Definición de tejido
A la noción de tejido se le atribuyen dos grandes significados: uno relacionado a la moda y a la industria textil, y otro asociado a la biología.
Un tejido puede ser, por lo tanto, un producto que alguien elaboró tejiendo (es decir, entrelazando hilos, cordones, etc., para formar telas). Por ejemplo: “Este tejido tiene lana de oveja y algodón orgánico”, “Quiero comprar un sweater tejido para no pasar tanto frío en el próximo invierno”.
Esta clase de tejidos puede ser plano (sarga, satén o tafetán) o de punto (tanto de urdimbre como de trama). Algunos de los tejidos más habituales a nivel internacional son la seda, el lino, la lana y el algodón.
Tejido también se usa para referirse la textura que posee una determinada tela: “No me gusta el tejido de esta tela, aunque el color resulta muy atractivo”, “Quiero un tejido que sea suave al tacto”.
Para la biología, la anatomía, la zoología y la botánica, un tejido se forma a partir de los diferentes agregados de células de una misma clase pero diferenciadas de una cierta manera y ordenadas de forma regular. Las células de un tejido trabajan juntas, en bloque, para cumplir con un rol específico.
Los animales poseen cuatro tejidos fundamentales: el tejido muscular, el tejido nervioso, el tejido epitelial y el tejido conectivo. En el caso del tejido muscular, hay que decir que está compuesto por fibras musculares y que supone entre el 40 y el 45 por ciento de la masa del hombre. Las personas y los animales se mueven gracias a este tejido, cuyas células son altamente especializadas.
Las células madre y la reconstrucción de tejido
Gran parte de los tejidos de nuestro cuerpo cuenta con un determinado número de células madre, cuya función es la regeneración en caso de producirse un daño. A pesar de ello, cuando tienen lugar afecciones de un volumen considerable, su actuación no es suficiente. Y es ése el punto en el cual una técnica que se encuentra en investigación y desarrollo desde hace ya algún tiempo podría marcar un antes y un después en la medicina mundial. Se trata de brindar a los tejidos comprometidos más células madre de las que poseen naturalmente, y el objetivo es alcanzar la reconstrucción de órganos enteros, con la consiguiente reducción en el porcentaje de trasplantes que se realizan todos los años.
Las metas principales son el corazón, los pulmones y el hígado, y se promete conseguir una regeneración completa, tanto del tejido como de la funcionalidad. Para sustentar tales promesas, existen pruebas de intervenciones que han logrado reconstruir partes del esófago, la tráquea y de la musculatura unida al esqueleto de personas y animales.
Básicamente, este proceso se basa en que las células madre no poseen una función en particular y aún cuando se las extrae de un tejido, no pierden la habilidad de dividirse para transformarse en nuevas células, conservando sus propiedades.
A diferencia de la clonación, esta práctica no despierta los mismos interrogantes éticos, aunque sí alimenta esa necesidad del ser humano de no morir hasta que no sea absolutamente necesario, de curar esas enfermedades por las que los demás seres vivos fallecen y respetan el ciclo del que forman parte. Ciertamente resulta menos violenta la reconstrucción de tejidos con células madre externas que un trasplante, y si se toma en cuenta que este último tipo de intervención tiene lugar más de cien mil veces al año a nivel mundial (sin contar a las personas que no logran conseguir el órgano que necesitan) este descubrimiento no puede ser considerado negativo, ya que ofrecería a todos esos pacientes las mismas posibilidades.