Psicología

14 experimentos psicológicos con humanos muy polémicos


Los experimentos psicológicos han conseguido generar descubrimientos muy importantes en esta disciplina, a pesar de que algunos han sido poco éticos. Entre ellos destacan el experimento de Asch, el de Migram o el del pequeño Albert.

La Psicología ha tenido un avance vertiginoso en poco tiempo. Esto se debe en parte, a que muchas de las cosas que actualmente conocemos sobre cómo funciona nuestra mente provienen de la experimentación tanto con humanos como con animales.

Actualmente para llevar a cabo un experimento existen unas claras barreras éticas que no se pueden sobrepasar. Sin embargo, no siempre ha sido así. Hace unos años, los investigadores podían manejar a sus anchas a animales humanos y no humanos para poner a prueba sus hipótesis.

¿Merece la pena destruir vidas o manipular a las personas por conseguir importantes avances en la ciencia? 

Los experimentos psicológicos más llamativos

1- El experimento del muñeco Bobo: ¿nacemos agresivos o aprendemos a ser agresivos?

Durante los años 60, existía un gran debate sobre el desarrollo infantil: ¿qué influye más, la genética, el ambiente o el aprendizaje social?

Muchos intentaron responder a esta pregunta mediante diversos experimentos. El psicólogo Albert Bandura fue uno de los interesados por el tema, concretamente quería saber de dónde venía la agresividad.

Para ello, dividió a un conjunto de niños en tres grupos: el primero estaba expuesto a unos adultos que golpeaban y se comportaban de forma agresiva con un muñeco llamado “Bobo”.

El segundo grupo, tenía a su lado a adultos que jugaban tranquilamente con el muñeco, mientras que el tercero no se expuso a ninguna de estas situaciones (lo que se conoce como grupo control).

Los resultados demostraron que los niños que vieron a los adultos ser agresivos con el muñeco Bobo imitaron el comportamiento observado, tendiendo más a ser agresivos en general. En cambio, los otros dos grupos no presentaban esta agresividad.

¿Qué demostró esto? Pues parece ser que muchas de las cosas que hacemos no se deben a factores genéticos heredados, sino a la educación recibida. Especialmente, lo que aprendemos por medio de la observación de otras personas. Esto se denomina aprendizaje vicario o social.

2- El experimento de atención selectiva: ¿tenemos control sobre nuestra percepción?

Daniel Simons y Christopher Chabris estaban muy interesados en conocer cómo percibimos el mundo exterior y si somos conscientes de todos sus elementos.

Así, en 1999, llevaron a cabo un experimento que tú mismo puedes hacer viendo el vídeo que aparece a continuación:

¿Has respondido correctamente? ¡Enhorabuena!

Ahora trata de responder a esta pregunta: ¿has visto al hombre disfrazado de gorila? Según los estudios, la mayoría de los participantes no se dan cuenta de la existencia de este personaje.

¿Qué demostró esto? La existencia del concepto “inattentional blindness” o “ceguera por inatención”. Significa que un objeto inesperado que es completamente visible puede ser ignorado por nosotros, como si no existiera, cuando estamos concentrados en otra tarea.

Esto manifiesta que no somos tan conscientes como creemos de las cosas que suceden a nuestro alrededor.

3- El experimento del malvavisco: ¿controlar tus impulsos es la clave del éxito?

El psicólogo Walter Mischel en los años 70, desarrolló esta prueba para comprobar si el control de nuestros impulsos inmediatos tenía algo que ver con mayor o menor éxito en el futuro.

Así, reunió a un grupo de niños de cuatro años, comprometiéndose a seguirles la pista durante 14 años para evaluar su éxito.

El experimento consistía en colocar a los niños en frente de un malvavisco, diciéndoles que podían comérselo cuando quisieran. Pero, si esperaban durante 15 minutos sin comérselo podían obtener otro malvavisco más.

Los niños que eligieron no esperar y se dejaron llevar por sus impulsos, al ser evaluados tras unos años, mostraron una menor tolerancia a la frustración y menor autoestima. En cambio, el grupo que esperó consiguió más éxito a nivel académico, social y emocional.

¿Qué demostró esto? saber manejar los impulsos inmediatos y reflexionar acerca de las consecuencias de nuestros actos a largo plazo, es esencial para obtener éxito en nuestra vida.

4- El experimento de la conformidad de Asch: ¿tenemos miedo de diferenciarnos del resto?

Solomon Asch, una importante figura de la Psicología Social, llevó a cabo este famoso experimento, obteniendo resultados increíbles.

En 1951 reunió a un grupo de estudiantes para realizar una prueba de visión. Realmente todos los participantes de la sala eran actores, y solo un individuo era el que estaba a prueba. Y tampoco se trataba de una prueba de visión, sino que el verdadero objetivo era ver el grado de conformidad de las personas cuando están presionadas por el grupo.

De esa forma, se les mostraba una serie líneas y se les preguntaba cuál era más larga o cuáles eran similares. Los estudiantes tenían que decir delante de todos y en voz alta cuál creían que era la respuesta correcta.

Todos los actores fueron preparados con antelación para responder de manera incorrecta (la mayoría de veces). Cuando al verdadero participante le tocaba responder, difería del resto del grupo las dos o tres primeras veces, pero posteriormente, cedió al grupo e indicó la misma respuesta que ellos, aunque fuera evidentemente errónea.

Lo más curioso de todo fue que este fenómeno ocurría en un 33% de los sujetos, sobre todo cuando había más de tres cómplices que dieran la misma respuesta. Sin embargo, cuando estaban solos o las respuestas del grupo eran muy dispares, no tenían problemas en dar la respuesta correcta.

¿Qué demostró esto? Que tendemos a adaptarnos al grupo porque ejerce una gran presión en nosotros. Incluso sus respuestas u opiniones, si son uniformes, podrían hacernos dudar hasta de nuestra propia percepción.

5- El experimento de Milgram: ¿hasta qué punto somos capaces de obedecer a la autoridad?

Después de reflexionar sobre todo lo ocurrido en el Holocausto durante la Alemania nazi, a Stanley Milgram se le ocurrió comprobar hasta qué punto podemos seguir órdenes.

Seguro que cuando publicó su experimento sobre la obediencia en 1963, no sabía que iba a hacerse tan famoso. Y es que los resultados fueron escalofriantes.

El experimento consistía en castigar con descargas eléctricas a un alumno cuando diera respuestas incorrectas.

En la misma sala se encontraban el investigador, el “maestro” que era el participante y el “alumno”, que era un cómplice del investigador. No obstante, se le hacía creer al participante que el alumno simplemente era otro voluntario que le había tocado ese papel por azar.

El alumno estaba atado a una silla, tenía electrodos por todo el cuerpo, y estaba colocado detrás de una pared de vidrio a la vista del participante.

Cuando el alumno decía una respuesta incorrecta, el maestro tenía que darle descargas eléctricas cada vez de más intensidad. Así, el alumno mostraba un gran dolor, gritaba y pedía que el experimento parase; pero realmente todo era una actuación y las descargas eléctricas no se estaban produciendo. El objetivo realmente era evaluar el comportamiento del “maestro” al ser presionado por la figura de autoridad, el investigador.

De esa manera, cuando los maestros se negaban a seguir el experimento, el investigador les insistía: “usted debe continuar” o “es necesario para el experimento que continúe”. Si aun así los participantes paraban, el experimento se detenía.

Los resultados fueron que el 65% de los participantes llegaron al final del experimento, aunque todos intentaron parar en cierto punto.

¿Qué demostró esto? quizás esta es la prueba de por qué podemos llegar a hacer cosas horribles. Cuando consideramos que hay una autoridad que manda sobre nosotros, creemos que tiene control de la situación y sabe lo que hace. Todo eso, unido a nuestro rechazo a enfrentarnos con un “superior”, nos hace capaces de obedecer a lo que sea.

6- El pequeño Albert: ¿de dónde vienen nuestros miedos?

El padre del conductismo, John Watson, provocó una gran controversia con este experimento ya que no tuvo ningún límite ético.

Quería resolver el típico debate de si los miedos son innatos o condicionados (aprendidos). Más concretamente, su objetivo era comprobar cómo podemos desarrollar miedo a un animal, si ese miedo se extiende a cosas parecidas, y cuánto tiempo duraría ese aprendizaje.

Así seleccionó al pequeño Albert, un bebé de ocho meses al que se le colocó en frente una rata blanca para observar su reacción. Al principio no mostraba miedo, pero posteriormente, cuando la aparición de la rata coincidía con un gran ruido que provocaba sobresalto, Albert lloró atemorizado.

Tras varias repeticiones, solamente con la aparición de la rata sin el ruido, el bebé comenzaba a alejarse sollozando. Además, este miedo se expandió a más cosas parecidas: un abrigo de piel, un conejo o un perro.

¿Qué demostró esto? Que la mayoría de nuestros miedos son aprendidos, y que tendemos a generalizar éste muy rápidamente a otros estímulos parecidos o relacionados.

7- Terapias de aversión para homosexuales: ¿Se puede cambiar tu orientación sexual?

Hace unos años, la homosexualidad se consideraba una enfermedad mental que había que corregir. Muchos psicólogos comenzaron a preguntarse cómo cambiar la orientación sexual de los homosexuales, ya que pensaban que esto era algo aprendido o elegido (y, por tanto, que se podía revertir).

De esta manera, en los años 60 probaron una terapia que consistía en presentar imágenes excitantes para el sujeto de manera simultánea a descargas eléctricas en los genitales, o inyecciones que provocaban el vómito. Pretendían que la persona vinculara el deseo a personas de su mismo sexo con algo negativo, y así dicho deseo desaparecería.

Sin embargo, no obtuvieron los resultados deseados, más bien todo lo contrario. Se produjo un fuerte impacto psicológico en estas personas, además que muchas desarrollaron disfunciones sexuales que oscurecieron (aún más) sus vidas.

¿Qué demostró esto? Estos hallazgos manifestaron que la orientación sexual es algo que no se escoge y no se puede cambiar. Aún no se conoce exactamente si hay implicaciones genéticas o ambientales, lo más importante es saber que la sexualidad de cada uno es algo íntimo donde no se debe tratar de intervenir.

8- El experimento de la cárcel de Stanford, o cómo un simple rol puede provocar que hagas cosas horribles

Este es uno de los experimentos más famosos de la Psicología por sus estremecedores resultados: tuvo que cancelarse después de una semana.

Sobre los años 70, Philip Zimbardo y sus colegas sospechaban que somos más esclavos de nuestros roles de lo que creemos. Para comprobarlo, crearon una simulación de una prisión en una parte de la Universidad de Stanford. Eligieron a varios estudiantes que eran psicológicamente estables, y los dividieron en dos grupos: los guardias y los prisioneros.

Éstos tenían que comportarse según el papel que se les había asignado, además controló una serie de aspectos para provocar diferencias: los guardias tenían más privilegios y uniformes elegidos por ellos mismos, mientras que los prisioneros eran llamados por números y llevaban cadenas en los tobillos.

Los guardias podían hacer lo que quisieran, excepto ejercer violencia física. El objetivo era atemorizar y llevar a la subordinación extrema a los prisioneros.

Al poco tiempo, los guardias se tomaron tan en serio su papel que hacían horas extras voluntariamente e idearon mil formas terribles de castigar y someter a los reclusos: le obligaban a hacer ejercicios, no le daban comida y a muchos los forzaban a ir desnudos.

Lo más sorprendente fue que algo parecido ocurrió con los prisioneros: pudiendo abandonar el experimento, no lo solicitaron. Así muchos desarrollaron fuertes daños psicológicos, somatizaciones y traumas severos.

También sorprendió a todos cómo los investigadores no cancelaron antes el experimento y cómo se familiarizaron tan rápido con la situación. Es más, a veces la “avivaban” para ver qué ocurría.

¿Qué demostró esto? Un rol y cierto ambiente podrían convertirnos en alguien que jamás imaginamos: sádico, sumiso, o, sencillamente, un sujeto pasivo que no ve lo horrible de la situación.

9- El efecto espectador: ¿las imágenes de niños perdidos funcionan realmente?

Una estación de noticias de Orlando llevó a cabo un experimento llamado “la niña desaparecida”. Lo que hicieron fue llenar un centro comercial con carteles de “se busca” de una niña llamada Britney Begonia, con su foto y características.

Realmente la niña de 8 años estaba sentada cerca de uno de los carteles, y se quería observar cómo reaccionaban los demás. La mayoría de las personas pasaron de largo, muchas no miraron el cartel y otras preguntaron a la niña si estaba bien.

Solo unos pocos, que se les preguntó más tarde, se dieron cuenta del parecido de Britney con la niña que estaba sentada, pero confesaron que no quisieron involucrarse.

¿Qué demostró esto? Esto es la prueba de la existencia del “efecto espectador”, un fenómeno ampliamente comprobado en Psicología Social que explica hechos como por qué no intervenimos en una pelea en medio de la calle cuando nadie más lo hace.

Parece que esto ocurre porque queremos escapar de las situaciones incómodas, y esperamos a que sea otro quien actúe por nosotros. Finalmente, todo el mundo comparte la misma forma de pensar y nadie reacciona.

Aunque quizás, puede suceder, que no ponemos tanta atención como pensamos a los avisos que vemos por las calles y por eso tan poca gente se involucraba.

10- El experimento Monstruo: ¿y si convencemos a alguien de que tiene un defecto?

El psicólogo americano Wendell Johnson quería probar los efectos de la “terapia del habla” en niños de un orfanato en Iowa en 1939. Más específicamente, si decirle cosas positivas o negativas sobre su forma de hablar podría eliminar una tartamudez existente o, por el contrario, provocarla si no tenía.

Una parte de los niños tenía déficits en el habla y otra parte no. Así, con los niños que tenían dichas dificultades se puso en práctica la terapia del habla positiva, que consistía en fingir que no tenían ningún déficit, animarles a hablar y alabarles por sus logros lingüísticos.

En cambio, a los niños sanos se les decía que eran tartamudos y menospreciaban y maximizaban cualquier error que cometían. Finalmente, en este último grupo no se desarrolló la tartamudez, pero si consiguieron que se negaran a hablar y desarrollaran negativos efectos psicológicos y emocionales.

El estudio nunca se publicó, y llegó a compararse con los experimentos humanos realizados por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Aun así, salió a la luz al cabo de los años y la Universidad de Iowa tuvo que disculparse públicamente por los daños ocasionados.

Además, en 2007, el estado de Iowa tuvo que pagar una indemnización a seis víctimas que habían sufrido repercusiones psicológicas toda la vida por haber participado en el experimento.

¿Qué demostró esto? Lo que decimos a los niños sobre sus capacidades y potencial es decisivo para que construyan su autoestima y alcancen logros. Si convencemos a un niño que no sirve para algo, aunque sea falso, éste va a creerlo y va a inhibir sus intentos por realizarlo. Por eso es tan importante educar a los pequeños de manera adecuada, poniendo atención a la manera en la que les hablamos.

11- Perdido en el centro comercial o cómo podemos implantar recuerdos falsos

Elizabeth Loftus comprobó que los recuerdos pueden ser maleables, y que, si se dan ciertas claves o pistas cuando la persona está recordando un suceso, es muy posible que almacenen nuevos datos falsos sobre el hecho.

Parece que nuestros propios recuerdos pueden distorsionarse según cómo preguntemos sobre ellos o qué datos posteriores demos.

Así, Loftus y sus colegas intentaron implantar un recuerdo en un grupo de sujetos: haberse perdido en un centro comercial a los 5 años. Primero pidieron a las familias para que les contaran experiencias reales de la niñez de los sujetos que estuvieran relacionados. Posteriormente los mezclaron con el recuerdo falso de haberse perdido y se lo presentaron a los participantes.

Los resultados fueron que uno de cada cuatro sujetos almacenaba ese dato falso, pensando que era un recuerdo real. Loftus también descubrió en experimentos relacionados que, en las personas que puntúan más alto en tests de inteligencia, es más difícil implantar recuerdos falsos.

¿Qué demostró esto? No recordamos de manera totalmente objetiva los detalles del pasado, sino es algo que se construye subjetivamente entrando en juego muchos factores como el estado de ánimo del momento.

Además, parece haber un mecanismo que revisa y moldea (si lo ve necesario) nuestros recuerdos cuando los recuperamos, para volver a guardarlos ya transformados.

12- El caso de David Reimer: ¿podemos cambiar la identidad sexual?

Cuando operaron a David Reimer de fimosis a los ocho meses de edad, le quemaron los genitales accidentalmente.

Sus padres, preocupados por el futuro de su hijo, acudieron a la consulta del conocido psicólogo John Money. Éste defendía la idea de que la identidad de género era algo que se aprendía durante la niñez, y que, si se educaba de cierta forma a los pequeños, estos podrían fácilmente adoptar un género masculino o femenino.

Money dijo que la mejor opción era operar a David, quitarle los testículos y criarlo como a una niña. Secretamente, Money se estaba beneficiando de la situación, usándola como experimento para validar su teoría.

David pasó a llamarse “Brenda” y recibió terapia psicológica durante diez años. Aparentemente el experimento funcionaba y David se comportaba como una niña, pero realmente no estaba obteniendo el éxito deseado: el pequeño se sentía como un niño, tendía a rechazar la vestimenta femenina y desarrolló depresión a los 13 años. Incluso las hormonas femeninas que recibía no surtían el efecto que deberían.

Cuando Money intentó persuadir a los padres para que le implantaran vagina mediante cirugía, éstos dejaron de acudir a la terapia. A los 14 años, David supo la verdad y vivió el resto de su vida como chico.

En 2004, no pudo soportar varios sucesos dramáticos, como la muerte de su hermano y la separación de su mujer, y se suicidó.

¿Qué demostró esto? La identidad sexual es algo mucho más complejo de lo que imaginamos. Sentirse hombre o mujer no lo determinan ni nuestros genitales, ni recibir ciertas hormonas, ni cómo nos eduquen. Es un conjunto de factores que todavía la ciencia está tratando de determinar con exactitud.

Lo cierto es que no podemos elegir si queremos sentirnos hombres o mujeres, y por ello, tampoco podemos cambiarlo.

13- Experimento de Harlow

Experimentos en el que el psicólogo Harry Harlow demostró la importancia del contacto materno en las crías de primates. Crías de monos rhesus fueron separadas de sus madres y cuidadas en un ambiente de laboratorio. Las crías que se aislaron socialmente sufrieron desórdenes de comportamiento y autolesiones.

Además, cuando se reintroducían con el grupo de monos rhesus, no sabían cómo interactuar, aislándose e incluso muriendo algunos. Sin embargo, el experimento más significativo fue en el que Harlow dio madres de trapo a las crías de mono, demostrando que las que eran reconfortantes tenían un efecto positivo en las crías.

14- La indefensión aprendida de Martin Seligman

Experimentos con perros iniciados en 1967 en los que Martin Selingman explicó el comportamiento de la indefensión aprendida.

Tras ser expuestos a múltiples estímulos aversivos y no poder evitarlos, los animales desarrollan un sentido de falta de control y dejaban de intentar de escapar a los estímulos acersivos, ya que habían aprendido que no podían hacer nada para evitarlos.

15- Experimento de la cueva de los ladrones, de Muzafer Sherif

Experimento en el que el psicólogo Muzafer Sherif demostró cómo se crean apegos intragrupales, normas y una cutura propia en grupos de niños. Sin embargo también mostraban comportamientos negativos intergrupales; cuando los grupos de niños competían por recursos escasos, se creaba un ambiente de hostilidad.

Referencias

  1. 25 Mind Blowing Psychology Experiments… You Won’t Believe What’s Inside Your Head. (5 de junio de 2012). Obtenido de List25.
  2. Experimento Conductista: Watson y el pequeño Albert (en español). (18 de marzo de 2009). Obtenido de Youtube.
  3. Inattentional blindness. (s.f.). Recuperado el 23 de septiembre de 2016, de Scholarpedia.
  4. Missing Child Experiment. (6 de Mayo de 2008). Obtenido de Hoaxes.
  5. Monster Study. (s.f.). Recuperado el 23 de septiembre de 2016, de Wikipedia.
  6. Parras Montero, V. (7 de mayo de 2012). El control de impulsos en los niños. Test Marshmallow. Obtenido de ILD Psicología.
  7. The 10 Most Controversial Psychology Studies Ever Published. (19 de septiembre de 2014). Obtenido de The British Psychological Society.
  8. Top 10 Unethical Psychological Experiments. (7 de septiembre de 2008). Obtenido de Listverse.