Cultura general

Organización política de los Incas: pirámides de poder y roles


La organización política de los incas se refiere a la manera en la que estaba estructurada sociopolíticamente la antigua civilización incaica o quechua. Esta fue una sociedad que se caracterizó por estar altamente jerarquizada, la cual estaba respaldada por una monarquía teocrática y absolutista.

Los historiadores afirman que el poder estaba centralizado en la figura del Inca, quien se suponía que tenía origen divino. Por esta razón, se consideraba que sus órdenes y decisiones estaban respaldadas por los dioses. Además, el derecho a gobernar se obtenía únicamente mediante la herencia, por lo que solo podían ser gobernantes aquellos que compartieran un lazo sanguíneo.

A pesar del carácter absolutista de la organización política de los incas, muchos investigadores afirman que el gobierno quechua fue uno de los sistemas más avanzados de América; así mismo, el Estado inca se caracterizó por buscar el bienestar de todos los súbditos, a diferencia de otras jerarquías históricas, cuyo objetivo consistía en defender los intereses de un grupo reducido.

La civilización incaica fue una de las sociedades más importantes de la era precolombina, ya que su imperio se extendió por varios territorios del continente y estaba conformado por regiones de lo que actualmente son los países de Perú, Argentina, Colombia, Bolivia, Chile y Ecuador.

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Organización política incaica: pirámide de poder

A continuación se presenta de qué manera estaba estructurada políticamente la sociedad incaica, desde el rol más importante hasta el de menor cargo político:

El Sapa Inca o Inca

El Inca o Sapa Inca era la figura de mayor autoridad dentro de la civilización quechua; en él residía todo el poderío tanto religioso como político. Por consiguiente, su poder era completo y absoluto, además, sus órdenes debían cumplirse sin ser refutadas. Pese a esto, algunos afirman que el Inca poseía un interés colectivo y velaba por el beneficio popular.

El Inca habitaba en el Cusco, por lo que esta ciudad era considerada como la capital del imperio. En ella, los monarcas mandaban a construir ricos palacios decorados con oro y piedras preciosas.

En cuanto a su indumentaria, el Inca era identificado con la mascapaicha, que era una borla elaborada con lana roja que se colocaba en la cabeza como una especie de tocado.

A pesar de habitar en el Cusco, el Inca en muchas ocasiones debía viajar a las demás provincias con el objetivo de atender las necesidades del pueblo y de vigilar que se mantuviese el orden en las adyacencias de la capital.

El consejo imperial o el Tahuantinsuyo camachic

El consejo imperial consistió en un organismo integrado por cuatro jefes asesores. Generalmente, se reunían con el Inca para informarle sobre la labor que había desarrollado cada uno en las regiones del Imperio. De igual forma, aconsejaban al Inca en cuestiones administrativas y políticas con el objetivo de agilizar el funcionamiento del Estado.

Estos cuatro asesores eran conocidos como los Suyuyuc-Apu y contaban con el apoyo de otros doce consejeros, cuatro para cada uno de ellos. De modo que el Tahuantinsuyo Camachic estaba conformado en total por dieciséis personas: cuatro consejeros principales y doce secundarios.

El Auqui o príncipe heredero

El auqui era el próximo gobernante del imperio y generalmente era el hijo mayor del Inca, aunque existieron algunos casos donde los hermanos menores eran nombrados sucesores. También se podía seleccionar en casos extremos a los bastardos que nacían de las concubinas del Inca, que posteriormente eran legitimados.

Luego de que el príncipe heredero era seleccionado, este usaba una mascapaicha al igual que su progenitor, pero de color amarillo. Después, era educado y aconsejado para desarrollar de manera efectiva las labores del monarca; incluso tomaba asiento al lado del Inca durante las reuniones.

Existen algunos registros donde se afirma que el Auqui, en determinadas circunstancias, podía participar en las decisiones sobre la administración pública. Este tipo de acciones lo preparaban para el momento en el que asumiera el control total del imperio.

El Apunchic o gobernador

Los apunchic eran los gobernadores de las provincias quechuas. El objetivo de estas figuras era mantener el orden en los territorios adyacentes a la capital y eran escogidos entre los guerreros más distinguidos, ya que los apunchic debían tener conocimientos no solo políticos, sino también militares.

Se localizaban generalmente en fortalezas dentro de su región, aunque tenían permitido viajar a la capital para celebrar el Inti Raymi y para informarle al Inca y al Consejo sobre las labores realizadas.

El Tocricoc o “el que todo lo ve”

El Tocricoc era un supervisor imperial que tenía el deber de controlar y vigilar a todos los funcionarios. En algunos casos, podía ejercer la autoridad de gobierno. También recogía los tributos para luego enviarlos a la capital. A su vez, podía casar a los novios y ejercer justicia sobre los condenados.

En cuanto a su indumentaria, el Tocricoc empleaba un hilo proveniente de la mascapaicha del Inca, lo que le permitía a los súbditos identificarlo con facilidad.

En algunas ocasiones, estos funcionarios realizaban viajes de forma incógnita por todas las áreas del Imperio con el objetivo de cerciorarse de que las órdenes del Inca se estuvieran cumpliendo. Esta figura era muy respetada dentro de la cultura quechua, ya que era una representación de los intereses del Inca.

El Curaca o jefe del ayllu

El Curaca era el gobernante del ayllu, que era una forma de comunidad muy empleada en los territorios andinos, caracterizada por agrupar en una misma tribu a las personas que tuvieran una descendencia común.

Se puede afirmar que el curaca era un equivalente a la figura del cacique de las sociedades más primitivas. Este gobernante solía ser el más sabio y viejo del pueblo, sin embargo, en algunos casos los Incas escogían a sus propios curacas, especialmente en las poblaciones más importantes de la región.

El curaca podía aplicar justicia y velaba por el orden de su comunidad. También podía recolectar ciertos tributos para el Inca.

Así mismo, contaba con ciertos privilegios, como por ejemplo entrevistarse con el monarca y tener como principal esposa a una cusqueña, junto con un buen número de esposas secundarias. Además, los hijos de esta figura eran educados en el Cuzco, junto con la élite quechua.

Referencias

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