Explotación forestal: concepto, actividades, tipos, consecuencias
¿Qué es la explotación forestal?
La explotación forestal engloba a todas aquellas actividades económicas que aprovechan los recursos naturales de bosques y selvas. Dentro de la división clásica sectorial de la economía, la explotación forestal se incluye dentro de las actividades primarias, junto con la pesca o la agricultura, entre otras.
Parte de esta explotación se denomina también silvicultura. Estas se definen como las técnicas que se usan en los bosques para que la producción de los recursos sea continua. La economía forestal se basa, precisamente, en conseguir sacar provecho a los productos que ofrecen esas masas boscosas o selváticas.
Entre los tipos de explotación más comunes se encuentran el aprovechamiento de la madera, bien de forma directa, o de forma más indirecta. En este último caso se encuentra la utilización de la materia prima de obtener celulosa, resina, caucho u otros elementos que precisan un procesado.
Las consecuencias de una explotación forestal intensiva son enormemente negativas en el aspecto ecológico. La deforestación trae consigo incendios, la desaparición de especies animales o el aumento del CO₂ en la atmósfera. Por esto, se han desarrollado diversos planes internacionales para tratar de imponer una explotación sostenible de estos recursos.
Actividades primarias de explotación forestal
Las actividades primarias en el campo económico son aquellas que dependen de los recursos naturales. A partir de lo que ofrece el planeta (agua, cultivos, tierra, minerales…) se obtienen los productos destinados a servir de alimento o como materias primas.
La denominación “primaria” proviene de que estas actividades económicas son la base de las demás. Sin las materias primas obtenidas mediante la explotación de los recursos naturales no podrían desarrollarse el resto de los sectores económicos.
La explotación forestal es una de estas actividades primarias. Se trata de una de las más antiguas, ya que el ser humano siempre ha aprovechado lo que ofrecían bosques y selvas.
Desde la madera de los árboles a materiales como la resina, las masas forestales han sido la fuente de muchísimos productos aprovechados para, por ejemplo, generar energía o elaborar papel.
Silvicultura
El ser humano ha creado una serie de técnicas para poder desarrollar la explotación forestal como actividad primaria. El nombre dado a esta disciplina en silvicultura, término que proviene del latín “silva” (bosque, selva) y “cultura” (cultivo).
La silvicultura, en su aspecto teórico, se encarga de buscar la mejor manera de gestionar las masas forestales para poder obtener provecho económico. En los últimos años ha incorporado varios aspectos para que la explotación no sea destructiva, sino que se realice de manera sostenible.
Dado que la producción obtenida con la silvicultura es muy diversa, en ocasiones tiene que lidiar con algunos problemas de compatibilidad entre los tipos de producción. Esta, de manera general, se suele dividir en dos, la directa y la indirecta.
La primera es la que se encarga de obtener productos inmediatos, así como las materias primas. En este tipo se incluye la leña, el corcho o la resina. También, por ejemplo, la caza que se desarrolla en estas zonas.
Por su parte, la producción indirecta es aquella en la que los beneficios son generados por la simple existencia de los bosques. La fijación del carbono o la reducción de la erosión son dos muestras claras.
Economía forestal
La explotación forestal ha sido tan importante que, en algunos países, se ha establecido la denominada economía forestal. Esta está basada en la madera obtenida de los árboles y es bastante habitual en naciones poco desarrolladas y con climas propicios para las masas forestales.
La madera, aparte de su uso directo, sirve para obtener una gran cantidad de productos. Entre ellos, la celulosa de papel, la viscosa o el celuloide para las películas fotográficas. Igualmente, ha sido utilizada como medio de producir energía.
Tipos de explotación forestal
Hay varios modos de dividir la explotación forestal por tipos. El primero es según los objetivos que se buscan con la actividad. El primero de estos tipos tiene como finalidad conseguir la mayor cantidad de producción posible.
En cambio, si lo más importante es la calidad, la producción se va a ajustar a los recursos disponibles. En este caso, también, se mide de manera más sostenible la masa forestal afectada por la actividad con el fin de que sea perdurable.
Los estudios que realiza la selvicultura, por ejemplo, están basados en una producción prevista a largo plazo, 10, 50 o 100 años. Por eso es fundamental que la superficie de bosque no disminuya hasta alcanzar un punto de no retorno.
Actividad forestal para fines agrícolas
Los beneficios de este tipo de actividad solo son rentables a corto paso. Además, necesita estar muy bien planteada para no generar daños irreparables en la masa forestal.
En algunas zonas, se han cultivado caucho y palma de aceite que han logrado beneficios medioambientales, como mantener la estructura forestal y mejorar la conservación del agua.
Plantaciones de árboles
Uno de los tipos de explotación forestal más tradicionales ha sido la tala de bosques naturales para sustituir los árboles por otros más rentables. Esto se producía, especialmente, en las zonas madereras, en la que se plantaban las especies que producían más ganancias.
En los últimos años, este tipo de actuaciones está disminuyendo. Las negativas consecuencias medioambientales las ha convertido en contraproducente.
Aprovechamiento de Recursos Forestales
Aparte de la madera, los bosques aportan muchos otros productos muy demandados y rentables económicamente. Un pequeño resumen incluye el alcanfor, el caucho, el corcho, la celulosa o la resina.
Esta variedad ha provocado que aparezcan explotaciones forestales especializadas en cada uno de ellos.
Consecuencias de la explotación forestal
La tala y la explotación indiscriminada ha supuesto una serie de consecuencias negativa para la naturaleza. Descontando la deforestación ilegal, la falta de visión a largo plazo ha llevado a la desaparición o empobrecimiento de muchas zonas forestales.
Flora y fauna
La primera consecuencia de lo anteriormente mencionado es la pérdida de recursos forestales. En algunos casos, la tala indiscriminada ha supuesto la total desaparición de bosques.
En otros, se han creado áreas homogéneas para aprovechar algunos recursos específicos. A pesar de que siguen existiendo los bosques, la diversidad ha desaparecido, algo negativo para el medioambiente.
Las consecuencias no solo afectan a la flora. Las masas boscosas son hábitat de muchas especies animales. Su desaparición supone, en muchos casos, la extinción de la fauna que vive en ellos.
Suelo y contaminación
La falta de masa arbórea también resulta muy negativa en otros aspectos. Las raíces son fundamentales para afianzar el suelo y que no se vea degradado por la erosión. A largo plazo, los efectos pueden convertir la tierra en no productiva.
Por último, cabe reseñar la importancia de los bosques para controlar el CO2 en la atmósfera.
Una solución: explotación sostenible
Aunque los ecologistas reclaman la total paralización de esta actividad económica, lo cierto es que los expertos no ven viable esa solución. En su lugar, diversos organismos han elaborado protocolos para que los daños sean los menores posibles.
De hecho, se considera que una explotación con criterios de sostenibilidad puede llegar a ser incluso positiva para los bosques.
Para lograr esto, nació la Gestión Forestal Sostenible. Los criterios que rigen la misma fueron establecidos en una conferencia al efecto de las Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992. Los pilares que se deben respetar son tres: ecológico, económico y sociocultural.
El objetivo es conseguir disminuir la desaparición de selvas y bosques, pero reconociendo la necesidad que tienen ciertas poblaciones de aprovechar sus recursos. Las diferentes normativas aprobadas tratan de compatibilizar ambos hechos.