Definición de autoridad
Con origen en el vocablo latino auctorĭtas, el concepto de autoridad hace referencia a una potestad que logra alguien, a un líder legítimo y a alguien que obtiene poderes o facultades sobre un grupo de personas. Por lo general, permite nombrar a quienes gobiernan un país o región y tienen, por imposición o voluntad popular, voz de mando: “Las autoridades han decretado la clausura de la empresa acusada de contaminar el medio ambiente”.
La autoridad, según se desprende de sus definiciones teóricas, describe además el prestigio que ha cosechado, a través de los años, un individuo u organización a raíz de su calidad, su preparación o a la importancia alcanzada en un determinado plano: “El Dr. Segovia es una autoridad en el campo de la cardiología”, “Una autoridad en estas cuestiones, como lo es la Fundación de Investigación Aplicada, ha ratificado la denuncia de los vecinos”.
En concreto, podemos establecer que existen dos tipos de autoridad claramente delimitados. Así, por un lado, nos encontramos con lo que es la autoridad jurídica que es aquella que se determina y se impone por obligación. A su vez se compone de dos clases: la formal, que es aquella que ejerce un jefe sobre sus correspondientes subordinados, y la operativa. Esta es la que se caracteriza porque no se ejerce sobre personas sino que se define como la potestad que tiene alguien para decidir el realizar una serie de acciones concretas.
Un ejemplo de autoridad jurídica operativa, para que pueda ser entendida por todos, es la que tiene el jefe de un departamento empresarial para establecer la compra de una serie de materiales que sirvan para desarrollar el trabajo de dicha área.
Por otro lado, el segundo tipo de autoridad es el llamado moral. En este caso, concreto, la misma es la que otorga a una persona no sólo conocimientos sino también prestigio o posición. Al igual que sucedía con el jurídico, este se puede dividir a su vez en dos modalidades.
Así, contamos con la autoridad moral técnica que es aquella que tiene un individuo en base a su experiencia profesional. Esta supone que se le reconozca capacidad y pericia por lo que además sus opiniones serán muy tenidas en cuenta sobre la citada materia en la que sea un experto.
La segunda modalidad de autoridad moral es la llamada personal. Quien tenga esta se puede decir que es un líder pues sus cualidades psicológicas, morales y sociales le dan una posición ascendente con respecto a otras.
Cabe resaltar también que la idea de autoridad suele vincularse al poder que acumulan los Estados. Los funcionarios de la esfera estatal están habilitados para dar órdenes y decretar ciertas medidas, las cuales deben implementarse y respetarse siempre y cuando no infrinjan ninguna ley ni se opongan a las reglas que se encuentren vigentes.
La autoridad, entonces, puede ser considerada como una modalidad de dominación debido a que implica obediencia por parte de otros. Sin alguien que obedezca y cumpla órdenes, no hay autoridad posible. Por citar un ejemplo hipotético que puede llegar a apreciarse en la vida cotidiana: si la maestra ordena a los alumnos que guarden silencio y ellos no cumplen, la docente no está ejerciendo la autoridad que, formalmente, trae aparejada su rol.
Esto significa que, más allá de los títulos, los cargos y los nombramientos oficiales, la autoridad es algo que se ejerce y no que se ostenta. Puede darse la paradoja de que exista una autoridad sin autoridad, como podría ser el caso del jefe de una compañía cuyos empleados no le obedecen. En cambio, hay gente que carece de cargos formales pero, sin embargo, ejerce la autoridad (como un amigo que tiene poder e influencia sobre las decisiones de otro).