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100 frases de los Simpson para recordar los mejores episodios


Los Simpson, la icónica serie animada para adultos que ha divertido por décadas a jóvenes y adultos, lleva más de 700 episodios transmitidos, desde su debut en 1989 de la mano de Matt Groening.

La conocida serie hace una excelente radiografía, en clave de sátira, de la sociedad norteamericana y muestra una familia disfuncional en la que, tal vez, nos podemos ver retratados todos un poco.

Hemos hecho una selección de las mejores frases de Los Simpson y de sus inolvidables personajes Homer (Homero en Latinoamérica), Bart, Lisa, Marge, Milhouse, Moe, Skinner, Otto, Martin, el señor Burns y muchos más.

Las mejores frases de Los Simpson

-Lisa, tienes el intelecto y el talento para ir tan lejos como te lo propongas, y cuando lo hagas, aquí estaré para pedirte prestado dinero. –Bart.

-¿Cuándo aprenderé? Las respuestas a los problemas de la vida no están en el fondo de una botella, ¡están en la televisión! –Homero.

-En cuanto a noticias ambientales, los científicos han anunciado que el aire de Springfield es solamente peligroso para los niños y los viejos. –Kent Brockman.

-¿No te gusta tu trabajo? Uno no se queja. Uno va todos los días y lo hace a medias. Así lo hacemos los estadounidenses. –Homero.

-¡Eso es! Os habéis interpuesto en mi camino el tiempo suficiente. ¡Iré a la escuela de payasos! –Homero.

-Me llamo Moe, o como a las chicas les gusta decirme, “Ey, tú, el que está detrás de los arbustos”. –Moe.

-¿Por qué la gente no puede hacer valer la ley con sus propias manos? Es decir, nosotros no podemos andar vigilando toda la ciudad. –Jefe Wiggum.

-¿Salir los martes? ¿Quién crees que soy, Charlie Sheen? –Marge.

-Cualquier hombre que envidie a nuestra familia, es un hombre que necesita ayuda. –Lisa.

-Los libros son inútiles. Solo una vez leí un libro: Matar a un ruiseñor, y no me dio ningún conocimiento de cómo matar ruiseñores. –Homero.

-¿Inglés? ¿Quién necesita eso? Nunca iré a Inglaterra. –Homero.

-Bien, no te estoy llamando mentiroso, pero no se me ocurre otra manera en la que pueda terminar esa oración. –Bart.

-Nada que nos digas nos puede molestar. Somos la generación MTV. –Bart.

-Robar en las tiendas es un crimen sin víctimas, justo como golpear a alguien en la oscuridad. –Nelson.

-¿Acaso no es maravilloso odiar las mismas cosas? –Skinner.

-Bien, es la 1 de la madrugada. Mejor me voy a casa a pasar algo de tiempo con los niños. –Homero.

-Lo siento, madre, la multitud ha hablado. –Bart.

-No me hagas correr. Estoy lleno de chocolate. –Üter Zorker.

-Oh, vaya, ventanas. No creo que pueda costearme este lugar. –Otto Man.

-Oh, qué hermoso escritorio. Sería una lástima si alguien no utilizara el portavasos. –Homero.

-¿Así es como imaginaste tu vida, Edna? –Skinner.
-Bueno, sí. Pero cuando era una niña muy deprimida. –Edna Krabappel.

-La soledad y las hamburguesas son una combinación peligrosa. –Jeff Albertson.

-Este es el más grande caso de publicidad engañosa desde que demandé a la película La historia sin fin. –Lionel Huta.

-Ralph, Jesús no tenía ruedas. –Srta. Albright.

-¿Será que no podemos tener una reunión que no termine con nosotros desenterrando un cadáver? –Joe Quimby.

-Si me necesitan estaré en el refrigerador. –Homero.

-Generalmente no soy de ese tipo de hombre que reza, pero si estás allá arriba, por favor, sálvame, Superman. –Homero.

-Sea cuando sea que esté confundido, tan solo reviso mi ropa interior. Esta tiene la respuesta ante todas las preguntas importantes. –Abuelo Simpson (Abraham).

-Ahí yace mi última pieza agonizante de heterosexualidad. –Patty Bouvier.

-Cada vez que aprendo algo nuevo, empuja algo viejo fuera de mi cerebro. ¿Recuerdas cuando tomé ese curso para hacer vino y olvidé cómo conducir? –Homero.

-¿Por qué me están evitando? ¿Mi cara marchita les recuerda al lúgubre espectro de la muerte? –Abuelo Simpson (Abraham).

-Que esa sea una lección para ti, querida. Nunca ames nada. –Homero.

-Homero, ¡aliviánate! Estás haciendo que la hora feliz sea amargamente irónica. –Moe.

-¡Qué curioso! Pareciera que ese Cadillac se estrelló contra ese edificio. –Marge.
-¡Ayuda! –dueño del Cadillac.

-La vida se trata de una derrota devastadora tras otra, hasta que simplemente deseas que Flanders estuviera muerto. –Homero.

-Oh, me gusta más cuando se están burlando de las personas cuando no soy yo. –Homero.

-¿Estás pensando lo mismo que yo? –Marge.
-Sí, hay que empujarlo por las escaleras. –Homero.

-Lo he dicho antes, y lo seguiré diciendo: la democracia simplemente no funciona. –Kent Brockman.

-Querido señor Presidente, hay ya muchos estados. Por favor, elimine a tres. P.D.: No soy un chiflado. –Abuelo Simpson (Abraham).

-Por una vez en la vida tal vez alguien me diga “señor”, sin añadir, “está haciendo una escena”. –Homero.

-Va a tener que hablar más alto, estoy usando una toalla. –Homero.

-Vas por la vida tratando de ser bueno con la gente, tratas de resistirte ante la tentación de golpearlos en la cara, ¿y todo para qué? –Moe.

-Empezamos como Romeo y Julieta, pero terminó en una tragedia. –Milhouse.

-¡Oh!, así que tienen internet en las computadoras ya (navegando en internet). –Homero.

-Es difícil manejar a una esposa embarazada y a un niño problemático, pero de alguna manera logro ver ocho horas de televisión al día. –Homero.

-Oh, vaya. He malgastado mi vida. -Otto Man.

-¿Yo, reprobar español? Eso es “inposible”. –Ralph Wiggum.

-Si le rezas al Dios incorrecto, podrías hacer que el correcto se vaya enojando más y más. –Homero.

-¿De qué me estaba riendo? ¡Ah, sí!, de ese hombre irlandés lisiado. –Homero.

-No te puedo prometer que lo trataré. Pero trataré de tratarlo. –Bart.

-No me gusta estar al aire libre, Smithers. Una de las razones es porque hay demasiados niños obesos. –Sr. Burns.

-El matrimonio es como un ataúd, y cada hijo es como otro clavo en el mismo. –Homero.

-Tengo una historia divertida para eso. Bueno, no es tan divertida como es de larga. –Abuelo Simpson (Abraham).

-No, Homero, nos matarás a todos. –Marge.
-O moriré tratando. –Homero.

-Papá, ¿me escuchas? –Lisa
-Lisa, el perro está ladrando. –Homero.

-Solo existe un hombre gordo que os trae regalos, y su nombre no es Santa. –Bart.

-Le damos la bienvenida a nuestros nuevos gobernantes supremos insectos. –Kent Brockman.

-Sí. Llama a esto una generalización si quieres, pero la gente mayor no es buena en nada. –Moe.

-La parte más gratificante fue cuando me dio mi dinero. –Dr. Nick.

-Oh, sea creativo. En vez de hacer sándwiches con pan, utilice pop-tarts. En vez de masticar chicle, mastique tocino. –Dr. Nick.

-¿Sabes qué me exaspera de verdad? Son los inmigrantes. Quieren todos los beneficios de vivir en Springfield, pero ni se molestan en aprender el idioma. –Moe.

-Los niños pueden ser muy crueles. –Marge.
-¿Podemos? Gracias, mamá. –Bart.

-Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Oh, Dios mío. Bailé con un homosexual. –Homero.

-No pensé que esto fuera físicamente posible, pero esto tanto apesta como es una porquería. –Bart.

-Mira. ¡Solamente dame un poco de paz interior o trapearé el piso contigo! –Homero.

-La razón por la cual elegimos a nuestros políticos es para que no tengamos que pensar todo el tiempo. –Homero.

-Papá, ¿cuál es el punto de esta historia? –Bart.
-Me gustan las historias. –Homero.

-Siempre pensé que mi esposa era mi alma gemela, pero si no es Marge, ¿quién es? ¿Dónde comienzo a buscar? –Homero.
-Eso va más allá de mi entrenamiento como vendedor de muebles. –Vendedor.

-Escuchen a su madre, niños. Aspiren tan bajo que a nadie le importará si tienen éxito. –Homero.

-Marge, este boleto no me da solamente un asiento, me da el derecho, no, ¡el deber!, de ser un completo dolor en el trasero. –Homero.

-Es un niño. ¡Y qué niño! –Homero.
-Ese es el cordón umbilical. Es una niña. –Julius Hibbert.

-El aliento de mi gato huele a comida de gato. –Ralph Wiggum.

-Mataría a todos en este cuarto por una gota de dulce cerveza. –Homero.

-Hola, Simpson. Estoy tomando el autobús hoy porque mi mamá escondió mis llaves para castigarme por hablar con una mujer por teléfono. Tenía razón en hacerlo. –Skinner.

-Solo queda una cosa que hacer en un momento como este: ¡pavonearse! –Bart.

-¡Oh! Dulce licor que alivia las penas. –Troy McClure.

-Tengo tres hijos y nada de dinero. ¿Por qué más bien no tengo hijos y mucho dinero? –Homero.

-En teoría, el comunismo funciona. En teoría. –Homero.

-Ah, no hay nada más emocionante que la ciencia. Es divertido sentarse tranquilamente, escribir números y poner atención. La ciencia lo tiene todo. –Skinner.

-Sabes, Homero, es muy fácil criticar. –Marge.
-Y muy divertido también. –Homero.

-¡Oh, Dios mío! Los muertos han resucitado y van a votar por los republicanos. –Bart.

-Me estás convirtiendo en un criminal, cuando todo lo que quiero es convertirme en un matón insignificante. –Bart.

-¡Oh! ¿Así que la madre naturaleza necesita ayuda? Eso lo debió de haber pensado cuando nos estaba asolando con sus sequías e inundaciones. La naturaleza comenzó la batalla por la supervivencia y ahora quiere renunciar porque está perdiendo. Ahora yo le digo, ni modo. –Abuelo Simpson (Abraham).

-Se necesitan dos personas para mentir. Uno que mienta y otro que escuche. –Homero.

-¡Por el alcohol! La causa, y solución, de todos los problemas de la vida. –Homero.

–No se conocen nuevos amigos comiendo ensalada. –Homero, Bart y Marge.

-Soy mejor que la basura. Bueno, que la mayoría de las basuras. Digo, no más que esa basura sofisticada que venden en las tiendas. Eso está lleno de nutrientes. No puedo competir con esas cosas. –Moe.

-Espero que hayas aprendido tu lección, Lisa. Nunca ayudes a nadie. –Homero.

-Si no aprenden los numerales romanos nunca sabrán cuándo fueron registrados los derechos de autor de las películas. –Edna Krabappel.

-Niños, hicieron lo mejor que pudieron y fracasaron miserablemente. La lección es que nunca lo intenten. –Homero.

-Hijo, si de verdad quieres algo en esta vida, tienes que trabajar por ello. ¡Ahora callado! Están a punto de anunciar los números de la lotería. –Homero.

-Cuando veo a la gente, no veo colores. Solo veo religiones chifladas. –Jefe Clarence.

-¡En esta casa, obedecemos las leyes de la termodinámica! –Homero.

-Homero, ¿así te habías imaginado tu vida de casado? –Marge.
-Sí, algo así, excepto que conducíamos una camioneta de un lado a otro resolviendo misterios. –Homero.

-Por Dios, todos son estúpidos a excepción de mí. –Homero.

-Familia, religión y amistad. Estos son tres demonios con los que hay que acabar si desean ser exitosos en los negocios. –Sr. Burns.

-Si de verdad consumió la toxina del pez globo, y por lo que me dijo el chef es altamente probable, solo tiene 24 horas de vida. Bueno, más bien 22, siento haberlo hecho esperar. –Julius Hibbert.

-Hacer que los adolescentes se depriman es como dispararle a los peces en un barril. –Bart.

-Espero que entiendas que estoy demasiado tensa como para fingir que me caes bien. –Marge.

-Irónico, ¿no, Smithers? Este clan anónimo de trogloditas boca floja me ha costado la elección. Sin embargo, si tuviera que matarlos, sería yo quien iría a la cárcel. Esa es la democracia para ti. –Sr. Burns.

-Cuando sostuve esa arma en mi mano, sentí un torbellino de poder. Así como Dios debe de sentirse cuando está sosteniendo un arma. –Homero.

-¿Estás hiperventilando? –Allison Taylor.
-No, solamente me gusta oler mi almuerzo. –Lisa.

-La gente puede inventarse estadísticas para probar cualquier cosa, Kent. El 14% de la gente sabe eso. –Homero.

-Las cosas no son tan felices como solían serlo aquí en la oficina de desempleo. La falta de trabajo no solamente se limita a las carreras de filosofía. La gente útil está comenzando a resentirlo. –Kent Brockman.

-Bueno, no importa cómo vivas o qué es lo que hiciste mal. Mientras estés en la televisión, la gente te va a respetar. –Bart.

-Solo porque no me importe no significa que no entienda. –Homero.

-¿Cuál es el punto de salir? Vamos a terminar regresando de todas maneras. –Marge.

-¿La causa de muerte de mis padres? Se interpusieron en mi camino. –Sr. Burns.

-Oye, Otto, ¡tengo un examen hoy y no estoy listo! ¿Podrías estrellar el autobús o algo? – Bart.

-Hay algo peor que ser un perdedor, es ser uno de esos tipos que se sienta en un bar, contando la historia de cómo se convirtió en un perdedor y no quiero que eso me pase a mí.– Homero.

-Déjame en paz, Flanders, me lo has estado restregando desde que llegué aquí, tu familia es mejor que la mía, tu cerveza viene de más lejos que la mía, tus hijos se llevan bien. El trasero de tu esposa está más alto que el de la mía, ¡me enfermas!– Homero.

-¿Qué hace que un hombre ponga en peligro su trabajo y hasta su vida, pidiéndome dinero?– Sr. Burns.

-No soy una mala persona. Trabajo duro y amo a mis hijos. ¿Así que por qué debería pasar la mitad de mi domingo escuchando acerca de cómo me voy al infierno?– Homero.

-Escúchame, vago molesto, cuando te atrape, estás muerto. ¡Juro que cortaré tu corazón por la mitad!– Moe (A Bart).

-Bueno, si usted pusiera más atención, notaría que su familia lo ve como una figura autoritaria severa, un ogro si se quiere.– Dr. Monroe (A Homero).

-Está bien, quieren matarse. Eso es bueno, es saludable.– Dr. Monroe (a los Simpson).

-Damas y caballeros, al contrario de lo que acaban de ver, la guerra no es glamorosa ni divertida. No hay ganadores, solo perdedores. No hay guerras buenas, salvo las siguientes excepciones: la Revolución norteamericana, la Segunda Guerra Mundial y la trilogía de Star Wars.– Bart.

-Parece ser que el Último Gigante está un poquito fuera de su presupuesto, señor Simpson, y estoy siendo amable, usted no podría comprar esta cosa ni aunque viviera un millón de años.– Bob (cuando Homero quiere comprar una caravana).

-¿Usted conoció que el sonido de una sirena sea bueno? No, señor Simpson, es una sirena mala. Es la computadora indicándome en caso de que sea ciego: ‘Vende este vehículo a este individuo y te quedas sin trabajo’. –Bob.

-Como gustes, muchas personas tienen apegos sin sentido a las cosas pesadas y torpes como este Homero tuyo. –Jacques (a Marge).

-¡Oh, no! ¡120 kilos! Soy una ballena, ¿por qué todas las cosas buenas saben tan bien? ¡Desde ahora! A ejercitarse cada mañana, Homero. –Homero.

-Señor y señora Simpson, hemos traspasado lo incorregible con Bart. No creo que una expulsión o suspensión podrá arreglarlo. Creo que la situación merece que lo deporten. –Director Skinner.

-Como enemigo natural. No sé por qué debería importarme pero la información acerca de la Norteamérica colonial que recibiste está errada. Un chimpancé con una venda en los ojos y un lápiz en su boca tiene más oportunidades de aprobar que tú. –Martin (a Bart).

-Imbéciles, imbéciles patéticos empleados, roban mi dinero precioso. Esto no tiene sentido, ninguno de esos cretinos merece un ascenso. Se lo daré al perro. –Sr. Burns.

-¿Simpson, eh? Hmm. Un pedazo de arcilla que puedo moldear a mi imagen y semejanza. Será nuestro nuevo ejecutivo, ¡tráelo ante mí! –Sr. Burns.

-Ahora, señor Simpson, un poco de ansiedad de muerte es normal. Atravesará las cinco etapas, la primera es la negación. –Dr. Hibbert.

-Su vida tuvo éxitos desenfrenados hasta que se dio cuenta de que era un Simpson. –Lisa.

-¡Dios mío! Niños, ustedes no me pondrían en un asilo para viejos como hice con mi padre, ¿o sí? –Homero.

-Atención a todos los trabajadores, hemos terminado nuestra evaluación de la planta. Lamentamos anunciarles los siguientes despidos que serán leídos en orden alfabético: Homero Simpson, eso es todo. –Horst.

-Yo solía odiar el olor de tus pies, Moe, ahora es el olor de la victoria. –Homero.

-¡Esta bien, jovencito, ve a tu cuarto! ¡No habrá historias de la Biblia para ti esta noche!– Ned Flanders.

-¡Tonterías! Los perros son idiotas, piénsalo, Smithers: si yo fuese a tu casa y empezara a oler en tu entrepierna y te lamiera la cara, ¿qué dirías? –Sr. Burns.

-Aw, vamos, papá, este puede ser el milagro que salve la navidad de los Simpson. Si la TV me ha enseñado algo es que los milagros les pueden suceder a niños pobres en Navidad. Le pasó al pequeño Tim, le pasó a Charlie Brown, le pasó a los pitufos y también a nosotros! –Bart.

-Tus ideas me inquietan y por eso deseo seriamente suscribirme a tu boletín informativo. -Homero.

-En la vida se requieren dos mentiras, una que sirva para mentir y otra que funcione para escuchar. -Homero.

-He hecho cada fragmento que dice la Biblia, inclusive todo aquello que contradice a las otras cosas. -Flanders.

-Nueva York es un lugar infernal. ¡Y tú sabes cómo me siento cuando se trata sobre agujeros infernales! -Homero.

-Mamá, quiero que sepas que el romance está muerto. El romance fue vendido recientemente en un negocio a Disney, allí se encargaron de normalizarlo y venderlo pieza por pieza. -Lisa.

-¿Sabes, Marge? A Bart le va a gustar mucho mi regalo de cumpleaños, no será como las ornas que le di el año pasado o el tapiz que le regalé en Navidad. ¡Definitivamente me voy a ganar su amor! -Homero.

-¡Detente por un segundo, Marge! ¿De verdad pretendes utilizar a tu bebé como una herramienta para poder espiar a tu marido? -Homero.

-Mis pensamientos se han abierto de muchas formas. ¿Sabías que todos los presidentes que ha tenido Estados Unidos han sido blancos y heterosexuales? ¿Y que la historia la escriben los ganadores? -Marge.

-Trata de revisar mi cuaderno de notas e intenta convertir a Sophia Lorens en Lindsay Lohan. -Krusty el payaso.

-Trata de decir tus oraciones, Bart… ¡Porque veo que en la escuela no son lo suficientemente buenos como para enseñarte como deberían! -Flanders.

-Ay, una fiesta con los vecinos… ¡Al menos puedo beber! -Homero.

-Nuestra vida social consistirá en que veamos televisión y tú vayas al bar con Moe. -Marge.

-¡Nadie se emociona tanto con un jugo de vegetales! ¡Ni tantito! Hmmm, hay algo raro en esa niña y voy a seguirla hasta descubrirlo. -Bart.

-¡Ay, Dios, ay, Dios, me estoy convirtiendo en el padre comprensivo! -Homero.

-¿1.100 dólares? ¡No puedo pagar eso! Pero definitivamente ese sillón me ayudaría a levantarme mejor que ahora. -Homero.

-¿Por qué tengo esta extraña sensación de que voy a estar explicándole esto más adelante a un psiquiatra? -Lisa.

-Es realmente agradable estar con alguien que no puede entender las horribles cosas que digo. -Moe.

-Cuando tengas el honor de conocer a Jesús, asegúrate de llamarlo “el señor Cristo”. -Flanders.

-Todos estos años que he deseado ser adulta, se me ha explotado en el rostro salvajemente. -Lisa.

-Señora, no se ofenda pero con todo lo que usted no sabe, se podría llenar un almacén completamente. -Bart.

-Existen cosas que no deseamos saber y esas cosas son realmente importantes. -Flanders.

-¡Estúpido autobús que es incapaz de ir al estúpido lugar donde se supone que se convierte en estúpido! -Bart.

-Bart, ahora que eres un poco mayor tengo que decirte algo importante: no importa qué tan bueno puedas ser en algo, a tu alrededor siempre hay un millón de personas que lo pueden hacer mejor que tú. -Homero.

-Lo único que tengo pendiente por hacer es convertirme en el borracho más grande que pueda tener esta ciudad. -Bart.

-Bart, esto es todo lo que podemos pagar por estos momentos. Si esto no funciona, recuerda que cuando seas mayor puedes pagarle a una señorita para que te haga feliz por una hora. -Marge.