¿Qué es el asombro en filosofía? Definición, origen, características
¿Qué es el asombro en filosofía?
El asombro en filosofía es el sentimiento que ilumina la mente, permitiéndole al ser humano salir de entre las sombras con respecto a su propia existencia, la del entorno y la del universo. Junto con la observación y la contemplación de lo que nos rodea, es lo que permite encontrar las respuestas a lo que desconcierta el intelecto del hombre.
De ese modo, se llega a la verdadera sabiduría. Platón considera que el asombro es fundamental porque gracias a este aparece la investigación por los primeros principios, y así nace el pensamiento filosófico. Esta herencia platónica fue retomada por otros pensadores posteriores, como Aristóteles, y mucho más cerca en el tiempo, Heidegger.
Los antes mencionados no son los únicos que han aplicado este concepto de manera excluyente. También lo utiliza el filósofo y lingüista Ludwig Wittgenstein, pero denominándolo “perplejidad”. Es esta perplejidad la que da inicio a toda cuestión filosófica.
Origen
El concepto de asombro nace en la Antigua Grecia y tiene sus fundamentos en dos posturas. La primera es la de Platón, para quien el asombro es el que permite que se revele la verdad. Es lo que disipa la sombra encontrando la luz original; una vez hallada se convierte en el sentido de la existencia.
La segunda postura es la de Aristóteles, mediante la cual considera que el asombro es una concientización de la necesidad de investigar. Esto lleva a indagar para resolver todas las dudas que aparecen a partir de la realidad.
Para Platón
Es en el Diálogo Teeteto donde Platón, por medio de Sócrates, asegura que el asombro que siente Teeto es característico del filósofo. Es un estado del alma natural que se experimenta involuntariamente.
Además, agrega que es correcta la genealogía de Iris como hija de Taumante. Cabe recordar que Taumante se asocia al verbo thaumazein (θαυμάζειν) en griego, cuyo significado es asombrarse, maravillarse.
Por otro lado, Iris es una mensajera de los dioses y es la diosa del arcoíris. Así, es hija de lo asombroso y proclama el pacto que existe entre dioses y los hombres. De este modo, Platón deja en claro que el filósofo es el que media entre lo celestial y lo terrenal.
Asimismo, a partir del diálogo de Sócrates con Glaucón en La República, aparecen otros conceptos, tales como que el asombro que es pasivo genera la acción del amor por la sabiduría. Solamente cuando el filósofo se asombra puede ir de ese estado pasivo al activo del amor.
En síntesis, para Platón el asombro es el origen del conocimiento. Es aquella habilidad o arte que lleva a investigar los primeros principios. Además, es anterior al conocimiento y previo a toda sabiduría, y es necesario que aparezca en el alma para que en esta surja la ambición del saber.
Para Aristóteles
Discípulo de Platón, Aristóteles también trata el tema del asombro. Para él la filosofía no nace de un impulso del alma; por el contrario, las cosas se manifiestan y se convierten en instigadoras de problemas, de modo que impulsan al hombre a investigar.
A la presión que ejercen dichas problemáticas Aristóteles las denomina en su Metafísica “la coerción de la verdad”. Es esta coerción la que no permite que el asombro quede en una respuesta, sino que se ve sucedido por otro asombro y otro más. De manera que, una vez que se ha iniciado, no se puede detener.
Ese asombro, admiración o thaumazein posee tres niveles, tal como lo especifica en su Metafísica:
- El que ocurre ante las cosas que se presentan inmediatamente entre las extrañas.
- El asombro ante cuestiones mayores, tal como las particularidades del Sol, la Luna y los astros.
- El que sucede frente al origen de todo.
También sostiene que el hombre tiene en su naturaleza el deseo de saber; este lo lleva hacia lo divino. Sin embargo, para que esta fuerza lleve a alcanzar la verdad, debe realizarse racionalmente. Esto es de acuerdo con reglas lógicas y lingüísticas.
Asombro en la contemporaneidad
Es a partir de las concepciones de Platón y Aristóteles que el filósofo alemán Martin Heidegger retomó esta temática en profundidad ya en el siglo XX.
El asombro heideggeriano
Para Heidegger el asombro en filosofía aparece cuando se encuentra la verdad. No obstante, ese encuentro no ocurre en lo suprasensible, sino que sucede en este mundo; es decir, está relacionado con las cosas mismas.
Sostiene que todos los objetos se encuentran cubiertos de una niebla que los vuelve indiferentes u opacos para el hombre. Cuando ocurre una súbita manifestación o revelación de un objeto, una cosa o de alguna parte del mundo, aparece el asombro.
Encuentro con la verdad
Entonces, el asombro es una experiencia que permite el encuentro con la verdad. Esto puede ocurrir desde observar el mar al atardecer hasta ver una célula en un microscopio. Ambos hechos se manifiestan en todo su esplendor cuando se descubren a los sentidos.
De este modo, Heidegger afirma que la verdad se trata de des-ocultar o des-cubrir la realidad que se encuentra velada. Es decir, se descorre un velo que permite llegar a la iluminación.
Por otra parte, considera que el asombro es espontáneo. No obstante, puede aparecer a partir de una prolongada preparación, que se puede realizar no solamente sobre la realidad, sino sobre el ser humano mismo.
Esto implica que el asombro en filosofía pone al descubierto, más que la realidad oculta, la confusión propia en la que se encuentra el hombre, específicamente en los procesos relacionados con la percepción y la individualización.
Características del asombro en filosofía
– Cuando se habla de asombro en la vida cotidiana, se hace referencia a la perplejidad, a la sorpresa por la irrupción de lo imprevisible.
– Se asocia con algún objeto, situación o hecho, exterior o interior, que deja a la persona sumida en la extrañeza y, en algunas situaciones, hasta sin capacidad de respuesta. Es en este sentido que se puede vincular con el asombro en filosofía, ya que es a través de este sentimiento que se pone en marcha el proceso de búsqueda de la verdad. Esto se puede encontrar desde los inicios del hombre.
– En toda cultura, tanto oriental como occidental, el ser humano se ha detenido ante lo inexplicable. Se ha asombrado ante el universo, los astros y las estrellas, ante la vida en la Tierra y ante su propia naturaleza. Es ese asombro el que lo ha llevado a buscar las respuestas para comprenderse y comprender lo que lo rodea, para encontrarle sentido a su existencia y la de todos los seres que lo acompañan.