Primeros años
Anna Freud nació el 3 de diciembre en Viena, en 1895. Fue la más joven de los seis hijos que tuvo Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, con su esposa Martha. Durante sus primeros años, Anna guardó las distancias con sus hermanos, especialmente con su hermana Sofía, con la que rivalizaba por la atención de su padre.
En su infancia, Anna Freud sufrió numerosos problemas de salud. No hay muchos registros sobre cuáles fueron estos exactamente, pero se cree que podrían haber incluido algunos como depresión o trastornos alimenticios.
Por este motivo, durante sus primeros años pasó mucho tiempo durante los veranos en campamentos de salud, en los que varios profesionales trataban de mejorar su situación.
En su infancia, Anna Freud no mantuvo buenas relaciones con su madre, declarando en varias ocasiones que se llevaba mejor con su niñera. Por el contrario, siempre vio a su padre como una figura de referencia y alguien a quien admirar, lo que probablemente influyó en sus decisiones profesionales más adelante.
Tras acabar el instituto, Anna Freud estudió para ser profesora, y más tarde viajó a Italia y a Inglaterra para ver mundo. Después, en 1914, comenzó a ejercer la enseñanza en el instituto al que asistió de joven.
Carrera profesional
Aunque en un primer momento no estaba muy interesada en la psicología, Anna Freud comenzó a investigar sobre este campo cuando su padre empezó a psicoanalizarla en 1918, como parte de su investigación para un artículo científico que publicaría en 1922.
Tras la presentación de este trabajo por parte de su padre, Anna entró a formar parte de la Sociedad Psicoanalítica de Viena y empezó a ejercer terapia con niños de manera privada. Después de tan solo dos años de hacerlo, se le ofreció un trabajo como profesora en el Instituto de Entrenamiento Psicoanalítico de Viena, dando comienzo así a su carrera como psicóloga.
Varios años más tarde, en 1935, Anna Freud se convirtió en la directora del mismo Insituto. Al año siguiente publicó su primer libro, El yo y los mecanismos de defensa. En esta obra sentó las bases de la psicología del ego, y con ella consiguió hacerse un nombre como una importante investigadora.
Vida en el exilio
Debido al origen judío de su familia, tanto Anna Freud como su familia tuvieron que emigrar a Inglaterra en 1938 debido a la ocupación nazi de Austria. Al llegar allí, fundó la Enfermería de Guerra de Hampstead, un centro que se dedicaba a cuidar a huérfanos y trataba de crear relaciones sanas de apego para los niños que habían sido víctimas de la guerra.
Durante su tiempo en este centro se interesó aún más en el campo de la psicología infantil. Por ejemplo, publicó sus observaciones sobre cómo el estrés afecta a los niños, y sobre la importancia de fomentar relaciones de apego en casos en los que los pequeños no han podido crear un vínculo sano con sus padres.
Muchas de las observaciones e investigaciones que llevó a cabo durante este periodo fueron publicadas en su obra Normalidad y patología en la infancia. Además, a partir de 1947 el instituto comenzó a impartir cursos de psicoanálisis, y se creó una clínica asociada al mismo que ofrecía servicios de terapia para niños.
Durante los últimos años de su vida, Anna Freud pasó la mayor parte del tiempo enseñando, impartiendo cursos e investigando. Viajó en varias ocasiones a los Estados Unidos, donde por ejemplo dio clases en la universidad de Yale. Allí colaboró con investigadores como Joseph Goldstein y Albert Solnit, con quienes publicó el libro Beyond the best interests of the child.
Cuando Anna Freud falleció en 1982, lo hizo habiéndose convertido en una de las principales contribuyentes al campo de la psicología en su tiempo.
Teorías
Psicología infantil
Uno de los principales intereses profesionales de Anna Freud fue la psicología infantil. Durante sus años investigando sobre este tema, creó numerosas teorías relacionadas con el mismo, que más tarde darían paso a muchos de los descubrimientos más importantes de la historia de este campo.
Por ejemplo, Freud descubrió que los niños a menudo presentan síntomas diferentes a los que surgen en adultos incluso en presencia del mismo problema. Por lo tanto, creía que también era necesario utilizar técnicas terapéuticas distintas con ellos. Esto se contraponía a la visión oficial de la época, que veía a los niños simplemente como adultos con un cuerpo sin desarrollar.
Además, fue una de las primeras personas en advertir las consecuencias negativas que podrían tener los problemas de apego en los niños. Sus investigaciones con niños que habían sufrido casos de abandono sentaron las bases de lo que más tarde se convertiría en la moderna teoría del apego, una de las más importantes de este campo.
El padre de Anna, Sigmund Freud, había descrito varias fases del desarrollo psicosexual en niños; pero lo había hecho de manera teórica y basándose en los testimonios de adultos. A través de sus propias investigaciones, Anna refinó esta teoría y aportó muchos más datos sobre cada una de las etapas.
Naturaleza de la mente
Además de estudiar el desarrollo infantil y las etapas por las que pasan los niños a lo largo de su vida, Anna Freud también dedicó tiempo a desarrollar las teorías de su padre sobre la forma en la que está estructurada la mente humana.
Según Sigmund Freud, nuestra mente está dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó. El ego se encargaría de controlar nuestros instintos más básicos, básicamente el de vida (deseo sexual, hambre, búsqueda de la supervivencia) y el de muerte (agresión, violencia, automutilación).
El superyó, por otro lado, estaría relacionado con la moral y las ideas sobre lo que es aceptable y lo que no. Tanto este como el ello serían inconscientes, lo que significa que no podemos acceder a ellos de manera directa. Por el contrario, el yo es consciente y se dedica a mediar entre las otras dos partes de la mente.
Anna Freud dedicó muchos esfuerzos a estudiar los componentes de la mente humana, aunque la mayoría de sus trabajos sobre este tema estaban relacionados con el yo y con la manera en la que este gestiona los conflictos entre el ello y el superyó. Fue así como desarrolló sus teorías sobre los mecanismos de defensa.
Mecanismos de defensa
El otro campo en el que Anna Freud realizó aportaciones importantes fue el de los mecanismos de defensa. Una de las premisas básicas del psicoanálisis es la idea de que nuestra mente inconsciente utiliza ciertas estrategias psicológicas para defenderse de ideas, sentimientos e impulsos que entiende que son perjudiciales.
Los mecanismos de defensa también pueden ayudarnos a enfrentarnos a deseos que creemos que no son aceptables; es decir, a aquellas situaciones en las que el ello y el superyó entran en conflicto. Debido a ello, muchas de las veces en las que aparecen están relacionadas con la sexualidad, uno de los campos más conflictivos para la mayoría de personas.
Anna Freud dedicó mucho trabajo a investigar sobre los principales mecanismos de defensa, y sus descubrimientos siguen utilizándose hoy en día en la terapia. A continuación veremos cuáles son los más importantes.
Represión
El mecanismo de defensa más básico consiste simplemente en reprimir los pensamientos, sentimientos e impulsos desagradables o que creemos que van a traernos consecuencias indeseadas. También puede utilizarse con aquellos deseos del ello que no son aprobados por el superyó, y que por lo tanto se consideran como inmorales o inadecuados.
Un ejemplo de represión sería la negación por parte de una persona homosexual de sus inclinaciones afectivas. Debido a haber crecido en una sociedad que contempla las relaciones enter personas del mismo sexo como negativas o vergonzosas, un individuo que las desee podría ocultarse a sí mismo este hecho para no tener que enfrentarse a sus propias creencias limitantes sobre el tema.
Proyección
La proyección consiste en achacarle a otra persona los rasgos propios que consideramos negativos. De esta manera, aliviamos nuestra propia culpa por tenerlos. Este mecanismo de defensa funciona porque nos ayuda a transformar los sentimientos negativos que nos producen nuestros deseos cuando entran en conflicto con las ideas del superyó.
Por ejemplo, una persona que tenga ideas y fantasías de agresión podría estar mucho más atenta a los comportamientos agresivos de otros individuos. De esta manera, podría justificar su mal humor y sus sentimientos negativos al decirse que el resto de personas son peligrosas, lo que haría que fuera necesario estar atento a ellas.
Desplazamiento
Se trata del acto de transferir las emociones negativas a un objeto que no es el que nos las ha causado en primer lugar. Por ejemplo, un individuo que pagase la ira que le ha generado su madre con su terapeuta estaría utilizando este mecanismo de defensa.
El desplazamiento se utiliza generalmente con emociones negativas, como por ejemplo la ira, la tristeza o la culpa. Su función principal es la de permitirnos lidiar con sentimientos que pueden ser abrumadores frente a situaciones que no podemos controlar. Por ejemplo, un hombre que querría gritarle a su jefe podría utilizar el desplazamiento y en lugar de ello pagar su mal humor con sus hijos.
Sublimación
Otro de los mecanismos de defensa más importantes es la sublimación, que consiste en llevar a cabo una acción socialmente aceptable como una manera de expresar un deseo que entra en conflicto con el superyó. Según Freud y su hija Anna, este es el principio que está detrás de la mayoría de formas de arte.
Según estos investigadores, un pintor por ejemplo estaría utilizando su pincel para expresar deseos sobre los que no puede actuar. En función del contenido de sus cuadros, se podría llegar a deducir cuáles son las necesidades que está sublimando.
Regresión
El mecanismo de defensa más complejo es el que implica volver a nivel psicológico a una etapa anterior de desarrollo. Un ejemplo clásico es el de los niños que, al sufrir un trauma, pierden habilidades que ya habían adquirido.
En principio, la regresión tan solo se daría en casos muy extremos, en los que la persona ha sufrido un trauma muy serio que le ha hecho desarrollar emociones muy negativas. Por lo tanto, es poco frecuente observar este mecanismo de defensa fuera de la terapia.
Obras
A continuación veremos una lista de los principales trabajos publicados de Anna Freud. Estos abarcan muchas áreas distintas, aunque se centran principalmente en la psicología infantil y en el funcionamiento del yo.