Definición de patente

Patente es un término que proviene del vocablo latino patens, que significa “manifiesto”. El concepto se utiliza para referirse a aquello que es visible, perceptible, claro u obvio. Por ejemplo: “Se ha advertido una violación patente de las normas vigentes”, “Los ataques del ejército invasor se hacen patentes en los escombros y las ruinas que aparecen a cada paso”.

En Argentina y Uruguay, la patente es la placa o matrícula que llevan los vehículos y que permite su identificación. La patente consiste en una combinación de números y letras que debe ser legible, de forma tal que las autoridades estén en condiciones de detectar a quién pertenece cualquier vehículo que vean pasar por la vía pública. Cabe mencionar que es obligatorio que todos los coches circulen con este código, y que se encuentre en buen estado. Como ocurre con otros tipos de documentación, se conoce que es posible adquirir patentes de forma ilegal.

Una patente es, por otra parte, un conjunto de derechos exclusivos que el Estado concede a un inventor por un cierto periodo de tiempo para la divulgación y explotación de su invención. Si alguien desea hacer uso de la tecnología patentada, deberá contar con la autorización de su titular; esta información, así como la fecha de registro y vencimiento de la patente suele estar a disposición de cualquier persona.

La patente de invención evita el plagio de las creaciones y permite que el inventor se beneficie de la distribución comercial de su trabajo. Esta medida no solamente garantiza los derechos de los inventores, sino que promueve la creatividad y la publicación de las nuevas ideas. En el caso de un producto electrónico, por ejemplo, no es necesario haber realizado un prototipo material de una creación, sino que basta con la documentación absolutamente detallada de los pasos a seguir para su construcción, de las características de su funcionamiento y de su mantenimiento.

Cuando se desea patentar un programa informático o un videojuego, por ejemplo, existen diversos puntos a tener en cuenta, que polarizan la percepción de los desarrolladores con respecto al registro de la propiedad intelectual: hay quienes lo consideran esencial, y otros que no le dan importancia.

Una de las cuestiones cruciales es que en la mayoría de los países del mundo, no es posible registrar una idea, sino el producto en sí mismo. Esto acobarda a muchos ya que, puesto en otras palabras, es lo mismo que decir que cualquier persona puede basarse en la esencia de su creación y realizar una muy similar, pero con más presupuesto y con un equipo de gente más preparada.

Opuesto a este miedo se encuentra una frase muy conocida dentro del gremio de los programadores: «las ideas cuestan un dólar«. Esto significa que una idea por sí sola no es suficiente, no es representativa del producto final; son necesarios muchos factores para conseguir llevarla a la realidad y hacerla exitosa. Cabe mencionar que uno de dichos ingredientes es el azar. Solamente cuando se conjuga la creatividad con el esfuerzo bien enfocado, la pasión inquebrantable, un mínimo de medios económicos y la suerte de estar en el momento y en el lugar indicados, se obtienen grandes resultados.

Otro de los puntos a considerar a la hora de patentar una idea es el tiempo que transcurre desde la presentación de los documentos hasta la aprobación del registro. Dependiendo del rubro, puede pasar un promedio de seis meses pero en algunos casos, mucho más. Sobra decir que el mercado no espera, y a veces es preferible arriesgarse a ser imitado que esperar demasiado antes de publicar una creación que tal vez ya no cause el mismo impacto en el público que en el momento de su concepción.

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