Biografías de personajes históricos

Jerjes I: biografia, campañas militares, guerras médicas


Jerjes I (c.519 a. C. – 465 a. C), también conocido como Jerjes el Grande, fue un rey de la dinastía Aqueménida, en la que sucedió a su padre Darío I. A pesar de que su gobierno fue el que dio paso al desmoronamiento del poder de los persas, fue considerado el 5° gran rey de su estirpe. Ganó su fama por haber invadido a Grecia.

En su avance por las tierras helenas saqueó y profanó los templos, especialmente los atenienses, pero Jerjes perdió el control de la región después de ser derrotado en la batalla de Salamina. Jerjes creyó que los griegos habían sido vencidos tras tomar Atenas y ese fue el error que lo llevó no solo a perder lo conquistado sino la gran influencia de su Imperio. 

La mayoría de la información que existe acerca de Jerjes I fue recopilada por los griegos, quienes lo muestran como un hombre degenerado y un tanto desquiciado. Se cree que se corresponde con el personaje bíblico llamado Asuero, que aparece en el Libro de Esther.

Reinó durante 21 años y pacificó Egipto y Babilonia, que se habían alzado al principio de su gobierno. Dedicó sus últimos esfuerzos al desarrollo de la infraestructura imperial, levantó estructuras colosales y se alejó de las conquistas y de la política externa.

Como consecuencia de un plan para arrebatar el mando a los aqueménidas que se llevó a cabo en Susa, Jerjes I fue asesinado y lo sucedió en el trono su hijo Artajerjes I.

Índice del artículo

Biografía 

Primeros años

Jerjes nació cerca del 519 a. C. No se sabe cuál fue la ciudad en la que llegó al mundo el príncipe, que era el primer hijo de Darío I con su esposa Atosa, la hija de Ciro II el Grande, fundador de la dinastía Aqueménida.

Su nombre real era Khshayarsa o Khashyar shah. La transliteración griega de este era “Jerjes” y así se conoció en occidente gracias a los historiadores que registraron sus hazañas.

Su padre Darío I era descendiente de otra rama de los aqueménidas. Al contraer este matrimonio con Atosa, la hija de Ciro II que había sido hermana y esposa del previo monarca (Cambises II), el nuevo soberano acabó con las posibles discusiones acerca de su legitimidad.

Hermanos

Jerjes tuvo otros hermanos, el mayor de ellos era Artobazanes, hijo del primer matrimonio de Darío con una plebeya. De esa unión también nacieron Ariabignes y Arsamenes.

Los hermanos del príncipe nacidos de la misma madre, Atosa, fueron Aquémenes, Masistes e Histaspes. Darío también se casó con la otra hija de Ciro llamada Artistona y con ella tuvo a Arsames, Gobrias y Artozostra.

Los últimos tres hermanos de Jerjes fueron el hijo de Darío con Parmis, nieta de Ciro, llamado Ariomando y otros dos con una mujer llamada Frataguna que llevaron por nombres Abrocomes e Hiperantes. Estos dos fallecieron durante la batalla de Termópilas dirigida por Jerjes.

Sucesión

Durante el 486 a. C., la población egipcia decidió preparar una revuelta contra el gobierno del rey persa. Antes de partir a sofocar esta revuelta, Darío I no solo dejó lista su tumba, sino que también declaró que si fallecía su heredero sería Jerjes.

Antes de lograr calmar la zona del Nilo, Darío falleció. En ese momento se produjo un conflicto sucesoral en el reino, puesto que Artobazanes, el hijo mayor de Darío, proclamó su derecho a gobernar por el hecho de ser el primogénito.

Jerjes, por su parte, podía rastrear su linaje hasta Ciro II el Grande, libertador de los persas. Sin mencionar que su propio padre lo había nombrado heredero aparente antes de fallecer.

También el rey espartano Demarato, que se encontraba en Persia, dijo que el heredero era el primer varón nacido con el padre en el trono, lo que colaboró con los problemas legales que podría representar la transición de Jerjes.

Sin embargo, Jerjes fue coronado a finales de 486 a. C. y tanto la familia como los súbditos estuvieron conformes con esa decisión. En ese momento tenía aproximadamente 36 años y había ejercido como gobernador de Babilonia durante cerca de 12 años.

Gobierno temprano

Su primera acción fue pacificar Egipto, allí dejó luego a su hermano Aquémenes como sátrapa. Dos años después de haber asumido el reino y nuevamente en el 482 a. C., Babilonia también perturbó la paz de los dominios de Jerjes I.

Esas insurrecciones sufrieron la misma suerte que las de Egipto y desde entonces el gobernante pudo dirigir su mira a los griegos, aquellos que se atrevieron a manchar la reputación de su padre Darío I durante la primera guerra médica.

Preparó un gran ejército y lo guarneció apropiadamente. Se vanagloriaba de las bondades de contar con hombres libres a su disposición para el combate, así como de la gran maquinaria logística que pudo desplegar en la campaña.

Al principio de la segunda guerra médica, Jerjes se impuso tanto en Termópilas como en Artemisio. Avanzó con paso firme y conquistó Atenas, una de las joyas de la civilización helena. Sin embargo, la derrota en Salamino marcó el inicio del fin de esa aventura para el persa.

Tuvo que replegarse hacia Tracia y, batalla tras batalla, Jerjes I continuó perdiendo el terreno que acababa de tomar. Eso terminó por acabar la era de grandeza del imperio de los aqueménidas y con el dominio marítimo que ambicionó su abuelo Ciro II.

Familia

Se tiene registro de que una de las esposas de Jerjes I era llamada Amestris, pero se desconoce si tomó otras mujeres por esposas o concubinas. La pareja real tuvo seis hijos llamados Amytis, Darío, Histaspes, Artajerjes, Aquémenes y Rodogune.

También se sabe que con otras mujeres Jerjes I engendró descendencia. Los nombres del resto de los hijos del soberano persa eran Artarius, Tithraustes, Arsamenes, Parysatis y Ratashah.

Construcciones

Después de fracasar en su intento por doblegar a los griegos, Jerjes I se dedicó a la política interna y a concluir grandes proyectos de construcción iniciados por su padre Darío I, así como otros propios que garantizaran su paso a la historia.

Finalizó las obras en edificaciones como la Puerta de Susa, así como el Palacio de Darío en la misma ciudad. Sin embargo, las obras de mayor envergadura fueron las realizadas en Persépolis.

Allí Jerjes construyó la Puerta de Todas las Naciones, además de las escaleras que daban acceso a este monumento. De igual modo, terminó Apadana y Tachara, que era utilizado como palacio de invierno.

Otras obras iniciadas por Darío I, como el edificio del Tesoro, también terminaron de construirse durante el gobierno de Jerjes I y una de las estructuras propias de este soberano persa fue el Salón de las Cien Columnas.

El estilo arquitectónico empleado por Jerjes era similar al de su padre, pero más inclinado a la opulencia y la grandeza con variaciones de tamaño y con mayores detalles en su acabado.

Últimos años

Según los historiadores griegos, hacia el final de su vida, Jerjes I se vio involucrado en intrigas palaciegas por su falta de moral. Algunos afirmaron que intentó tomar como amante a la esposa de su hermano Masistes.

La cuñada del rey se negó a aceptar esa posición deshonrosa y, para acercarse a ella, Jerjes arregló el matrimonio de Darío, su heredero, con la hija de Masistes, Artaynte. Entonces, Jerjes cambió su interés hacia su nueva nuera quien, al contrario que su madre, sí le correspondió.

Cuando Amestris, la esposa Jerjes, se enteró de la infidelidad, ordenó que mutilaran a su cuñada, la esposa de Masistes y madre de Artaynte. Luego, el hermano del monarca creó un plan de venganza por el proceder que habían tenido con su esposa e intentó derrocar a Jerjes.

Pero el rey aqueménida se enteró de lo que planeaba Masistes y antes de que este pudiese actuar, lo asesino, así como a todos sus hijos. De ese modo, acabó con la posibilidad de que estos buscaran venganza en el futuro.

Muerte

Jerjes I fue asesinado en agosto del 465 a. C. Se cree que el complot para su muerte fue preparado por el jefe de la Guardia Real llamado Artabano, pero se llevó a cabo con la asistencia de un aunuco llamado Aspasmitres.

Artabano deseaba deponer a la dinastía Aqueménida, por lo que había ubicado a sus hijos en posiciones de poder que le permitieran dar un golpe de estado tras la muerte del monarca persa.

El heredero al trono, Darío, también fue asesinado, aunque se ha discutido si el autor fue el mismo Artabano o si este manipuló a Artajerjes para que el otro hijo del soberano diera muerte a su propio hermano.

De cualquier forma, se sabe que Artajerjes fue el encargado de asesinar a Artabano y de ese modo con su rebelión, además de lograr de ese modo concretar su ascenso al trono tras la muerte de su padre.

Primeras campañas militares

Pacificación de Egipto

Apenas Jerjes ascendió al trono, el comandante en jefe de los ejércitos persas, Mardonio, trató de convencerlo de que debía prepararse para la invasión a Grecia. Pero en ese momento, el persa solo tenía en mente calmar a los alzados en Egipto, la sexta satrapía del Imperio.

Los egipcios se habían rebelado en el 487 a. C., un año antes de la muerte de su padre Darío I, y eran gobernados por el faraón Psamético IV, aunque este nombre es discutido por los historiadores.

Jerjes pensaba que su antecesor había sido muy permisivo con los egipcios, pues aún dejaba ostentaran el título de reino, y decidió golpear con fuerza a los rebeldes. El ejército, al mando de su hermano menor Aquémenes, arrasó el delta del Nilo y tomó control de los territorios.

Se impuso entonces Jerjes I como el tercer regente de la XXVII dinastía egipcia, sustituyó el culto de las deidades locales por el de Ahura Mazda, u Ormuz, la deidad suprema del zoroastrismo.

Colocó como sátrapa a Aquémenes, quien gobernó con mano dura, y aumentó las demandas de comida y materiales que debían enviarse a la capital del imperio.

Egipto proveyó de cuerdas navales y 200 trirremes a la armada persa que ya comenzaba los preparativos para retornar a Grecia.

Las revueltas babilónicas

Después de haber finalizado la campaña egipcia, en el 484 a. C., surgió un aspirante al poder en Babilonia, que era parte de la novena satrapía. Este hombre lideró una revuelta de corta duración contra el dominio persa.

Aunque el rebelde Bel-shimanni logró controlar las ciudades de Dilbat, Borsipa y Babilonia, solo pudo mantener el poder por dos semanas.

Dos años más tarde, surgió una segunda revuelta babilónica buscando la independencia del reino. Bajo el mando de Shamash-eriba, se tomó el control de las mismas ciudades tomadas por Bel-shimanni, más Kish y Sippar.

La respuesta de Jerjes I fue contundente: aplastó a los ejércitos rebeldes, destruyó Borsipa y montó sitio a la ciudad de Babilonia durante varios meses, posiblemente hasta marzo del 481 a. C.

Los historiadores difieren en cuanto a las causas de estas revueltas. Para algunos, el detonante pudo ser el hecho de que Jerjes comenzara a llamarse con el título de “rey de Persia y Media, rey de Babilonia y de rey de naciones”, para otros el aparente fanatismo zoroástrico del emperador.

Estudios recientes, sin embargo, desmienten estas afirmaciones: desde Ciro II el Grande, los regentes persas llevaban el título de rey de Babilonia; en cuanto a las diferencias religiosas, los persas eran respetuosos con las costumbres y religiones de cada rincón de sus dominios.

Fin del Reino de Babilonia

Igualmente, las consecuencias están teñidas por la visión griega de Heródoto, el principal historiador de la época. Sin embargo, se sabe que las murallas y bastiones de Babilonia fueron destruidos así como algunos templos de Bel Marduk, la principal deidad babilónica.

El título de Jerjes I dejó a un lado el clamor de “rey de Babilonia” y solo llevó “rey de naciones”. Las principales familias babilónicas dejaron de asentar registros y solo aparecen los de aquellas estirpes que apoyaban abiertamente a los persas.

El recuento de Heródoto indica además la destrucción del templo de Esagila consagrado a Bel Marduk, en el cual cada primer día del año los reyes babilónicos tocaban la efigie dorada del dios. El historiador griego dice también que Jerjes se llevó la estatua de oro macizo e hizo que la fundieran.

En la actualidad, muchos historiadores han cuestionado la veracidad de esos testimonios.

Segunda guerra médica

Mientras una parte del ejército persa apaciguaba a Egipto y Babilonia, Jerjes hacía preparativos para retornar a Grecia y, de ese modo, poder vengarse de las derrotas que había sufrido su padre.

No solo se trataba esa vez de castigar a los griegos por haber apoyado las revueltas jónicas, sino que orquestó una campaña de conquista.

Con ese fin, planeó una invasión por mar y tierra y puso todos los recursos de su imperio para llevarla a cabo. Reunió ejércitos de 46 naciones: cerca de 5 millones de personas, entre soldados y personal auxiliar de acuerdo con la cuenta de Heródoto.

Ese número ha sido reducido significativamente por investigaciones modernas a medio millón de personas, de las cuales cerca de 250.000 eran soldados. De cualquier modo, se trató del ejército de mayor envergadura que se había preparado hasta ese momento en la historia.

La flota persa contaba con 1207 navíos de guerra y 3000 barcos de suministros provenientes de 12 naciones, números reseñados por diversas fuentes contemporáneas a la invasión.

Hacia Grecia

Se ordenó la construcción de dos grandes obras de ingeniería, con la finalidad de poder movilizar tal cantidad de personas y barcos: el primero fue un puente sobre el Helesponto, el estrecho que ahora es conocido como los Dardanelos y que une a Europa con Asia.

También se encargó la realización de un canal en el istmo del monte Athos. El puente fue construido con los barcos de la flota, colocados lado a lado y atados con cuerdas de papiro. Se usaron unas mil embarcaciones para cubrir los 1200 metros del estrecho.

Por su parte, el canal del istmo, conocido ahora como el canal de Jerjes, fue una de las más grandes hazañas de construcción del mundo antiguo.

En la primavera del 480 a. C. partió el ejército, bajo el mando de Jerjes I, desde la península de Anatolia hacia Tracia. El viaje de 600 km hasta Terma, la actual Salónica, duró cerca de tres meses, en los cuales los preparativos que habían hecho los persas rindieron frutos.

Durante los meses previos a la marcha, se habían colocado 5 puestos de suministros a lo largo del camino. Así mismo, se compraron y cebaron animales, también almacenaron grano y harina en los pueblos de la zona.

El mayor ejército que el mundo había conocido estaba apoyado por esfuerzos logísticos de igual magnitud.

Batalla de Termópilas

Jerjes no tuvo impedimento a su paso por Macedonia y Tesalia, pues muchas ciudades vieron el avasallante número de los persas y decidieron no hacerles frente y ceder ante sus peticiones.

Cuando los persas llegaron Termópilas, encontraron a los griegos en una posición reforzada con una baja muralla y unos 7000 mil hombres.

Leónidas I de Esparta y sus 300 hoplitas, y los aliados que se les unieron en el camino, había acudido a la defensa de las ciudades helenas. Entre tanto, Temístocles había partido a comandar la flota que haría frente a la armada de Jerjes en Artemisio.

La batalla, que duró tres días, fue ganada a fuerza de números y gracias a la traición de un tesalio llamado Efialtes quien reveló a Jerjes I una manera de flanquear a los hoplitas griegos. Al final, yacían en el campo de batalla unas 20000 tropas persas por unas 4000 griegas.

Los espartanos y tespios montaron una última defensa para permitir la retirada unos 3000 griegos que continuarían combatiendo en la defensa sus ciudades del inevitable avance del monarca aqueménida.

Batalla de Artemisio

Casi al mismo tiempo en el que se desarrollaba la batalla de Termópilas, la flota persa encontraba a su par griego en el estrecho de Artemisio, conformada por 271 navíos de guerra.

Los persas habían partido de Terma con 1207 naves, pero a su paso por Magnesia una tormenta de dos días hizo que perdieran cerca de un tercio de su fuerza. Aún así, superaban en proporción de 3 a 1 a la armada de Temístocles.

Las tácticas de los griegos estaban bien adaptadas estilo de combate persas e hicieron tanto daño a como recibieron. Sin embargo, al ser menor en número, esas pérdidas eran demasiado para los defensores quienes se retiraron hacia Salamina.

Por su parte, un destacamento persa se había alejado hacia el sur y fue golpeado por otra tormenta haciendo naufragar a casi todos sus barcos.

Ante la retirada de los griegos, la armada persa, que ahora contaba con unas 600 naves, desembarcó en Histiea donde se dedicaron al saqueo de la región.

Batalla de Salamina

Después de Artemisio, los griegos tomaron refugio en Salamina. Allí se reunieron en un consejo de guerra en el que Adimanto propuso que los helenos adoptaran una estrategia defensiva, pero se impuso Temístocles quien consideró que solo con ataque podrían disminuir los números persas.

La coalición decidió permanecer en Salamina, mientras que los persas saqueaban Atenas y trazaban su propio plan de acción. Algunos líderes le dijeron a Jerjes I que debía esperar que los griegos se rindieran.

Pero el soberano persa y Mardonio, se inclinaron por la opción de atacar. Entonces, Temístocles le tendió una trampa al decirle, mediante un mensajero llamado Sicino, que en secreto apoyaba la causa aqueménida y lo urgió a bloquear los estrechos en los que estaban los griegos.

Al seguir esa propuesta, las naves persas perdieron movilidad. Gracias a eso el plan de acción de los helenos se concretó como había sido ideado y lograron acabar con más de 200 embarcaciones de Jerjes, mientras que ellos solo perdieron cerca de 40.

Cuando el rey aqueménida vio las consecuencias del enfrentamiento, decidió regresar a sus dominios por temor a quedar atrapado en tierras hostiles. Mardonio tuvo que permanecer en el territorio para continuar la campaña, pero la victoria de los griegos ya era inevitable.

Referencias

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