Argumento: qué es, características, estructura, tipos, ejemplos
¿Qué es un argumento?
Un argumento consiste en una serie de afirmaciones sustentadas por la lógica, por la observación o por la experiencia, que se expresan con la intención de defender una opinión, refutar el punto de vista de otra persona o bien lograr algún objetivo por medio de la persuasión o el convencimiento.
Los argumentos forman parte de la vida cotidiana y los utilizamos para alcanzar finalidades de muy diverso tipo. Por ejemplo, una pareja discute acerca de a quién corresponde hacer el almuerzo. Uno de los miembros argumenta que ya ha cocinado el desayuno, y que por tanto, la labor le corresponde al otro miembro.
Este segundo a su vez contraargumenta que se encuentra demasiado ocupado por su trabajo, y que el almuerzo debería hacerlo quien esté más ligero de obligaciones.
En el debate político cotidiano, especialmente el parlamentario, también podemos pescar cientos de argumentos diseñados con el objetivo de obtener poder o de desprestigiar a quien ya lo tiene.
Características de un argumento
- Son acciones positivas a través de las cuales buscamos un determinado fin, ya sea hacer prevalecer nuestra forma de pensar, obtener alguna ventaja o permiso, o lograr que otras personas hagan lo que nosotros deseamos o creemos que es correcto.
- Pueden ser legítimos o falaces. Es decir, pueden basarse en el uso honesto y adecuado de la lógica, la observación y la experiencia previa, o pueden estar construidos sobre premisas falsas o razonamientos incorrectos.
- Generan debate. Este puede ser acalorado y agrio; pero también puede ser constructivo, lo que permite detectar los puntos débiles del argumento, corregirlo y generar consenso entre las partes en debate.
Estructura de un argumento
En general, los argumentos están constituidos por tres partes principales: la premisa, el desarrollo y la conclusión.
Premisa
Se trata de una afirmación, considerada como verdad indiscutible, que sirve como base sobre la cual se levanta el argumento.
Un ejemplo de premisa puede ser una verdad científica demostrada, del estilo: la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta que los une. Puede ser también producto de la experiencia: si te excedes en el consumo del jarabe para la tos, terminarás intoxicado.
O puede ser una observación considerada verdadera por la mayoría de las personas, como, por ejemplo: durante el verano asciende la temperatura y hace demasiado calor.
Pero, aunque considerada verdadera por la persona que construye el argumento, la premisa no tiene necesariamente que serlo cuando se la analiza a la luz de la lógica.
Por ejemplo, una premisa del tipo “todas las personas que usan gafas son muy inteligentes”, difícilmente podrían ser tenida por válida. El motivo es que hace una generalización casi imposible de probar y que se derrumbaría con que solo una de las personas que usan gafas sea de inteligencia regular.
El desarrollo
En esta parte del argumento se presentan todos los elementos que apoyan la premisa que se ha postulado como verdadera. Entre ellos están las estadísticas, los testimonios, los resultados de investigaciones científicas, la opinión de expertos autorizados.
Por ejemplo, si mi premisa es que excederse con el jarabe de tos produce una intoxicación, puedo presentar como prueba el prospecto que acompaña a los frascos de jarabe, en el cual se advierte acerca de la dosis máxima; también puedo consultar a un médico y presentar su opinión como la de un experto autorizado.
Y puedo, finalmente, recurrir a mi propia experiencia o a la de algún conocido.
La conclusión
Podemos referirnos a la conclusión como aquella parte del argumento que se presenta a continuación de conectores conjuntivos del tipo: “por lo tanto”, “así pues”, “luego”, “como consecuencia”, etc.
Siguiendo con el ejemplo del jarabe, después de la revisión del prospecto y la opinión autorizada de un médico, podemos concluir, en consecuencia, que es fundamental seguir las instrucciones del prospecto en relación con las dosis máximas por toma o diarias, a riesgo de sufrir una intoxicación.
Tipos de argumento
Argumento basado en la autoridad
Consiste en recurrir a la afirmación de algún experto o fuente autorizada en la materia sobre la cual se argumenta, con el objetivo de dar validez a nuestras conclusiones.
Ejemplo:
“Para conocer la solidez moral de una persona lo importante es poner atención a sus actos y no tanto a sus palabras. Ya la Biblia nos lo enseña: ‘por sus frutos los conoceréis’”.
Argumento deductivo
Consiste en sacar las conclusiones a partir de las premisas aplicando estricta y exclusivamente las leyes de la lógica.
Ejemplo:
“No se tiene aún certeza de que Rodríguez sea el autor del asesinato. Pero ya que estuvo en la escena del crimen cuando este fue cometido, es lo más probable”.
Argumento de ejemplificación
Consiste en probar el valor de las conclusiones por medio de la presentación de un ejemplo.
Ejemplo:
“La conquista de América se logró con la violencia. Ejemplo de ello es que las tribus indígenas fueron reducidas por las armas y diezmadas por enfermedades europeas, como la viruela”.
Argumento por experiencia propia
En este tipo de argumento el hablante recurre a su propia experiencia personal para dar validez a su argumento.
Ejemplo:
“Yo no tengo dudas de que los fantasmas existen; lo sé por experiencia propia. Estaba en casa de mi tía cuando vi la imagen de una mujer desconocida, de unos 50 años de edad, que al momento desapareció”.
Argumento basado en la estadística
Se caracteriza por recurrir a información de tipo estadístico con el fin de sustentar la conclusión.
Ejemplo:
“La guerra civil en Siria ha causado una migración masiva. Así lo prueban las estadísticas, que indican que para 2019 casi un millón de personas han abandonado el país, lo que equivale al 5% de la población total”.
Argumento de causa y efecto
Es similar al argumento deductivo. En este caso la conclusión se justifica como consecuencia directa y lógica de una cierta causa.
Ejemplo:
“Si pasas tanto tiempo mirando el móvil, terminarás con dolor de cabeza y resequedad en los ojos”.
Argumento basado en la fe o la superstición
En este tipo de argumentos la conclusión no se fundamenta ni en razonamientos, ni en datos de investigación, sino en la simple fe, ya sea en la religión, la magia o el ocultismo.
Ejemplo:
“Mis ingresos se han duplicado en los últimos meses. Se debe a la canela que pongo en las cuatro esquinas de la casa, como me lo recomendó mi consejera espiritual”.
Argumento de conocimiento común
En este tipo de argumento el hablante da por cierta una premisa o una conclusión basándose en el hecho de que es algo del conocimiento de todos, sin proporcionar datos o hacer razonamientos.
Ejemplo: “El fútbol es el deporte más popular en el planeta, como todos saben”.