Lengua y literatura

Actitudes líricas: concepto, tipos, ejemplos


¿Qué son las actitudes líricas?

Las actitudes líricas son las distintas maneras en las que el hablante poético, también llamado hablante lírico, puede asumir un poema; el sujeto se vuelve verbo encarnado y viceversa. Las líneas limítrofes entre el individuo que recita y los versos pronunciados desaparecen.

Cuando las actitudes líricas son llevadas a cabo cabalmente, quienes observan la evocación logran presenciar la real consumación poética. No puede hablarse con menos intensidad de este tema si se comprende que la poesía es una de las manifestaciones más íntimas de la psique humana. 

La poesía es considerada por algunos como la voz del alma; entonces, las actitudes líricas de un hablante ante esta declaran la esencia misma de un ser humano.

Cuando se recita hay implicada una entrega, una toma, una posesión. El sujeto que va y declama no vuelve siendo el mismo; y el poema, ya no luce igual ante los ojos de quienes lo vieron encarnado.

Tipos y ejemplos

Existen tres tipos de actitudes líricas:

Actitud lírica enunciativa

El hablante lírico se adjudica una postura narrativa. El que recita lo hace desde afuera, cuenta lo que le acontece al objeto lírico.

Este distanciamiento no implica una ruptura emocional entre el hablante y el poema. El “yo poético” persiste, pero asume una actitud descriptiva. El papel del hablante lírico en la actitud enunciativa es dar forma al ambiente en el que el objeto lírico se desenvuelve.

A pesar de no ser el centro de la trama, al hablante lírico se le debe la materilización del poema; por ende, este debe hacerse de todo recurso que le permita manifestar a cabalidad la emoción que implican los versos que recita.

Ejemplos

Ejemplo 1

“Cabalgó los espacios con las dunas en el hombro,

animales azules de otras lunas le seguían el nombre,

las distancias.

Las calles le eran ajenas,

las casas

los caminos,

los juzgados,

los metales fuera del alma de la tierra.

Él iba lejos a despojarse de sí mismo,

quería devorarse,

hacerse olvido,

estaba harto y lúcido,

se había hastiado de su piel de hombre”.

Ejemplo 2

“Él supo desmontar las puertas a tiempo,

las ventanas,

el techo,

las paredes,

dejar la casa desnuda.

Al despertar se hallaba sólo,

cubierto de concreto

y con las llaves cerradas puertas adentro en el alma”.

Acá se puede apreciar claramente un discurso poético en torno a un sujeto lírico distinto al que recita. El hablante lírico se limita a darle vida al entorno y las acciones, pero para ello requiere necesariamente empaparse de una fuerte carga emotiva.

Actitud lírica apostrófica

En este modo el hablante lírico asume una posición activa dentro del discurso, forma parte del poema, se dirige a un sujeto poético esperando una respuesta.

Esta presencia del hablante como voz lírica activa, como protagonista, aumenta la intensidad del discurso dándole otra identidad.

La actitud lírica apostrófica, conocida también como apelativa, es uno de los recursos poéticos más usados por los escritores. La interacción del hablante con ese “algo” necesario abre una gama inmensa de posibilidades líricas; la riqueza temática implícita es inconmensurable.

Es importante acotar que el objeto lírico no es estático, dado que puede interactuar y responder. Esto da un dinamismo muy interesante a la actitud lírica apostrófica.

Ejemplos

Ejemplo 1

Garúa en la madera,

nada hará que esa carne vuelva al árbol.

Déjala cielo de termitas,

aserrín de asombro,

bosque tallado por la mano del ebanista,

algo bueno del no florecer,

del no volver a probar la sangre

del corazón de la tierra”.

Ejemplo 2

Te tocó la virtud de los poetas.

Vestiste tu traje,

desnudaste la ciudad,

te sembraste en cada puerta,

en cada lugar donde la luz es un mito.

Fuiste alquimista del silencio,

señor de las distancias,

fundaste un reino de caprichos y bastardos.

“Sueñas mucho, poeta”,

te decían los alcatraces de mi pueblo.

Al final el talento redime,

la hoja hecha mujer,

la madera resonando,

eso de cruzar la vida con otra sombra,

con ojos profundos,

con el nombre verdadero oculto

y la lágrima por dentro”.

En este caso se evidencia de forma abierta un discurso apelativo donde el hablante lírico interactúa con un objeto poético. No hay respuesta alguna en ninguno de los dos casos; sin embargo, esto no implica que no pueda haber respuestas en otros.

Actitud lírica carmínica

De las tres actitudes líricas esta es la más intensa, la más personal. En la actitud carmínica el sujeto alude a su interior. Se aprecia una subjetividad profunda en la que, en un gran número de casos, el lenguaje onírico es el protagonista.

La actitud carmínica es reveladora: manifiesta la fusión del hablante y el objeto lírico para dar paso al “yo poético”. A pesar de que las tres acciones tienen su importancia y grado de dificultad, es esta la que requiere mayor entrega de parte del hablante lírico.

Ejemplos

Ejemplo 1

“Yo ya fui,

ya fui y me vine,

apurado por la noche,

porque no habría un mañana,

y se moriría el tiempo

y con él la luz prestada,

los acordes y las sombras,

y esa voz desesperada.

Yo ya fui,

ya fui y me vine,

no más versos moribundos,

no más tú y yo en la enramada.”

Ejemplo 2

“Camino para sudar el alma de pensamientos y memorias,

para calentar el espacio,

callado,

de su cuerpo distante.

—Asoma un poco tu vuelo

—digo—,

que la noche emigra a mis sienes

y la mar reclama al sereno su frío de mito y orilla,

la piedra enhuevada se repite

y pare una ola que descansa allá,

lejana,

en tu nombre”.

En ambos poemas se puede notar un lenguaje ensimismado, una melancolía persistente, una no correspondencia. El papel del hablante poético es más penetrante y vivo; la voz carmínica se inunda de ausencias y viene a ser la más sentida de las actitudes líricas.

Variación en las actitudes líricas

En consecuencia de todo lo expuesto, se debe tener en cuenta que las actitudes líricas varían según el sujeto, pues se trata del “yo poético” manifestándose.

Cada individuo posee una actitud lírica propia y nadie aborda un poema de la misma manera. No en vano se dice entre poetas que el poema no es de quien lo escribe, sino de quien lo recita.

Un poema puede contener fácilmente las tres actitudes líricas, la poesía da para eso y para más. Claro, en estos casos el hablante lírico debe empaparse bien en las letras para sacar lo mejor de sí y lograr la alocución más adecuada y sentida.

Las actitudes líricas vienen a representar una de las partes más importantes del hecho poético. Nos permiten acercarnos a la fibra del sentir humano, al entendimiento real de la lírica.