Neuropsicología

Espasticidad: síntomas, causas y tratamientos


La espasticidad es una condición médica en la que se produce un incremento anormal del tono muscular, es decir, rigidez muscular. Este síntoma interfiere en muchos casos con el movimiento o la producción del lenguaje, y está asociado al padecimiento de dolor o incomodidad postural.

Normalmente, la espasticidad suele ser considerada un trastorno de tipo motor asociado a diversas enfermedades y discapacidades. Su causa se encuentra en la presencia de daños o lesiones en las vías nerviosas que controlan los movimientos musculares, provocando un incremento del tono muscular, y por lo tanto dificultando o imposibilitando el movimiento parcial/total de los grupos musculares afectados.

Además, la espasticidad suele aparecer como uno de los síntomas de algunas de las siguientes patologías médicas: lesiones a nivel de la médula espinal, esclerosis múltiple, parálisis cerebral, derrame cerebral, traumatismo craneoencefálico, esclerosis lateral amiotrófica, paraplegias espásticas hereditarias y algunas patologías metabólicas como la adrenoleucodistrofia, la fenilcetonuria, y la enfermedad de Krabbe.

A nivel clínico, el cuadro sintomatológico de la espasticidad puede variar desde la hipertonía (incremento anormal del tono muscular), clonus (contractciones músculares rápidas y repentinas), reflejos exagerados, espasmos musculares, cierre involuntario de piernas, hasta la presencia de contracturas.

En algunos casos, la espasticidad puede presentarse como una rigidez muscular leve, sin embargo, en muchos otros aparecen espasmos musculares intensos, dolorosos e incontrolables.

Esta condición médica puede interferir de forma significativa tanto en la ejecución de actividades de la vida diaria (caminar, comer hablar, etc.) como en la evolución de la rehabilitación física para determinadas patologías.

¿Qué es la espasticidad?

La espasticidad es un trastorno de tipo motor en el que ciertos grupos musculares se contraen de forma continua, lo que provoca tensión y rigidez muscular.

La espasticidad se puede presentar de forma leve, sensación de tirantez en los músculos o agravarse produciendo una rigidez muscular significativa, espasmos involuntarios o movimientos bruscos.

Normalmente, esta alteración puede causar dolor o incomodidad e interferir en las actividades de la vida diaria siendo un obstáculo para caminar, sentarse, adoptar posturas cómodas e incluso dormir.

Las personas que padecen esta patología a menudo la describen como: “sensación de pesadez y rigidez de las piernas o lo brazos”, “piernas agarrotadas”, “como si llevara varios kilos en las piernas o en los brazos”, “dificultad para levantar los pies al caminar”, etc.

Además del término espasticidad, en el ámbito médico se suelen emplear otros como rigidez muscular o hipertonía para referirse a esta patología.

En el caso de la hipertonía, los profesionales de la salud lo definen como una elevación patológica del tono muscular, es decir, una contracción permanente de un músculo y distinguen dos tipos.

  • Estático: el tono muscular elevado está presente de forma independiente a la actividad corporal, puede observarse en cualquier posición.
  • Dinámico: la rigidez muscular solo se presente ante situaciones específicas y suele ser variable. Suele aparecer cuando se realiza un cambio de posición, ante la
    presencia de estímulos dolorosos o al realizar movimientos voluntarios, entre otros.

¿A quién afecta la espasticidad?

La espasticidad puede afectar a cualquier persona al margen de su grupo de edad, sexo u otras características sociodemográficas. Por lo tanto, podemos encontrar casos de espasticidad en niños, adolescentes, adultos o ancianos.

El perfil de afectación clínica suele ser enormemente variado, ya que es un trastorno motor que se encuentra dentro de la sintomatología de una amplia variedad de patologías, tanto congénitas, adquiridas, como neurodegenerativas.

La American Association of Neurological Surgeons (2006) señala que, la espasticidad afecta aproximadamente a 12 millones de personas en todo el mundo, siendo las causas más prevalente la parálisis cerebral y la esclerosis múltiple.

Concretamente, la espasticidad es considerada uno de los síntomas más comunes en la esclerosis múltiple (EM). Un estudio de la North American Consortium of Multiple Scerosis (2001), mostró que aproximadamente el 84% de las personas encuestadas con esclerosis múltiple, presentaron espasticidad en algún momento de su curso clínico.

En el caso de la parálisis cerebral, se estima que aproximadamete el 80% de los afectados presentan diversos grados de espasticidad. En Estados Unidos, podrían verse afectadas alrededor de 400.000 personas.

Síntomas

A pesar de que los síntomas de la espasticidad varían de forma considerable entre los afectados, podemos señalar algunos de los más comunes:

  • Flexiones o extensiones involuntarias y repentinas de alguna de las extremidades.
  • Tirones en grupos musculares mayores: pecho, espalda, abdomen, etc.
  • Espasmos musculares o reflejos hiperactivos.
  • Rigidez muscular en estado de reposo.
  • Dificultad para relajar o estirar grupos musculares.
  • Tensión de diversos grupos musculares durante la actividad.
  • Dificultad o incapacidad para controlar movimientos voluntarios.
  • Clonus: contracción/relajación involuntaria, repetitiva y rítmica de la musculatura afectada.
  • Dolor muscular y articular.

¿Qué áreas corporales son las más afectadas?

A pesar de que puede afectar a amplios grupos musculares, la espastidad es más común sobre:

  • Extremidades inferiores: en el caso de las piernas, la espasticidad afecta fundamentalmente a la musculatura extensora de los cuádriceps, gemelos y aductores de la cadera.
  • Extremidades superiores: en el caso de los brazos, la espasticidad afecta fundamentalmente a los músculos flexores de los dedos, muñeca, bíceps y aductores del hombro.

Por este motivo, también es posible observar patrones posturales anormales: cadera flexionada hacia dentro, punta de los pies hacia abajo, rodillas flexionadas, entre otros.

Causas

Las conexiones nerviosas existentes entre la médula espinal y el cerebro forman parte de un circuito de transmisión de información complejo que controla nuestros movimientos.

Toda la información acerca de los procesos y sensaciones tales como el tacto, el  movimiento o los estiramientos musculares es transmitida desde la médula espinal hasta el cerebro.

El cerebro se encarga de interpretar toda la información que llega hasta él y elabora una respuesta en forma de instrucción a través de la médula espinal, controlando de ésta forma nuestros movimientos.

Cuando se producen lesiones y daños significativos en las vías nerviosas involucradas en el control el movimiento y los grupos musculares, unos de los síntomas que pueden desarrollarse es la espasticidad.

Tras una lesión, se irrumpe el flujo normal de información-respuesta, pude que el mensaje no llegue al cerebro o que éste no elabora una respuesta eficiente. Por lo tanto, la espasticidad puede aparecer cuando los daños se producen tanto a nivel cerebral como medular.

Cuando las lesiones se restringen a áreas cerebrales, la espasticidad afectará fundamentalmente la flexión de las extremidades superiores y extensión de las inferiores; por el contrario, si la lesión afecta a diferentes áreas de la medula espinal, la espasticidad se observará en forma de flexión y aducción de los miembros superiores.

En el caso de la espasticidad, se han descrito diversas patologías que van a afectar a las vías que ejercen el control del movimiento:

  • Parálisis Cerebral (PC).
  • Esclerosis Múltiple (EM).
  • Traumatismos craneoencefálicos (TCE).
  • Ictus.
  • Lesiones en la médula espinal.
  • Encefalitis.
  • Meningitis.
  • Esclerosis lateral Amiotrófica (ELA).
  • Fenilcetonuria.

¿La espasticidad está presente siempre?

La gravedad de la espasticidad es ampliamente variable, desde casos leves, moderados a graves. Además es una condición médica variable a lo largo de día, en muchos casos su ocurrencia depende de la posición o de la actividad que se esté realizando.

Además, los factores ambientales y psicológicos también tienen a influir en la percepción del dolor.

Factores que aumentan el tono muscular o la espasticidad

Se han identificado algunos eventos, acciones o circunstancias que tienen a aumentar la gravedad y ocurrencia de la espasticidad:

  • Mover las piernas o lo brazos.
  • Estirar los músculos.
  • Patologías cutáneas: irritación, rojeces, urticaria, etc.
  • Úlceras de presión.
  • Vejiga llena o infección de vías urinarias.
  • Estreñimiento.
  • Fracturas y otras lesiones musculares.

Diagnóstico

Cuando una persona padece alguna de las condiciones etiológicas mencionadas anteriormente (parálisis cerebral, EM, etc.), puede aparecer tanto debilidad como hipertonía muscular.

El diagnóstico preciso de espasticidad exige tanto la elaboración detallada de la historia clínica del paciente como la realización de un examen físico pormenorizado.

Muchos especialistas médicos consideran que deben ser evaluadas las siguientes áreas:

  • Tono muscular: a través de la escala Ashworth modificada.
  • Balance articular: a través de la medición de los ángulos articulares.
  • Control motor selectivo: a través de la observación de la capacidad de realización de diferentes movimientos.
  • Capacidad funcional: se mide a través de la realización de actividades de la vida diaria.
  • Análisis se la marcha: se mide a través de la observación directa de la marcha.
  • Espasmos musculares: a través de la Escala de espasmos.
  • Dolor: a través de la escala analógica visual.
  • Valoración global subjetiva: a través de una escala de valoración tipo Likert.
  • Patrón de observación: a través del examen físico.

Complicaciones asociadas

En buena parte de las personas que padecen espasticidad existe una serie de problemas o aspectos negativos asociados a esta condición médica:

  • Dificultad o incapacidad para realizar acciones que impliquen actividad muscular voluntaria.
  • Presencia de patrones posturales anormales.
  • Dificultad para caminar, alteración de la marcha.
  • Dificultad o incapacidad para realizar muchas de las actividades rutinarias de la vida diaria (comer, bañarse, vestirse, etc.).
  • Desarrollo de contractura, espasmos musculares, dolor muscular y articular.
  • Dificultad para miccionar y defecar, incontinencia urinaria.
  • Incremento de la probabilidad de padecer fracturas, malformaciones óseas y articulares, ulceras de presión.
  • A nivel psicológico, puede favorecer el aislamiento y el desarrollo de sintomatología depresiva.
  • Disminución significativa de la calidad de vida.
  • Dificultad para desarrollar de forma eficaz un tratamiento rehabilitador.

A pesar de esto, la espasticidad también puede ser beneficiosa en algunos casos:

  • Mejora o disminuye la atrofia muscular debido al desuso de diversos grupos musculares.
  • Reduce la hinchazón o edemas en las piernas que se presentan como consecuencia de la inmovilidad.
  • Disminuye el riesgo de padecimiento de trombosis venosa en las extremidades inferiores.
  • Disminuye la debilidad muscular en las piernas y favorece la bipedestación.
  • Favorece el reflejo de retirada ante un estímulo que causa dolor.
  • Disminuye la probabilidad de presentar hipotensión favoreciendo el control de la presión arterial.

Tratamiento

Existen diversas intervenciones terapéuticas dirigidas a tratar los síntomas y complicaciones de la espasticidad. Esta debe ser tratada cuando el dolor y la rigidez muscular interfiere de forma negativa tanto con las actividades rutinarias como la calidad de vida de la persona afectada.

En general, en el tratamiento de la espasticidad suele participar un amplio grupo de especialistas entre los que se incluyen: neurólogo, fisioterapeuta, terapeuta ocupacional, neurocirujano, cirujano ortopédico, entre otros.

A nivel clínico, la espasticidad podrá ser tratada a través de abordajes farmacológicos y no-farmacológicos.

Intervención terapéutica no-farmacológica

La intervención o el tratamiento físico se dirige a reducir los síntomas de la espasticidad:

  • Las actividades regulares de estiramiento muscular ayudan a mejorar la flexibilidad y reducir la tensión muscular.
  • Los ejercicios con peso o en posición vertical, también permiten mejorar la flexibilidad muscular.
  • El empleo de prótesis, férulas u otras medidas ortopédicas permiten modificar la presencia de posturas anormales y mejoran la frecuencia de presentación de los espasmos musculares.
  • El empleo de calor/frio también es beneficioso para reducción del tono muscular.

Estas y otras medidas de intervención física deben están controladas y supervisadas por un especialista, generalmente los fisioterapeutas son los encargados de poner en marcha los programas de rehabilitación en los servicios de atención médica.

Intervención terapéutica farmacológica

La intervención a través de fármacos se emplea cuando la terapia física no es efectiva. Si existe una afectación amplia de diversas áreas corporales los médicos pueden prescribir fármacos orales tales como: bacloneno, benzodiacepinas, dentroleno o rizanidina.

A pesar de que suelen producir beneficios en muchos de los casos, también conllevan una serie de efectos secundarios como somnolencia, cansancio, fatiga, debilidad o náuseas.

Referencias

  1. Obtenido de American Association of Neurological Surgeons.
  2. Spasticity. Obtenido de Cleveland Clinic.
  3. Spasticity management for spinal cord injury. Obtenido de Mayo Clinic.