Masculinismo: orígenes, características, diferencias con feminismo
El masculinismo es un movimiento social que busca lograr la equidad de género entre hombres y mujeres desde el punto de vista del varón. Se estructura dentro de un grupo de ideologías diversas e inquietudes políticas, económicas y culturales, y tiene la finalidad de analizar la formación masculina de la identidad y la problemática del género.
Algunos piensan que sigue los parámetros del objetivo principal del feminismo, que es la búsqueda de la igualdad, pero con las mujeres vistas desde la óptica masculina. Se utiliza en diferentes entornos y hace referencia a la defensa de los derechos del hombre, promoviendo la adhesión y difusión de sus opiniones, actitudes y valores.
Aunque las mujeres han pasado décadas intentando lograr la igualdad de derechos —lo que ha generado la promulgación de leyes contra la discriminación femenina—, también existen movimientos constituidos por hombres que esgrimen la idea de que hay una discriminación contra el género masculino muy recurrente y que ellos no cuentan con esa protección.
Por ejemplo, existen diferentes grupos y organizaciones masculinas en Gran Bretaña y Estados Unidos que defienden su derecho a tener la custodia de sus hijos al divorciarse. Igualmente, tratan de generar conciencia sobre los modelos de discriminación sexual que existen hacia hombres y niños.
Algunos profesores y filósofos modernos argumentan que el hombre tiene mayor posibilidad de ser llamado a servir en el ejército, siendo víctima de violencia y propenso a ser despojado de la custodia de sus hijos, lo que en muchos casos puede empujarle al suicidio.
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Origen
Durante el siglo XX, el masculinismo se desarrolló como una respuesta a las acciones emprendidas por un grupo de mujeres que exigían equidad en el trato con respecto a los hombres; ellas estaban confrontando al androcentrismo del momento.
El masculinismo tiene su origen en los llamados movimientos de liberación de los hombres en los años 70. El primer movimiento se fraccionó en dos entidades: una que apoyó al feminismo y otra absolutamente adversa a este movimiento, incluso llegando al punto de la misoginia.
Sin embargo, no fue únicamente una respuesta al feminismo del momento. Cuestiones como ser reclutados para el servicio militar y la custodia y crianza de los hijos fueron temas que no estaban vinculados con el movimiento feminista, pero que tenían un impacto sobre el gremio masculino.
La deshumanización del género
Un movimiento extremista llamado Manosphere fue fuertemente cuestionado en los medios de comunicación por su radicalismo. Fueron acusados de misóginos y homofóbicos, y de estar orientados a la deshumanización de hombres y mujeres. Su extremismo llegó a ser comparado con el de los supremacistas blancos.
En 2004 surgió la frase MGTOW. Esta apareció en el contexto del grupo de derechos de los hombres para sustituir al llamado foro XYZ, que fue revocado en varias ocasiones en los primeros tiempos de 2000.
Todas estas organizaciones aparecieron con el firme propósito de sentar precedentes con relación al lugar que el hombre ha ocupado históricamente en el mundo, y demostrar que ha habido una evolución dentro de los parámetros sociales que los ponen en desventaja, tal como pueden sentirse las mujeres.
La llamada asimetría de género, según la cual la mujer es la que sufre el maltrato, ha ido disminuyendo ante la avanzada de la teoría contraria o simetría de género, en la que se indica que las mujeres agreden a los hombres en la misma proporción o nivel que estos a ellas. En este escenario se evidencia la llamada violencia recíproca.
De esta manera, se puede concluir que existieron motivaciones robustas que dieron pie al surgimiento del masculinismo como medio de expresión de los grupos que se sentían especialmente vulnerados bajo la premisa de ser el “sexo fuerte”.
A lo largo de la historia han podido probar la existencia de ciertas circunstancias que justifican sus propuestas y argumentos.
Características
Las características principales del masculinismo son aquellas que describen sus conductas emblemáticas. Estas comunidades están marcadas y definidas por las siguientes peculiaridades:
El machismo
Es una idea que sostiene que el hombre es naturalmente superior a la mujer. Le atribuye al macho la función de jefe de familia, quien protege y sostiene el hogar.
El androcentrismo
Es un concepto que sitúa al hombre (varón) como centro del universo. Su opinión y visión del mundo son el eje de las sociedades y culturas.
El sexismo
Es un prejuicio social que discrimina sobre la base del sexo o del género. También hace referencia a la promoción de estereotipos sociales con base en las diferencias sexuales.
El patriarcado
Es un tipo de orden social en el que se le atribuye al sexo masculino de manera exclusiva la autoridad y dominio sobre todo lo que conforma la estructura social. Es el líder indiscutible y, de manera natural, la mujer y la familia deben adherirse a su mandato.
Diferencias con feminismo
Lo femenino y lo masculino son términos cuyo constructo psicológico es naturalmente controversial, ya que están inmersos dentro del activismo social.
Esto produce un desafío permanente a la norma de manera intencional, con el objeto de lograr cambios dentro de la sociedad que se valen de la persuasión a través de campañas de sensibilización.
Cada movimiento esgrime razones y argumentos que avalan sus ideas acerca de su lugar e importancia dentro de la sociedad y tienden a ser discriminatorios, excluyéndose unos a otros de acuerdo con las características psicológicas, genéticas y biológicas que los diferencia dentro del rango de una misma especie, la humana.
El masculinismo se diferencia del feminismo desde sus motivaciones de origen, ya que el primero surge con la idea de hacer prevalecer los derechos históricos del hombre y establecer que también ellos son víctimas de discriminación y maltratos.
En cambio, el feminismo surgió como la necesidad y el deseo de la mujer de gozar de los mismos beneficios sociales que el hombre.
Red de hombres
La gran controversia que gira en torno a la equidad en la retribución aún muestra grandes brechas o abismos salariales que desfavorecen a la mujer en países desarrollados, pero hay casos que salen de esta norma. Por ejemplo, actualmente en el Reino Unido las mujeres de entre 22 y 29 años están superando a los hombres en el salario.
Esto ha contribuido a fortalecer la idea de que los hombres deben conformar sus propias organizaciones de apoyo, como la conocida Red de hombres en Brighton, al sur de Inglaterra. Su objetivo principal es contribuir con que cada hombre y cada niño de su comunidad alcance su potencial máximo.
Referencias
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