que experimenta un miedo intenso, que no puede controlar y que no está acorde con la peligrosidad de la situación, en una sola ocasión, no padece fobia a la oscuridad.
La escotofobia se caracteriza por ser permanente y constante, por lo que un individuo con este tipo de alteración presentará la respuesta de miedo y ansiedad de forma automática siempre que se exponga a la oscuridad.
Síntomas
La reacción fóbica de la escotofobia se basa en una alteración del funcionamiento de tres planos distintos: el fisiológico, el cognitivo y el conductual.
Por lo que respecta el plano fisiológico, la exposición a la oscuridad pone en marcha todo un conjunto de respuestas fisiológicas características del incremento de la actividad del sistema nervioso autónomo (SNA).
Este incremento de la activación del SNA produce una serie de síntomas. Los más típicos son:
– Aumento de la tasa cardiaca.
– Aumento de la respiración.
– Sudoración.
– Tensión muscular.
– Inhibición del apetito y de la respuesta sexual.
– Sequedad de boca.
– Inhibición del sistema inmunitario.
– Inhibición del sistema digestivo.
Estas respuestas fisiológicas de la ansiedad hacen referencia a la preparación del cuerpo para la acción (para responder a una amenaza), por lo que se inhiben funciones físicas que no resultan relevantes en momentos de emergencia (digestión, respuesta sexual, sistema inmunológico, etc.).
En el plano cognitivo, la persona puede desplegar un gran número de creencias y pensamientos sobre la situación temida y sobre su capacidad personal para afrontarla, así como interpretaciones subjetivas acerca de sus reacciones físicas.
De este modo, la persona puede producir auto verbalizaciones o imágenes sobre las consecuencias negativas que puede acarrear la oscuridad, e interpretaciones devastadoras sobre los síntomas físicos que experimenta en este tipo de situaciones.
Finalmente, a nivel conductual, la respuesta más típica se basa en evitar la situación temida. La persona con escotofobia intentará evitar cualquier situación de oscuridad y, cuando se encuentre en un sitio sin luz, hará todo lo posible para huir de esa situación para aliviar sus síntomas de ansiedad.
Causas
La escotofobia es un tipo de fobia específica que puede interpretarse desde la teoría de la preparación de Seligman. Esta teoría sustenta que las reacciones fóbicas se limitan a esos estímulos que han supuesto un peligro real en el curso de la evolución de la especie.
Según esta teoría, la escotofobia poseería un cierto componente genético, ya que la evolución de la especie puede haber predispuesto a las personas a reaccionar con miedo a un estímulo (la oscuridad) que ha podido resultar amenazante para la supervivencia del ser humano.
No obstante, se acepta de forma general que el componente genético no es el único factor que participa en el desarrollo de una fobia específica.
El condicionamiento directo a partir de la vivencia de ciertas experiencias, el condicionamiento vicario por el aprendizaje mediante la observación y la adquisición de temores sobre la oscuridad a través de información verbal parecen ser factores importantes en el desarrollo de la escotofobia.
Tratamiento
El principal tratamiento que existe para la escotofobia es la psicoterapia, ya que las fobias específicas han demostrado ser psicopatologías que pueden remitir con el tratamiento psicológico.
Asimismo, como es una alteración de ansiedad que aparece únicamente en situaciones muy específicas (por lo que un individuo puede pasarse largas épocas sin realizar la reacción fóbica), el tratamiento farmacológico no siempre resulta eficaz.
No obstante, a diferencia de otro tipo de fobias específicas, como la fobia a las arañas o a la sangre, la escotofobia puede resultar más invalidante y deteriorante para la persona que la padece.
Este hecho se explica por las características del estímulo temido, es decir, la oscuridad. La ausencia de luz o la oscuridad es un fenómeno que aparece a diario, por lo que las probabilidades de que las personas nos veamos expuestas son muy elevadas.
De este modo, una persona que padece escotofobia puede tener muchas dificultades para evitar su elemento temido, y sus conductas de evitación pueden afectar su funcionamiento normal y diario.
Tratamiento cognitivo-conductual
Este tratamiento para la fobia a la oscuridad posee dos componentes principales: la exposición y el entrenamiento en relajación.
La exposición se basa en exponer al individuo a su situación temida de una forma más o menos gradual, con el objetivo de que permanezca en ella.
Se ha demostrado que el factor principal que mantiene la escotofobia son los pensamientos negativos acerca de la oscuridad, por lo que cuando la persona se expone de forma frecuente al elemento temido empieza a ser capaz de no interpretar la oscuridad como una amenaza.
Por otro lado, el entrenamiento en relajación permite disminuir las respuestas de ansiedad que hemos visto anteriormente y proporciona un estado de calma para que la persona pueda exponerse a la oscuridad con mayor facilidad.
Referencias
- Anthony, M.M., Craske, M.G. & Barlow, D.H. (1995). Mastery of your specific phobia. Albany, New York: Graywind Publications.
- Caballo, V.E., Salazar, I.C., Carrobles, J.A. (2011). Manual de psicopatología.
- Marks, I.M. (1987). Fears, phobias and rituals. New York: Oxford University Press.