Juan José Flores Aramburu: Biografía y Gobierno
Juan José Flores Aramburu fue el primer presidente republicano de Ecuador. Este militar de origen venezolano nació en la ciudad de Puerto Cabello el 19 de junio de 1800 y murió en Ecuador el 1 de octubre de 1864. Flores Aramburu fue presidente de la nación ecuatoriana durante tres períodos, dos de ellos consecutivos.
Flores Aramburu participó activamente en el ejército de la Gran Colombia y fue nombrado coronel a muy corta edad, antes de cumplir 30 años. Luchó junto con Simón Bolívar por la independencia de la región y, una vez obtenida, fue elegido para gobernar el distrito del sur de la recién instaurada Gran Colombia.
En 1830 este distrito del sur pasó a ser la República del Ecuador, una vez se separa definitivamente de la Gran Colombia. Es entonces cuando Juan José Flores Aramburu queda como el presidente de esta nación: este primer período presidencial ocupó desde el año 1830 hasta 1834.
Su gobierno se caracterizó por importantes aportes a la sociedad ecuatoriana que tuvieron gran trascendencia. Por ejemplo, en 1832 anexó a las Islas Galápagos al territorio ecuatoriano. Además, en su segundo período de gobierno se creó la tercera Constitución de Ecuador, en el año 1843.
Entre otros elementos, dicha Constitución promovía el alargamiento del período presidencial, razón por la cual se generaron las primeras muestras de descontento hacia Flores Aramburu porque los ecuatorianos no veían con buenos ojos la intención de este militar de perpetuarse en el poder.
Índice del artículo
- 1 Infancia
- 2 Flores Aramburu, el militar
- 3 Del Imperio español a la oligarquía
- 4 El padre de Ecuador
- 5 Gobierno de Flores Aramburu
- 6 La última contienda y muerte
- 7 Referencias
Su madre, llamada Rita Flores, era oriunda de Puerto Cabello, mientras que su padre, Juan José Aramburu, era un comerciante español.
El hogar donde nació Juan José Flores Aramburu era muy humilde, y una de las pocas alternativas que tenían los jóvenes de su condición social para aquella época era enrolarse en el ejército.
A la edad de 13 años se enfila en el ejército realista, el cual defendía las riquezas extraídas de las tierras otrora arrebatadas a los habitantes originarios y enviadas a la Corona española. De esta forma, Juan José Flores Aramburu quedó bajo las órdenes del Imperio español.
Defendiendo los intereses de los conquistadores, Juan José Flores participó en varias batallas, obteniendo el grado de sargento.
En uno de los encuentros bélicos con el ejército patriota de Venezuela, cae prisionero. Tal como sucedió en muchos casos, Juan José Flores tomó la decisión de sumarse a las filas patriotas.
Una vez en el ejército patriota, Juan José Flores quedó bajo el mando de José Antonio Páez, el centauro de los llanos, aguerrido y valiente soldado.
Fue bajo el mando del valiente Páez que Juan José Flores se creció como militar, llegando al grado de capitán y siendo condecorado con la honrosa Cruz de los Libertadores de América.
Cuando contaba apenas 21 años de edad participa en la batalla de Carabobo, celebrada el 24 de junio de 1821 y con la cual el ejército patriota expulsa definitivamente al Imperio español del territorio venezolano.
Sin embargo, esto no sacia la sed de libertad del ejército patriota, el cual emprende su viaje a territorios vecinos para continuar la lucha por la libertad y el sueño de unión suramericana.
Es así como en el año 1822 Flores Aramburu participa en Bomboná, en el actual departamento de Nariño, Colombia, ayudando a revertir lo que parecía una batalla perdida en un triunfo sorprendente. Y con apenas 22 años, el propio Libertador Simón Bolívar le otorga el grado de coronel.
En el año 1823 Bolívar lo nombra comandante general de Pasto, territorio limítrofe con lo que en un futuro cercano se convertiría en Ecuador. Este nombramiento fue gracias al arrojo y capacidad militar que Flores Aramburu proyectaba.
Acto seguido, el hombre con gran tino diplomático había logrado en tiempo mínimo pacificar a los rebeldes de Pasto. Luego de esto pasa a ser el intendente general del departamento del sur.
En ese tiempo, mientras la milicia venezolana se expandía en el continente con soldados forjados para el combate por la libertad, las oligarquías propietarias de cada región veían con recelo el proceso.
Había terratenientes, ricos comerciantes, agentes aduanales y una naciente organización bancaria, signados por un espíritu profundamente conservador.
Este grupo sentaba sus bases sobre una gruesa capa de esclavismo y una explotación desalmada de la población autóctona: los pueblos aborígenes.
Durante cuatro años, el coronel Flores se encarga de mover las piezas como en un tablero de ajedrez, para buscar puntos de encuentros y evitar fricciones. Ahora la lucha por la libertad no toca darla en el campo de batalla sino en la política.
En 1828 el general peruano José de La Mar avanza con un sólido ejército para anexarse la rica zona portuaria de Guayaquil, aprovechando que Bolívar estaba al norte de Colombia.
El venezolano Antonio José de Sucre y Juan José Flores lo enfrentan en lo que se conoce como la batalla de Tarqui. La victoria fue aplastante. Y allí mismo Flores, con 28 años, es elevado por el propio Mariscal Sucre al grado de general de división. Con esas acciones crece el prestigio de Juan José Flores en el Departamento del Sur.
El artículo 33 de la nueva Carta magna establecía que una persona aún no siendo ecuatoriana de nacimiento, podía ejercer el cargo de presidente, siempre y cuando estuviera casado con una ecuatoriana de nacimiento y, además, fuera un grancolombiano que prestaba servicio al nuevo Estado al momento de su elección.
Y tal vez por lo anterior o en búsqueda de aceptación entre las familias tradicionales de la región, Juan José Flores se casa con Mercedes Jijón de Vivanco y Chiriboga a los 24 años de edad.
Mercedes era una joven de 13 años, hija de un hacendado y comerciante con antecedentes nobiliarios en la casa española de Jijón, con la cual llegó a tener 11 hijos.
La confluencia de una serie de eventos concatenados lleva a Juan José Flores a constituirse en el padre fundador de Ecuador.
El asesinato de Antonio José de Sucre en Colombia el 4 de junio de 1830 le abre el camino a Flores hacia una nueva posición política.
Al conocer la noticia, Simón Bolívar le escribe de inmediato a Flores recomendándole que sepa cuidarse de la oligarquía de Pasto y El Paso, ya que estos sienten afectados sus intereses por la presencia de las fuerzas libertadoras.
Sin embargo, a través de las negociaciones y acuerdos, Juan José Flores logra hacer una constituyente de la que nacerá la primera Constitución del Estado de Ecuador, el 23 de septiembre de 1830.
En esta se establece la separación de la Gran Colombia, y la consolidación bajo una misma bandera de Quito, Guayaquil y Cuenca. De ese mismo evento, Flores surge como presidente de la nueva nación.
A partir de la toma de la presidencia, Juan José Flores debe enfrentar varios enemigos: los grupos oligárquicos de la región, la Iglesia católica, los enemigos externos ambiciosos de las tierras ecuatorianas y sus enemigos personales.
Juan José Flores estuvo en la presidencia ecuatoriana en tres oportunidades: entre 1830 y 1834, electo por el Congreso de 18 votos a favor; de enero a abril de 1843, como presidente provisional; y de 1839 a 1845, con 34 de los 36 votos.
Su primer gobierno fue difícil: en 1831 enfrentó con éxito una rebelión de Luis Urdaneta y en 1832 libró una guerra con Colombia, que no estaba dispuesta a perder un pedazo de su territorio sin oponerse.
En 1833 castigó con dureza a varios batallones alzados y golpeó con mano de hierro a los ideólogos llamados utilitaristas. Además, le tocó enfrentar al que fue su vicepresidente, Vicente Rocafuerte, y desbaratar la denominada Revolución de los chihuahuas (1832-1834), y así evitar una secesión en el norte del país.
En el ámbito gubernamental se enfrenta con problemas de presupuesto, crea varias leyes impositivas, gesta un pacto de no agresión entre los distintos grupos oligarcas y logra la adhesión de las Islas Galápagos.
En su mandato transitorio, Flores negocia con su enemigo Rocafuerte. También debe reducir un alzamiento en Pasto, al norte.
Y por si fuera poco, también debe enfrentar una epidemia de fiebre amarilla que llevaron a Guayaquil unos marinos provenientes de Panamá, la cual diezmó la ciudad portuaria.
En su tercer mandato logra leyes monetarias y enfrenta a falsificadores de la moneda oficial. Como presidente también promueve una constituyente y aprueba la Constitución de 1843, donde logra pasar un articulado que garantizara su reelección.
Impone nuevos impuestos que favorecen a la oligarquía de la Sierra en contra de los de Guayaquil. También construye escuelas públicas donde los hijos de los indígenas, esclavos y pobres mestizos pudieran estudiar gratuitamente.
Al final, en 1846 se organiza un movimiento en su contra y lo expulsan del poder. Se firma un documento denominado Pronunciamiento Popular de Guayaquil, y Flores Aramburu sale al destierro.
Vive en Europa, luego viaja a Estados Unidos, a Venezuela y a Chile, mientras fragua unos planes para retomar el poder en Ecuador. Todos les van fallando, pero en 1860 la situación se había vuelto muy difícil dentro de las fronteras ecuatorianas.
Había cuatro grupos disputándose el gobierno, y el presidente del momento, García Moreno, le solicita su ayuda.
Flores dirige un ejército y derrota al general Guillermo Franco quien, con el apoyo de Francia, estaba en la zona portuaria. Esa acción se denominó la batalla de Guayaquil.
Tres años más tarde, con 63 años, debe salir de su retiro a comandar de nuevo el ejército para combatir contra las milicias colombianas, y es derrotado en los campos de Cuaspud.
Aún le faltaba su última contienda. A los 64 años debe enfrentar a un grupo de alzados en el sur del país que avanzaba por El Oro y en la zona conocida como El Jelí.
En plena batalla resulta herido. Lo suben al vapor Smyrk y fallece rumbo a Guayaquil, frente a la isla de Puná, a la media noche del 1 de octubre de 1864.
Juan José Flores Aramburu, militar y político prácticamente autodidacta de la guerra, pasó su vida batallando en los campos y en las mesas de negociación para lograr un ideal: un Ecuador consolidado y único.
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