Definición de toponimia
El concepto de toponimia alude al análisis y el significado de los nombres propios que denominan lugares. Esta disciplina forma parte de la onomástica, la especialización de la lexicografía centrada en los nombres propios.
La toponimia, de este modo, estudia los hidrónimos (nombres de los ríos y los arroyos), los orónimos (nombres de las montañas), los limnónimos (nombres de las lagunas y los lagos) y otros términos que permiten nombrar a lugares geográficos. Muchas veces, la toponimia se complementa con la geografía, la historia y otras ciencias.
Los topónimos pueden tener diversos orígenes. En ocasiones, derivan de los nombres de un individuo, ya sea que los mantengan intactos o no (éstos se denominan antropónimos). También hay topónimos que se encargan de la descripción de la apariencia física del espacio, haciendo por lo general hincapié en algún rasgo que lo caracterice; por ejemplo: la ciudad mexicana Ocotlán tiene una toponimia interesante, ya que en su nombre se encuentra la idea de estar «junto a los pinos» o, según otra interpretación, en un «sitio de pinos u ocotes».
Por otra parte se encuentran los topónimos cuyas raíces desconocemos, y que suelen venir de nombres comunes usados en lenguas antiguas o en versiones arcaicas de las actuales, razón por la cual no es fácil comprender sus significados a menos que realicemos un profundo estudio lingüístico. Son varias las causas de la pérdida de las herramientas necesarias para traducir un término, y entre ellas se encuentra la evolución natural de los idiomas (que se da de forma natural, ya que acompaña nuestra propia evolución en otros planos, como ser el social), la falta de registros formales de las reglas lingüísticas o la destrucción de los mismos en medio de una guerra o una invasión que arrase con poblaciones enteras.
La traducción de los topónimos suele ser motivo de debate. Por lo general se trata de respetar los topónimos originales de cada lengua. De todas formas, la toponimia distingue entre los endónimos (los términos que emplean los habitantes locales) y los exónimos (que utilizan los extranjeros). Para llevar a cabo este trabajo es necesario contar con una base de diversas disciplinas, como ser la fonética, la dialectología y la historia.
Del mismo modo, con respecto a la palabra «toponimia» y sus derivados, la Real Academia Española no las incluyó hasta el final del siglo XIX. Según el Diccionario Oxford de la lengua inglesa, por otro lado, podemos apreciar que el equivalente a nuestro vocablo «toponomista», o sea la persona que se dedica profesionalmente al estudio de los nombres de los lugares (nótese que la RAE todavía no lo ha registrado, aunque aparece en muchas fuentes), se documentó por primera vez alrededor del 1850.
Según los expertos en el tema, la toponimia surgió a través del trabajo de poetas y cuentistas que, como parte natural del desarrollo de su trabajo de creación, intentaban dar una explicación al origen de algunos lugares para poder, a su vez, asignarles un nombre que pudiera distinguirlos del resto. Cabe mencionar que muchas veces en el nombre de un punto geográfico se esconden diversas leyendas, muchas de las cuales ignoramos por no comprender sus raíces lingüísticas.
Cabe destacar que la idea de toponimia también se usa para denominar al conjunto de nombres que denominan los lugares de una cierta región o de una nación. La toponimia mexicana, por citar un caso, se compone de los nombres propios que designan lugares pertenecientes al territorio de México. En la toponimia de México hay términos de origen mayense, náhuatl, purépecha y español, entre otras fuentes. Si nos centramos en el nombre de los estados mexicanos, podemos encontrar denominaciones como Aguascalientes (relacionado a las aguas termales), Guerrero (derivado de Vicente Guerrero) o Yucatán (que proviene del maya).