José Luis Tamayo: biografía, trabajos, presidencia
José Luis Tamayo (1858 – 1947) fue un político, abogado y periodista ecuatoriano, cuyo máximo cargo fue la presidencia del país durante cuatro años, de 1920 a 1924. Tamayo ha pasado a la historia como un presidente íntegro, del que se dice que salió del gobierno más pobre de lo que entró.
También se le recuerda por la violencia con la que fueron reprimidas varias movilizaciones de trabajadores bajo su gobierno. Muchos historiadores afirman que sectores afines a la oligarquía y a la banca manipularon a los manifestantes y huelguistas, aunque también es cierto que la economía de entonces estaba en crisis y la pobreza crecía enormemente.
Político liberal, antes de ser presidente había destacado por apoyar medidas como la libertad de prensa y por oponerse a las decisiones autoritarias de Eloy Alfaro, a quien anteriormente había ayudado a conseguir el poder. Esta oposición le valió un corto exilio exterior.
También tuvo tiempo de participar como soldado en la batalla de Gatazo, precisamente en el bando de Alfaro. Este pretendió nombrarlo coronel, pero Tamayo rechazó la oferta. Antes, Tamayo había trabajado en varios periódicos, siempre defendiendo sus opiniones liberales y apoyando a sus candidatos.
Índice del artículo
- 1 Infancia y estudios
- 2 Trabajos como periodista
- 3 Entrada en política
- 4 Presidencia
- 5 Retirada y últimos años
- 6 Referencias
El futuro presidente ecuatoriano nació el 29 de julio de 1858 en Chanduy, en la antigua Provincia de Guayas (hoy Santa Elena).
Tamayo se quedó huérfano muy pronto, cuando solo tenía un año de edad, por lo que fue su abuela, profesora de profesión, quien se encargó de su cuidado y de sus primeros estudios.
Cuando tenía 11 años su padrino, monseñor Luis de Tola y Avilés, se lo llevó con él a Guayaquil para que continuara su educación. La secundaria la realizó en el colegio San Vicente. Tan buen estudiante era que con 18 años comenzó a trabajar dando clases de latín en ese mismo centro.
En 1878 obtuvo el grado de bachiller, ingresó en la facultad de Jurisprudencia y se graduó como abogado.
A pesar de esos estudios, sus primeros trabajos fueron en el mundo del periodismo, mostrando una gran vocación y amor por esta profesión. Empezó colaborando en el Diario de avisos y después en otros medios como La opinión pública, la Revista literaria y El cometa.
En este último también empezó a mostrar claramente sus tendencias políticas, ya que desde sus páginas protestó por el fusilamiento de Vargas Torres. Por estas protestas tuvo su primer enfrentamiento con la justicia.
Ya más involucrado en el Partido Liberal, Tamayo publicó La reforma, un periódico desde el cual presentó nombres para ocupar puestos en el Senado y en el Parlamento.
José Luis Tamayo era un liberal totalmente convencido, además de caracterizarse por su honestidad. A pesar de las adversidades, siempre trató de mantener sus ideas de justicia y honradez.
Su primer cargo público le llegó en 1890, cuando ocupó un puesto como síndico en el Concejo Cantonal de Guayaquil. Cinco años más tarde fue uno de los miembros designados para investigar el escándalo de la “venta de la bandera”, que salpicó al gobierno.
Por sus trabajos y publicaciones estuvo a punto de ser enviado al exilio, pero finalmente la pena quedó en nada.
Uno de los momentos fundamentales en su vida pública tuvo lugar al estallar la revolución liberal en 1895. Tamayo es nombrado jefe civil y militar de Manabí.
Tamayo se involucró tanto que llegó a participar como soldado en la batalla de Gatazo en el bando de Eloy Alfaro. Este intentó agradecérselo nombrándolo coronel, pero Tamayo rehusó el ofrecimiento.
Sí aceptó el Ministerio del Interior para Alfaro, pero duró muy poco en el cargo. Enseguida se desilusionó de la deriva del gobernante, especialmente por las limitaciones que pretendió establecer en la libertad de prensa.
Así, regresó a Guayaquil justo para ver cómo el “incendio grande” de 1896 destruía todos sus bienes.
Dos años después del incendio, Tamayo es elegido diputado por Esmeraldas y presidente del Senado. Sin embargo, no quiso aceptar el puesto de Ministro del Interior que le propuso el general Leónidas Plaza, prefiriendo quedarse en su tierra.
En 1902 se aleja totalmente de las posiciones de Alfaro; tanto que, tras volver este al poder, se retiró de la actividad política.
De hecho, durante la segunda presidencia alfarista su casa llegó a ser asaltada y él decidió exiliarse al extranjero. Solo la intermediación de algunos conocidos consiguen que regrese al país desde Francia, en donde se encontraba.
Tamayo mantuvo neutralidad en los acontecimientos de 1911, cuando Alfaro pierde el poder, y con la posterior muerte del nuevo presidente Emilio Estrada. Esto le otorgó muy buena prensa entre los miembros del partido; tanto que en 1916 estuvo a punto de ser nombrado presidente de la nación.
En 1920 Tamayo alcanza la presidencia de la República. Sus primeras medidas van encaminadas a intentar que todos los partidos se unieran para lidiar con la creciente crisis económica, pero sin éxito.
Hay una anécdota que los historiados cuentan para explicar el carácter del nuevo presidente: en una reunión con empresarios que defendían los altos precios en los que vendían el arroz y el azúcar, culpando a los costes del transporte por el aumento, Tamayo les dijo: “Pero, señores, no ganen tanto”.
Sin embargo, sus buenas intenciones no sirvieron para mucho con una economía lastrada por la caída de los precios del cacao y de su producción. La moneda estaba en caída libre y la pobreza aumentaba.
Esto provocó que los trabajadores fueran sumándose a las protestas que se iban convocando. No solo eran las organizaciones obreras las que las dirigían, sino que la oligarquía bancaria también participaba en los intentos de desestabilizar al gobierno.
Con ese ambiente tan enrarecido se llega a la huelga general convocada para noviembre de 1922. Los acontecimientos son caóticos: los huelguistas toman la ciudad el día 13 de ese mes, provocando grandes saqueos. La respuesta policial es sangrienta, con más de 1500 muertos.
Los estudiosos apuntan a que, aparte de las legítimas reclamaciones de unos trabajadores que rozaban la pobreza más absoluta, parte del caos generado se debe por una parte a la aparición de grupos revolucionarios y anarquistas, y por otra parte, a las maquinaciones de sectores empresariales contrarios al gobierno.
En cualquier caso, Tamayo reacciona legislando varias mejorar laborales, como la reducción de la jornada máxima, la creación de las indemnizaciones por accidentes y la regulación del pago de las horas extra de trabajo.
Aunque la matanza de noviembre marcó su mandato en lo negativo, también hubo numerosas actuaciones positivas.
Tamayo puso las bases de la modernización de Ecuador y su presupuesto para 1924 fue un gran logro económico a pesar de la crisis.
Las infraestructuras sanitarias y comunicativas mejoraron sobremanera. Por ejemplo, saneó Guayaquil y Quito, canalizando sus aguas y haciendo que llegaran a más hogares. Igualmente, se asfaltaron sus calles y se construyó un hospital general en la primera de esas ciudades.
En general por todo el país se desarrollaron obras de mejora, incluido el establecimiento de radiocomunicaciones y servicios inalámbricos entre varias localidades. Bancos y medios de comunicación se multiplicaron, haciendo la sociedad más plural.
Por último, pidió ayuda a expertos alemanes para intentar mejorar el sistema de educación, muy precario hasta entonces.
Una desgracia personal, la muerte de su esposa por un cáncer, marcó los últimos días de su mandato. Eso y el recuerdo de la matanza del 15 de noviembre, hicieron que Tamayo no quisiera volver a la política tras dejar el cargo en 1924.
Renunció a la pensión que le correspondía por parte del Congreso con la frase: “Vivo muy honroso con mi pobreza”.
Lo único que aceptó en los años siguientes fue presidir, sin sueldo, el Concejo Cantonal de Guayaquil. En 1942 fue nombrado “Mejor ciudadano” de dicha ciudad. Un derrame cerebral fue el causante de su fallecimiento, el 7 de julio de 1947.
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