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Arte bizantino: qué es, características, pintura, escultura, arquitectura


¿Qué es el arte bizantino?

El arte bizantino es la manifestación artística desarrollada en el Imperio romano de Oriente, llamado también Imperio bizantino, entre los siglos IV y XV. Bizancio, refundada luego como Constantinopla, se consideraba el sucesor político del Imperio romano y fue un centro importante para las artes.

Las imágenes y representaciones creadas en pinturas y en edificios eran de un carácter bastante homogéneo a lo largo de todo el imperio. Esto era especialmente sorprendente, dada la gran extensión de territorio que ocupaba.

Las creaciones bizantinas se propagaron por todo el imperio desde su creación hasta la captura turca de su capital, Constantinopla, en el año 1453.

Cuando el Imperio romano fue dividido en dos (lo que ocasionó la creación del Imperio romano de Oriente o bizantino), una gran cantidad de representaciones cristianas fueron creadas como consecuencia de esto. Es lo que se conoce como arte paleocristiano y fue la base fundamental del arte bizantino.

Características del arte bizantino

Motivos

Aunque el arte bizantino tuvo alguna variación a lo largo de su existencia, casi todas las obras artísticas estaban relacionadas con temas religiosos y la expresión de la religión en todas sus formas. Esto se vio representado en el paso de la teología eclesiástica a imágenes, a través de la pintura y los mosaicos.

Esta uniformidad conceptual hizo que la pintura y la arquitectura bizantinas se desarrollasen de manera muy similar durante la existencia del imperio.

Además, el hecho de producir piezas del mismo estilo hizo que se desarrollara un estilo mucho más sofisticado, en comparación a otros estilos particulares de la época.

Estilos preferidos

El arte bizantino medieval inició con la pintura de frescos en murales de gran tamaño, y con la implementación de mosaicos en las iglesias.

Estas obras causaron tanta influencia en los pintores de la época, que el estilo artístico bizantino fue adoptado rápidamente por pintores en las regiones artísticas más influyentes de Italia. Entre estas regiones cabe destacar a Rávena y a Roma.

Además de los estilos tradicionales de frescos y mosaicos, hubo otro estilo artístico muy utilizado en los monasterios: el ícono. Estos íconos eran figuras religiosas que se pintaban en paneles de madera creados por monjes iconógrafos en monasterios.

Los íconos se pintaban representando escenas bíblicas, pues eran un instrumento para la liturgia y la oración.

Características clásicas

Una de las principales características por las que destacó el arte bizantino, fue la influencia del arte clásico que tenían sus obras. Se piensa que el período bizantino marca un redescubrimiento de la estética clásica, lo que jugó un papel fundamental en el arte renacentista unos años después.

Sin embargo, una de estas características clásicas que no siguió el arte bizantino fue la capacidad de los artistas de representar la realidad, o al menos intentar hacerlo. Esto se debió a su carácter profundamente religioso, y en este sentido, reprimían deliberadamente cualquier imagen que estimulara los sentidos.

Influencia veneciana e influencia en el Renacimiento

Durante el inicio del siglo XI, una serie de diferencias entre el Imperio bizantino y la reemergente ciudad de Roma propiciaron un cambio en la tendencia artística de la época.

Algunas de las grandes ciudades italianas comenzaron a ser centros de comercio cruciales en Europa, lo que las convirtió en sitios muy atractivos para vivir. Muchos artistas abandonaron Constantinopla para mudarse a ciudades como Venecia.

Las tendencias artísticas del arte bizantino emigraron a lo que luego sería Italia, junto a sus artistas. Allí, se combinaron con las ideas locales e impulsaron un movimiento nuevo, considerado por algunos críticos de arte como un “Proto-Renacimiento”. Esta fue la primera etapa del arte renacentista, que se inició, justamente, en Italia.

Pintura bizantina

Muchas de las obras creadas en la pintura bizantina eran figuras de la Virgen María con el Niño Jesús en sus brazos. Fue uno de los motivos religiosos más repetidos en la pintura, debido, como ya dijimos, a su carácter profundamente cristiano.

Las figuras pintadas eran muy estilizadas, y esa verticalidad también tenía un sentido religioso: la actitud correcta del ser humano buscando a Dios, hacia lo alto. Privilegiaban el contenido sobre la forma.

Además, la iglesia, luego de largas sesiones y discusiones teológicas sobre la doble naturaleza de Jesús (humana y divina) permitió el desarrollo de un arte pictórico cristiano, que eliminaba la sensualidad. Fue un elemento con el que se quiso distanciar del arte pagano.

Las directrices de la iglesia ayudaron, en parte, a que la pintura bizantina fuese uniforme a lo largo del tiempo. 

Métodos principales

El período del arte bizantino tuvo dos estilos de pintura principales: aquellas pinturas creadas en murales, y las pinturas creadas en caballetes.

La mayoría de las pinturas murales del arte bizantino eran realizadas en madera, utilizando encáustica (pigmentos con cera como aglutinante) o temple al huevo para colorear las imágenes. Estos murales eran realizados, más que nada, en iglesias y templos.

Eran composiciones religiosas únicamente, tenían un carácter simbólico y cumplían con las características del estilo bizantino. Los artistas no buscaban representar claramente la imagen del ser humano, sino más bien crear una representación racional de lo que se pensaba era su naturaleza.

Conforme el arte bizantino se desarrolló a través de sus distintos períodos, las poses de las personas y sus expresiones cambiaron. Estos cambios representan la evolución del estilo bizantino durante sus más de mil años de existencia.

Los temas más comunes pintados en murales eran la Virgen María, el Niño Jesús, la Resurrección, el Último Juicio y la Gloria de Dios. Pero también los emperadores Constantino y Justiniano.

Entre las pinturas bizantinas más destacadas, se encuentran: los Íconos de Santa Catalina de Sinaí, los Murales de los Monasterios de Meteora y los Frescos de los Monasterios de Montes Altos.

Escultura bizantina

Muy pocas piezas escultóricas fueron creadas durante el período bizantino. Sin embargo, la escultura fue utilizada a menor escala en algunas de las creaciones pequeñas significativas de la época.

Por ejemplo, se solían esculpir pequeños relieves en materiales como el marfil. Esto se usaba principalmente para adornar portadas de libros, cajas que contenían reliquias y otras obras de menor escala.

Si bien no hubo esculturas a gran escala significativas (se prefería el uso de mosaicos para la decoración de la arquitectura), las personas más adineradas sí solicitaban la creación de elementos esculpidos.

Esto ocurría más que nada en Constantinopla, la capital del imperio. Allí, la alta sociedad poseía pequeños trabajos de oro, con algunos adornos de bordado. 

Las talladuras de marfil más comunes eran dípticos y trípticos, de temática religiosa, que representaban escenas bíblicas, como la crucifixión de Cristo.

Uno de los ejemplos más destacados de la escultura bizantina es el díptico de Asclepios, creado en el siglo V y ubicado actualmente en el Museo de la Ciudad de Liverpool.

Mosaico bizantino

Los mosaicos son las obras artísticas más destacadas del período bizantino. Este estilo se desarrolló a partir de las creencias cristianas del arte romano tardío; era considerado un lenguaje visual que expresaba significativamente la unión entre Cristo y su Iglesia.

Los artistas bizantinos eran contratados por la iglesia para que visitaran regiones alejadas de su metrópolis y crearan mosaicos referentes a la religión.

Tal como ocurrió con la pintura, el estilo de los mosaicos fue establecido en Constantinopla, pero se propagó a lo largo de todo el territorio bizantino y en otras regiones europeas.

Hubo dos centros religiosos donde más se destacó el mosaico bizantino. El primero es la catedral de Hagia Sophia. Si bien esta catedral se mantiene en pie a día de hoy, muchas de sus obras de mosaicos originales se han perdido con el tiempo.

El segundo lugar donde más destacaron los mosaicos es la catedral de Rávena. Esta catedral, ubicada en Italia, conserva hasta el día de hoy los mosaicos más importantes creados durante el período bizantino.

Los mosaicos bizantinos pasaron a la historia como una de las obras artísticas más hermosas creadas por la humanidad.

Iconoclasia, evolución y declive

Uno de los períodos que más afectó a la conservación de los mosaicos fue la iconoclasia que se propagó por Europa. Esta era una creencia social que daba importancia a la destrucción de símbolos y otros elementos icónicos, con fines religiosos o políticos.

El período iconoclasta afectó al arte bizantino y se vio representado en una destrucción masiva de obras de arte (particularmente murales y mosaicos) ocurrida en el siglo VIII. Durante esta etapa, los mosaicos de figuras eran mal vistos por las autoridades.

Algunos mosaicos con íconos de oro significativos fueron reemplazados por imágenes diferentes. Sin embargo, al final del siglo XVIII, los mosaicos volvieron a resurgir y recobraron su importancia en el arte.

En los períodos subsecuentes, se desarrolló un estilo de mosaico nuevo, el cual se destacaba por sus obras en miniatura. Eran obras bastante difíciles de crear y su objetivo principal era la devoción personal. 

Apartando la era iconoclasta, hubo dos momentos en la historia del Imperio bizantino en los cuales el mosaico sufrió un declive. El primero fue a principios del siglo XIII, cuando Constantinopla fue saqueada por invasores.

Esto causó que el mosaico dejara de producirse por casi 50 años. Cuando la ciudad fue reconquistada en 1261, la catedral de Hagia Sophia fue restaurada y el mosaico volvió a brillar.

El segundo declive de este arte fue el definitivo. Durante los últimos años del Imperio bizantino, en el siglo XV, el imperio ya no tenía la capacidad económica para producir obras costosas, como los mosaicos. A partir de este período y luego de la conquista turca, las iglesias fueron solo decoradas con frescos y murales.

Arquitectura bizantina

La arquitectura bizantina se desarrolló primeramente en su capital, Constantinopla. Los arquitectos bizantinos se basaron en las características de la arquitectura romana, que a su vez tenía una gran influencia griega. El edificio romano que inspiró a los arquitectos bizantinos fue, principalmente, el templo.

Uno de los aportes más importantes del arte bizantino a la arquitectura fue la planta de cruz griega, adoptada en tiempos de Justiniano, en el siglo IV.

Los edificios más destacados de la arquitectura bizantina fueron las iglesias y catedrales. Al igual que la pintura, la escultura y los mosaicos, la religión jugó un papel fundamental en la arquitectura de Constantinopla.

Las catedrales de gran tamaño (usualmente con cuatro corredores largos) tenían un domo imponente, el cual caracterizó a las basílicas de la época. Estos domos estaban apoyados en varias piezas arquitectónicas que permitían su estabilidad.

Estaban decoradas con mármol, y las columnas tenían un carácter más bien ornamental, aunque en las galerías sí aplicaban su uso como soporte. Además, se decoraban con mosaicos y pinturas murales a gran escala.

La estructura que mejor representa el arte arquitectónico bizantino, la cual aún hoy podemos admirar, es la catedral de Santa Sofía (Hagia Sophia), ubicada en Estambul, Turquía.

La catedral representa el arte bizantino en casi todas sus formas, y su gran domo demuestra la imponencia de la capacidad arquitectónica de la época.

Referencias

  1. Byzantine Art, Encyclopaedia Britannica, 2018. Tomado de britannica.com
  2. Diptych, Encyclopaedia Britannica, 2016. Tomado de britannica.com
  3. Byzantine Architecture, Encyclopaedia Britannica, 2009. Tomado de britannica.com
  4. Byzantine Art, Art History Online, (n.d.). Tomado de arthistory.net
  5. The Collapse of Rome and the Rise of Byzantine Art (c.500-1450), Visual Arts Encyclopedia, (n.d.). Tomado de visual-arts-cork.com
  6. Byzantine Art, Medieval Chronicles, (n.d.). Tomado de medievalchronicles.com
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