Aracnofobia: síntomas, causas, tratamientos, consecuencias
La aracnofobia es una enfermedad mental que provoca un miedo irracional hacia las arañas y otros animales similares como, por ejemplo, los escorpiones. Esta palabra proviene de los términos griego para araña, aracne, y para miedo, fobos. Se trata de un trastorno englobado dentro de las fobias específicas.
La aracnofobia y el miedo extremo que provoca a las arañas puede ser una respuesta evolutiva hacia estos animales, ya que algunas especies (sobre todo las venenosas) se han relacionado durante mucho tiempo con enfermedades, infecciones e incluso la muerte. Sin embargo, también parece tener un cierto componente aprendido.
La fobia a las arañas provoca una reacción de disgusto extrema y que no va en consonancia con el peligro real de la situación. Las personas con aracnofobia severa pueden sentir una aversión tan extrema a estos animales que pueden tener miedo incluso de ir a un sótano o garaje porque una araña podría estar presente en estas localizaciones.
En los casos más extremos, la aracnofobia puede convertirse en un impedimento real para que el individuo lleve a cabo sus tareas cotidianas o se desenvuelva con normalidad en su día a día. En este artículo veremos cuáles son las principales características de este trastorno, sus causas y sus consecuencias más comunes.
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En general, las personas con aracnofobia se sentirán incómodas en cualquier zona en la que crean que puede haber insectos de cualquier tipo. Este miedo se hará mucho más pronunciado siempre que haya evidencias de la presencia de arañas, como por ejemplo telas.
En el caso de que un aracnofóbico vean una araña o cualquier otro insecto que les provoque miedo, generalmente evitarán acercarse por todos los medios. En muchas ocasiones, además, sufrirán un ataque de ansiedad, con todos los síntomas que esto conlleva.
Así, algunas personas que padecen esta fobia huyen, gritan, lloran, se vuelven agresivas, experimentan dificultades para respirar, sudan o incluso pueden llegar a desmayarse cuando están en las proximidades de una araña o cualquier signo relacionado con ellas, como una red.
En algunos casos muy extremos, no es necesaria la presencia de una araña para que se desencadenen todos los síntomas relacionados con la ansiedad que ya hemos descrito. Así, para las personas especialmente sensibles incluso una imagen o un dibujo realista de uno de estos insectos puede provocar un temor fuerte e irracional.
Existen dos explicaciones posibles para la aparición de la aracnofobia. Algunos expertos creen que este trastorno es una mala adaptación de un instinto que ayudó a nuestros antepasados a sobrevivir, mientras que otros piensan que se trata de una anomalía cultural que solo está presente en las sociedades occidentales.
El posible origen evolutivo de la aracnofobia sigue siendo incierto, pero son muchos los expertos que defienden esta posibilidad. Una explicación factible basada en la ciencia del desarrollo del cerebro es el hecho de que los insectos solían provocar enfermedades y muertes en el mundo antiguo, por lo que tenerles miedo podría ser una respuesta innata en los seres humanos.
Como en muchos otros ámbitos, existe un rango muy amplio en la fuerza del miedo a las arañas, y solo aquellas personas con síntomas muy exagerados serían consideradas fóbicas. Al ser moderadamente pequeñas, las arañas no se ajustan a la definición estándar de animales peligrosos, por lo que aunque pueden producir cierto temor no se puede justificar el terror que sienten los aracnofóbicos por ellas.
Sin embargo, algunas investigaciones revelan que los seres humanos habríamos desarrollado una capacidad innata para detectar arañas y otros insectos venenosos en nuestro entorno, lo que podría darle fuerza a la hipótesis evolutiva.
No todos los expertos están de acuerdo con el desarrollo evolutivo del miedo a las arañas. La opinión alternativas es que la amenaza que suponen estos animales no son muy altas, y por lo tanto no habrían podido tener un impacto directo sobre nuestra evolución como especie.
Para las personas que defienden esta teoría, el miedo a las arañas sería por lo tanto una cuestión social. Como prueba de esta hipótesis los investigadores señalan que en algunas culturas, como por ejemplo entre las tribus de Papúa – Nueva Guinea, los artrópodos se utilizan como fuente de alimento.
Existen muchas maneras de reducir el impacto de los síntomas de la aracnofobia. Así, en función de las preferencias de cada terapeuta, se puede poner el énfasis en técnicas cognitivas, conductuales, o provenientes de otras corrientes psicológicas como la terapia de aceptación y compromiso o el psicoanálisis.
Sin embargo, debido a que se trata de un problema relativamente sencillo de solucionar, la mayoría de las veces las intervenciones están basadas en lo que se conoce como “terapia de exposición”. El procedimiento ayuda a la persona a enfrentarse a su miedo de manera gradual, hasta que llega un momento en que este deja de interferir en su vida cotidiana.
Para la terapia de exposición con aracnofóbicos el terapeuta puede ir ayudando a la persona a enfrentarse a su miedo poco a poco mediante el uso de la imaginación, con imágenes cada vez más realistas, o incluso utilizando arañas reales en situaciones controladas.
La idea de esta forma de terapia es que el individuo solo aumenta la dificultad de su exposición una vez que ha conseguido tranquilizarse en el paso anterior, de tal manera que nunca se ve superado por sus emociones de miedo o ansiedad.
La aracnofobia pertenece al grupo de trastornos conocidos como fobias específicas. Estos tienen la peculiaridad de que solo afectan a la persona cuando está en presencia del objeto de su miedo, por lo que en un principio no tienen por qué afectar a su día a día ni a su estado de ánimo en general.
Sin embargo, en casos muy extremos la aracnofobia puede llegar a convertirse en una enfermedad muy limitante. Esto puede ocurrir, por ejemplo, si la persona teme encontrarse con arañas en todo tipo de situaciones, lo que podría llevarla a aislarse o a no acercarse a lugares en los que cree que podría existir alguna mínima posibilidad de enfrentarse a uno de estos animales.
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