Historia

Educación en la época colonial de Latinoamérica: características


La educación en la época colonial de Latinoamérica fue uno de los elementos fundamentales que justificó la llegada y colonización de los europeos al nuevo continente. Los clérigos y laicos contaban con una misión: inculcar y promover las costumbres cristianas entre los indígenas.

Además de religión, a los indígenas y criollos se les capacitaba también para poder realizar oficios. Con el pasar de los años se crearon colegios, se propuso la fundación de un centro de estudios superiores para el estudio de humanidades y filosofía, y se aprobó y procedió a la fundación de universidades.

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La educación religiosa era impartida a hombres, mujeres y niños sin ningún tipo de distinciones. Sin embargo, el proceso educativo fue presentando irregularidades a lo largo de su evolución. Por ejemplo, con la fundación de universidades se evidenció de manera más clara la exclusión de las clases sociales menos privilegiadas.

Además del factor socioeconómico como determinante del nivel de educación al que se tenía acceso, el género también jugó un papel importante: las mujeres fueron excluidas durante el proceso de adoctrinamiento, y aquellas que no pertenecían a familias de alta clase se veían particularmente afectadas.  

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Origen

A partir de la llegada de los colonizadores europeos a Latinoamérica comenzó un proceso de educación e instrucción, que fue uno de los justificantes de dicha colonización. Para la Iglesia y los gobernantes españoles, la colonización llevaba consigo el propósito de transformar a los habitantes de las nuevas tierras en cristianos.

El objetivo de los clérigos fue enseñar a los aborígenes latinoamericanos las costumbres practicadas en Europa por la comunidad cristiana; por lo tanto, la educación brindada no se centraba en aspectos académicos, sino religiosos y de capacitación para oficios que pudieran desempeñar posteriormente.

Luego de la llegada de la primera misión franciscana a México en 1524, se establecieron cuatro comunidades con sus pertinentes conventos, que luego fueron utilizados como escuelas abiertas en las que se impartió la doctrina religiosa.

Estas fueron tan bien aprovechadas por los jóvenes, que el escenario animó a los representantes de la Iglesia a planificar la apertura de una escuela de estudios superiores. Sin embargo, esta iniciativa no pudo concretarse de forma efectiva.

A mediados del siglo XVI, el príncipe Felipe (futuro Rey de España) aprobó la fundación de las universidades de México y Perú, y dos años después la Universidad Real de México abrió sus puertas con la intención de compartir el conocimiento y mantener la ortodoxia. Esto la limitó en cuanto al nivel de apertura hacia nuevos métodos e innovaciones.

Características

La educación impartida en Latinoamérica nunca se rigió a partir de algún ente regulador o plan de educación. Los clérigos nunca tuvieron una figura clara que los guiara durante este proceso y esto llevó al desorden, así como al manejo de relaciones burocráticas que fomentaba una cultura de dominación.

En las escuelas primarias se les enseñaba a los niños a leer y escribir, sin dejar a un lado la formación religiosa. La educación que recibían los indígenas estaba orientada a la enseñanza y capacitación de los mismos para realizar oficios que les sirvieran a futuro, una vez que se incorporaran al mercado laboral.

El proceso de educación y adoctrinamiento por parte de los clérigos y colonizadores hacia los indígenas resultó complicado, ya que no había mucha disposición en ninguna de los partes: en un principio los aborígenes americanos se rehusaban a ser enseñados y a desprenderse de sus costumbres, y los colonizadores sentían desprecio hacia ellos.

Esta actitud reacia por parte de los indígenas es conocida como cultura de resistencia. No implicaba que no había interés por aprender, ya que ellos habían luchado por ese derecho. La inquietud era poder aprender de manera justa, con igualdad y un sistema educativo avanzado que no fuera exclusivo para la élite.

Una clara muestra de la inequidad e injusticia en el sector educativo se evidenció a través del establecimiento de escuelas mejor estructuradas, exclusivas para el uso de criollos y peninsulares y no para aborígenes. De hecho, la educación se separaba por razas: para blancos, criollos, mestizos, indígenas y negros.

¿Quiénes tenían acceso a la educación?

La educación impartida a los indígenas justo después de la llegada de los colonizadores a América iba dirigida hacia la enseñanza de oficios y costumbres; por ello fue abierta para todos por igual, pues a los españoles les convenía tener mano de obra capacitada que se dedicara a los trabajos necesarios para el desarrollo de la comunidad.

Sin embargo, solo los hijos de los caciques o quienes realmente destacaban de la mayoría podían aspirar a un nivel de educación más avanzado.

Después de haberse fundado la universidad, la cantidad de alumnos que asistían a esta era muy poco constante; es decir, en la misma década podía haber salones con 30 alumnos, así como otros con 150 estudiantes.

En general, la población estudiantil fue muy pequeña, debido a las altas cuotas a pagar que solo podían costear aquellos de clases privilegiadas.

La condición de la mujer

Las mujeres fueron muy ignoradas durante el proceso educativo. Cualquier capacitación que recibían, además de las enseñanzas religiosas, estaba dirigida a formar mujeres del hogar, hacendosas y capaces de hacer las labores domésticas, así como de educar de buena manera a sus hijos. Todo esto era más accesible para las mujeres más privilegiadas.

Tan solo para poder asistir a un colegio de niñas, protegidos por los obispos, se les exigía a las aspirantes y sus familiares presentar un certificado de legitimidad y limpieza de sangre. No obstante, la entrada a los conventos de monjas no era tan restringida.

Los factores económicos y sociales fueron limitantes y el género también lo fue. Recibir educación universitaria siendo mujer era muy complicado, y solo se tenía la oportunidad si se era una mujer de una clase social alta.

Sin embargo, estos impedimentos no limitaron la participación activa de la mujer en actividades religiosas, y aquellas que no se dedicaban a las labores del hogar —como las madres solteras— supieron valerse por sí mismas y aprender oficios por su cuenta para poder salir a trabajar y generar ingresos suficientes para su sustento.

Referencias

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