Definición de iconoclasta
El griego bizantino eikonoklástēs, que puede traducirse como “rompedor de imágenes”, llegó al latín tardío como iconoclastes. Ese es el antecedente etimológico inmediato de iconoclasta, término que en nuestra lengua tiene dos grandes acepciones.
De acuerdo al diccionario de la Real Academia Española (RAE), se calificaba como iconoclasta a aquel que, en el siglo VIII, formaba parte de un movimiento que rechazaba las imágenes sagradas, destruyéndolas, persiguiendo su culto y atacando a las personas que las veneraban. Por extensión, un iconoclasta es quien no reconoce la autoridad de normas, guías o maestros.
Fue el emperador bizantino León III quien impulsó la iconoclasia en el siglo VIII. A través de diversas leyes, fomentó la llamada revolución iconoclasta para acabar con el culto a las imágenes y así lograr lo que él entendía como una mejora en la moral pública. Sin embargo, esta decisión le provocó enfrentamientos con distintos papas y motivó revueltas populares.
Por lo tanto, en el primer sentido mencionado por la RAE que deriva de esta corriente fomentada por León III, un iconoclasta es un individuo que pretende arruinar y eliminar las esculturas y las pinturas sagradas. Se trata de personas con la actitud opuesta a los iconódulos, que veneran imágenes.
De ahí que en pleno Imperio Bizantino se produjera lo que se conoce como crisis iconoclasta que enfrentó a los iconoclastas, amparados por las medidas impuestas por León III, y los también mencionados iconódulos, que venían a dejar patente la oposición a las peticiones de aquel monarca.
Desde ese momento, la sociedad, la política y los ciudadanos de a pie se vieron enfrentados por esa cuestión. Así, los iconoclastas, por un lado, defendían su postura argumentando que la idolatría era un pecado grave o que la representación de Dios era una profanación. Frente a ellos los iconódulos manifestaban que las imágenes sanas lo único a lo que contribuían era a poder cumplir con los objetivos confesionales de una forma pura y sana.
Esa crisis se acentuó con la muerte de León III pues su hijo, Constantino V, acentuó las medidas impuestas por su padre en materia de imágenes religiosas lo que le llevó, entre otras cosas, a tener que hacerle frente a una rebelión en contra de los que opinaban todo lo contrario a él en ese sentido.
No obstante, no se amilanó y llegó a convocar el llamado Concilio de Hieria, que estableció la condena de la iconoludia al ser considerada una idiolatría.
Los sucesores de aquel, en mayor o menor medida, mantuvieron la iconoclasia hasta que durante la regencia de Constantino VI se llevó a cabo un concilio, el de Nicea, que acabó con aquella de forma firme y se abogó por la conocida como política de iconodulia.
La iconoclasia varía según cada religión. Los católicos, por ejemplo, veneran imágenes ya que no se adoran las representaciones en sí mismas, sino lo que representan. Los musulmanes, en cambio, son iconoclastas: no aceptan representaciones del profeta Mahoma ni permiten que haya figuras representando personas en las mezquitas.
Iconoclasta también es quien no respeta líderes, estatutos o códigos aceptados por la mayoría. “Lisa, la iconoclasta”, en este marco, es el título en español de un capítulo de la séptima temporada de Los Simpson donde Lisa se niega a venerar al prócer Jeremías Springfield al descubrir su lado oscuro.