Biología

¿Qué es la ortogénesis?


El término ortogénesis (del griego ortho que significa recto o lineal), autogénesis o evolución progresiva, es una idea que le otorga una direccionalidad intrínseca al proceso evolutivo. Este concepto fue acuñado en el año 1893 por el zoólogo alemán Wilhelm Haaks, y tuvo su apogeo en la primera mitad del siglo XX.

La ortogénesis postula la existencia de una “energía” o fuerza interior de los organismos que dirige la evolución, causando así un patrón lineal. Por ello, los defensores más dogmáticos de la teoría no consideran al mecanismo de selección natural como válidos para explicar el cambio evolutivo.

Tras el establecimiento de las ideas darwinianas y del desarrollo de la teoría sintética de la evolución, la teoría de la ortogénesis fue desplazada. El papel de Sir Ronald Fisher – uno de los biólogos más notables que participó activamente en la síntesis – fue crucial para poder abolir de manera rotunda esta idea.

Aunque en algunos linajes el cambio es aparentemente lineal, la manera en que cambian es totalmente compatible con las teorías neodarwinistas actuales.

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¿Qué es la ortogénesis?

Hace aproximadamente dos siglos, los naturalistas se planteaban si la evolución era producto de las consecuencias ambientales o bien existían fuerzas internas en los organismos que “dirigían” el proceso evolutivo.

Durante muchos años, los biólogos teóricos postularon un amplio rango de tendencias innatas o leyes evolutivas que afectaban la evolución, haciéndola direccional.

Las primeras teorías de evolución dirigida se conocieron bajo el nombre de “ortogénesis”. El término se usó para referirse a los cambios evolutivos en direcciones específicas debido a limitaciones en la producción de la variación. Hoy en día, estas ideas están siendo retomadas por la novedosa disciplina de evo-devo.

Es necesario aclarar que esta teoría no implica que la dirección tenga una meta o un objetivo definido, por ello no debe aplicársele un matiz religioso. Más adelante discutiremos a fondo esta idea.

Perspectiva histórica

La teoría de la ortogénesis se remonta a casi un siglo y medio. Durante esta época, distintos investigadores plantearon más de dos decenas de conceptos de “evolución dirigida”, de manera independiente.

El término empezó a ser muy popular y ganó muchos seguidores a mediados del siglo XIX. En su difusión, contribuyeron biólogos de gran renombre como Theodor Eimer, Bateson y el mismo Lamarck.

Eimer fue el primero en definir ortogénesis como “la ley general por la cual ocurre el cambio evolutivo en una dirección clara”.

Jean-Baptiste Lamarck, con la herencia de los caracteres adquiridos y sus primeras teorías de evolución, se relacionaba en ciertos aspectos con la teoría de la ortogénesis, ya que dentro del mecanismo propuesto por Lamarck existía un componente lineal intrínseco.

El famoso biólogo oriundo de Alemania, Ernst Haeckel, también tenía ideas evolutivas relacionadas con la ortogénesis. A diferencia de Lamarck, Haeckel no veía que el proceso evolutivo terminara en un fin o meta específico.

Gracias al aparente patrón lineal que siguen ciertos grupos del registro fósil, varios paleontólogos renombrados de la época empezaron a ser entusiastas de la ortogénesis.

Colapso de la ortogénesis

La teoría de la ortogénesis empezó su declive con la llegada de los principios darwinianos y con el establecimiento de la síntesis evolutiva.

Con el incremento de evidencia dentro del registro fósil, empezó a ser claro que muy pocos linajes sigues un patrón evolutivo lineal.

Aunque muchos teóricos eran defensores de la teoría, nadie pudo establecer un mecanismo plausible que permitiese explicar el cambio evolutivo. Cuando la síntesis evolutiva planteó mecanismos genéticos sólidos, la hipótesis fue descartada.

Algunos biólogos que optaron por tomar posturas antidarwinistas continuaron con la ortogénesis como teoría alternativa – junto con el saltacionismo y el lamarckismo o neo lamarckismo. Sin embargo, las evidencias no lograban respaldarlas.

Cooptación del término

Si bien está claro que la teoría de evolución dirigida estuvo en boga durante un periodo extenso, el uso del término ortogénesis empezó a ser problemático y confuso en la literatura.

Por ejemplo, Julian Huxley dividió a la ortogénesis en dos categorías: dominante y secundaria. Stephen Jay Gould, por su parte, propone una distinción entre ortogénesis sueva y dura, ambas con diferentes significados que fueron propuestos en un inicio.

Para Gould, la ortogénesis dura engloba la idea de la extinción predeterminada y envejecimiento de un taxón. Por ello, hay que dejar claro que cada autor le da un nuevo matiz – y a veces un significado totalmente novedoso – a la ortogénesis.

Visión moderna

La evolución no es lineal

Actualmente, cuando pensamos en evolución, de manera casi instantánea viene a nuestra mente una imagen lineal de escala progresiva, que puede estar representada por una fila ascendente de homínidos ancestrales, como australopitecinos y neardentales, que finaliza en el “pináculo” de la naturaleza: el humano actual.

La imagen también puede exhibir especies modernas en fila, desde peces, pasando por anfibios y reptiles, hasta llegar al humano u otro mamífero.

Ambas representaciones, ampliamente difundida por los medios de comunicación, tergiversan lo que representan los mecanismos evolutivos tal y como se entienden hoy en día. De hecho, este concepto retrasa unos cuantos siglos, el avance que los biólogos evolutivos han logrado hasta el momento.

El primer error de estas cadenas jerárquicas es esperar encontrar formas de conexión o eslabones perdidos  entre las especies actuales. El humano actual no “evolucionó” del chimpancé actual; ambas especies comparten un ancestro en común reciente.

El segundo error es representar a la evolución como un proceso con una meta definida. La evolución es un proceso que avanza a ciegas, donde no se habla de progreso o de objetivo final. Como mencionamos, la ortógenesis no propone directamente la existencia de una meta, pero es menester aclarar este punto.

La evolución avanza a ciegas

Retomando esta frase, la evolución no tiene la manera de predecir el futuro para crear mejoras. Imaginemos una población de conejos que experimentaran una helada.

Al disminuir las temperaturas, los conejos dotados de un pelaje más grueso – producto de una mutación aleatoria – contribuirán a la próxima generación con más individuos, variando así las frecuencias alélicas de la población.

Sin embargo, los conejos no tienen la capacidad de predecir la helada para generar mutaciones que les otorguen un pelaje más abundante.

Referencias

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  2. Freeman, S., & Herron, J. C. (2002). Análisis evolutivo. Prentice Hall.
  3. Futuyma, D. J. (2005). Evolution . Sinauer.
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  5. Popov, I. (2018). Orthogenesis versus Darwinism. Springer.
  6. Rice, S. (2007).Encyclopedia of Evolution. Facts on File.
  7. Russell, P., Hertz, P., & McMillan, B. (2013). Biology: The Dynamic Science. Nelson Education.
  8. Soler, M. (2002). Evolución: la base de la Biología. Proyecto Sur.
  9. Wissemann, V. (2006). Annals of the History and Philosophy of Biology 11/2006. Universitätsverlag Göttingen.