Historia

Guerra civil de Angola: causas y consecuencias principales


La guerra civil de Angola fue un conflicto armado que se prolongó en la nación africana por más de 26 años (desde 1975 hasta el 2002), con unos breves periodos de frágil paz. La guerra estalla una vez que Angola se independiza de Portugal, siendo la última colonia africana en lograr su independencia, iniciándose dentro de sus territorios una violenta lucha por el poder.

Los principales protagonistas de la guerra civil de Angola fueron el Movimiento Popular por la Liberación de Angola (MPLA) y la Unión Nacional por la Independencia Total de Angola (UNITA).

La guerra civil fue, esencialmente, una lucha de poderes entre estos dos movimientos de liberación, respaldados por las grandes potencias a la sombra de la Guerra Fría.

Una vez lograda la independencia, el MPLA fue el primero en hacerse con el poder, tomando una serie de decisiones políticas y económicas que marcarían históricamente a Angola, mientras que, desde la perspectiva internacional, países como Francia, Estados Unidos, Rusia, Cuba y Sudáfrica buscarían su propio protagonismo dentro de la nación africana.

La guerra civil de Angola dejó un saldo de más de medio millón de muertos y hasta un tercio de la población total de desplazados internamente y en países vecinos.

Desde el año 2002, cuando finalizó oficialmente el conflicto armado, el país se ha mantenido en un estado de agitación y confusión, con un sistema económico inestable y una percepción social que vive bajo la sombra de la violencia del pasado.

Causas de la guerra civil de Angola

Tensiones étnicas y sociales

Previo a la llegada de la independencia, las tensiones en Angola versaban sobre las diferencias y conflictos étnicos, así como el enfrentamiento que mantenían las fuerzas del MPLA y FNLE contra el ejército portugués como parte de la Guerra de Independencia de Angola, iniciada en 1961 y cuyo final daría inicio casi instantáneo al conflicto civil.

Con las incursiones y participaciones militares que comenzaron a llevar a cabo a inicios de los 70, países como China, Sudáfrica y Cuba mantenían intereses y proyectos dentro de Angola.

Los movimientos locales comenzaron a sentir cierta aversión ante la injerencia de esas naciones, por lo que boicoteaban las operaciones extranjeras mientras continuaban luchando por su independencia.

Independencia de Angola

El golpe de estado que vivió Portugal en el año 1974 dio pie a que un año después Angola adquiriera su independencia.

Para 1975, el MPLA, UNITA y el Frente Nacional por la Liberación de Angola (FNLA) formaron un gobierno de transición que en tan solo un año se vería disuelto, dejando al máximo representante del MPLA al poder, e iniciando el conflicto armado con los movimientos disidentes.

El MPLA, con el apoyo de la Unión Soviética y Cuba, comenzó a hacerse con el control totalitario de la nación angoleña, buscando imponer un sistema político y económico centralizado; la expropiación y nacionalización de la empresa privada; la desestimación del dólar frente a la moneda local (kwanza), que causo una inflación desmesurada.

Por otro lado, y ante el carácter comunista del gobierno al poder, los Estados Unidos y Sudáfrica comenzaron a abastecer a los miembros de UNITA (atribuyéndose una posición anti comunista frente al MPLA) con provisiones, armas, municiones y mercenarios, intensificando el enfrentamiento y la guerra de guerrillas en Angola.

Periodos de paz

Un breve periodo de paz y unas elecciones celebradas en 1992 pudieron marcar el final de la guerra civil en Angola; sin embargo, la victoria y perpetuidad de MPLA causó disgusto en las filas de UNITA, cuyo fundador, y candidato presidencial, decidió desconocer los resultados y retomar el conflicto armado.

En 1994 se inició otro proceso de paz entre el gobierno representado por MPLA y los rebeldes armados de UNITA. Solo dos años bastaron para que se retornara a la violencia armada.

Consecuencias

Cese de armas y bajas

La guerra finalizó oficialmente en el año 2002, con la muerte del líder de UNITA, Jonás Savimbi, y la deposición de las armas parte de este movimiento, que pasó a convertirse en un partido político.

UNITA y MPLA acuerdan un cese al fuego, comenzando a buscar alternativas políticas no violentas para cambiar el rumbo del país.

El final de la guerra civil dejó a Angola sumida en un estado ruinoso. 500.000 muertos y cuatro millones de refugiados y desplazados internamente.

La guerra dejó a Angola en medio de una crisis humanitaria, con más del 60% de los angoleños careciendo de los más elementales servicios y accesos.

Angola en ruinas

La guerra dejó un escenario económico pésimo: un mercado laboral inexistente (éxodo masivo de angoleños estudiados y profesionales), tierras incultivables a causa de las minas y la ausencia de un aparato productivo nacional devorado por la inflación de la moneda.

Desde entonces, el gobierno se ha alejado de una posición nacionalista y explotando los recursos naturales, ha permitido una mayor cantidad de inversión extranjera, lo que le ha permitido invertir e infraestructura e instaurar acuerdos internacionales.

Todo, sin embargo, se ha visto opacado por actos de corrupción y expropiaciones repentinas que impiden que la economía nacional termine de desarrollarse.

Los ciudadanos desaprueban altamente al presidente José Eduardo dos Santos (al poder desde 1975), al cual se le acusa de retener junto a un pequeño grupos la riqueza monetaria de la nación.

El recuerdo del trato inhumano de los soldados de UNITA y los del MPLA, que sacrificaron la vida de civiles y dejaron aldeas diezmadas, aún persiste en gran parte de la población que se cohíbe de regresar, o reconstruir su país.

Un país minado

En la actualidad, a los angoleños los sigue afectando un mal instalado hace muchos años: las minas explosivas. Prácticamente todo el territorio nacional puede considerarse minado.

Tras décadas de conflictos, hasta el momento se ha hecho un arduo trabajo de limpieza por parte de instituciones adscritas a las Naciones Unidas, que estiman haber retirado hasta 90.000 minas y limpiado más de 800 campos minados.

A pesar de los esfuerzos, las zonas rurales de Angola continúan siendo las más vulnerables ante una amenaza constante, impidiendo el desarrollo de la región y dificultando las condiciones de vida de propios y de aquellos que vuelven desde otros territorios.

Referencias

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